Título Original Split (2016)
Director M. Night Shyamalan
Guión M. Night Shyamalan
Reparto James McAvoy, Anya Taylor Joy, Betty Buckley, Brad William Henke, Haley Lu Richardson, Sterling K. Brown, Kim Director, Sebastian Arcelus, Lyne Renee, Neal Huff, Jessica Sula, Maria Breyman, Steven Dennis, Peter Patrikios, Matthew Nadu
Después de años convertido en “veneno para la taquilla” y siendo vilipendiado por crítica y público con todos y cada uno de sus proyectos entre los que se encuentran El Bosque (The Village), La Joven del Agua, El Incidente, The Last Airbender o After Earth, en la promoción de este último incluso se ocultó en la medida de lo posible su nombre para que no destacase en manera alguna, en 2015 con la, más o menos, independiente y humilde La Visita el cineasta norteamericano de origen hindú M.Night Shyamalan parecía volver a recuperar el norte y a dar considerables muestras de seguir siendo aquel director que revolucionó Hollywood en las postrimerías del siglo XX con piezas como El Sexto Sentido o El Protegido (Unbreakable) Dicha cinta en formato found footage protagonizada por dos peculiares ancianos y moviéndose a placer entre el terror y la comedia negra supuso una luz al fondo del oscuro túnel en el que estaba convirtiéndose la carrera de su creador. Múltiple, Split en su título original, su último trabajo detrás de las cámaras producido en colaboración con Blumhouse (hogar de sagas como Insidious o Paranormal Activity) y protagonizado por James McAvoy las jóvenes actrices Anya Taylor Joy, Haley Lu Richardson, Jessica Sula o la veterana Betty Buckley es la confirmación de que el autor de Señales por fin vuelve al buen camino tras más de una década en la que llegó a convertirse (unas veces de manera justa, otras no) en la risión de la industria, de nuevo está ofreciendo piezas destacables haciendo honor a su talento como narrador de historias.
El punto de partida de Split es genérico y lo hemos visto millones de veces, en ese sentido la cinta no inventa nada. Tres chicas adolescentes son secuestradas por Kevin, un hombre que sufre un desdoblamiento de nada más y nada menos que 23 personalidades entre las que se encuentran las del enfermizo Dennis, obsesionado con la suciedad, una mujer posesiva llamada Patricia, un diseñador de moda que responde al nombre de Barry o Hedwig, un niño de nueve años. Varias de esas personalidades advierten al resto de personajes de la obra la próxima llegada de una nueva, la número 24, conocida como “La Bestia”, cuya naturaleza no parece humana y que pondrá en peligro la integridad física del trío de adolescentes secuestradas por Kevin. Esta es la premisa del largometaje, y como acabamos de mencionar tiene poco de original, pero M. Night Shyamalan se guarda unos cuantos ases en la manga (y no me refiero sólo al famoso twist que rara vez falta en sus films, aquí también haciendo acto de presencia) permitiendo aumentar exponencialmente la sencilla naturaleza de thriller adscrita a Múltiple para convertirlo en una criatura multiforme que se adentra en distintos tipos de géneros cinematográficos funcionando en prácticamente todas sus vertientes.
Múltiple, al igual que La Visita, arregla uno de los problemas más graves que arrastraban los últimos trabajos de M.Night Shyamalan, la incosistencia de sus guiones, ya que en cuanto a puesta en escena el cineasta de origen hindú siempre ha dado muestras de poderosa inventiva y una peculiaridad cinemática fuera de toda duda hasta en sus horas más bajas. La escritura del último largometraje del norteamericano esta sustentada en la sutilidad, la sugestión más que la explicitud, la elegancia y el control del tempo narrativo. Tres tramas avanzan paralelas en Split. La centrada en el confinamiento y asedio al que el personaje protagonista somete a las chicas secuestradas, la amparada en la relación de este con su psiquiatra, la Doctora Fletcher, y la que por medio de flashbacks nos enseña un momento concreto de la infancia del personaje de Casey definiendo su presente y actos durante su encarcelamiento. Salvo un par de momentos en los que la subtrama de la psiquiatra se entrega a cierta dejadez bajando el ritmo del metraje este discurrir de las tres historias muestra una cohesión narrativa magnífica, apelando siempre, como ya hemos apuntado, a una realización tan sólida como vibrante, con algunos planos brillantes recordándonos al mejor M. Night Shyamalan y un reparto muy solvente comandado por un James McAvoy en el que nos detendremos más adelante por motivos obvios.
Múltiple es una producción tan consecuente consigo misma que retratando a un personaje con varias personalidades también se aventura en la feliz idea de ser tres películas en una. La primera, que abarca la mayor parte del metraje es una cinta de intriga haciéndosw a la hora de entregarse sin miramientos a la violencia psicológica, a la claustrofobia experimentada por las tres co protagonistas al verse encerradas en una localización desconocida a manos de un hombre totalmente perturbado con el que Shyamalan se adentra en teorías científicas sobre la complejidad de la mente y cómo esta puede llegar a someter al cuerpo humano. La segunda toma lugar en la media hora final convirtiendo el proyecto en una obra de terror puro. Algo perceptible no sólo en los acontecimientos a los que asistimos en pantalla, sino también en la puesta en escena de Shyamalan pasando de la elegancia y planificación meticulosa previa a una visceralidad cruda, peligrosa, aumentando de manera notable la incomodidad del espectador con respecto al devenir de acontecimientos dentro del argumento. La última, que realmente no es tal, tiene lugar en la escena final de la cinta. El famoso giro “made in Shyamalan”, que la redefine completamente, haciéndonos replantearnos todo lo visto. No porque se nos haya escapado algo, sino porque las intenciones y el fin del autor no eran los que esperábamos. Aunque a lo largo de toda la película va dejando pistas, pero la idea era demasiado brillante para que el espectador acabara aceptándola.
Al buen hacer en el guión y la dirección por parte de un M. Night Shyamalan al que hacía años no veíamos tan competente se une su mayor cómplice para que Split salga adelante como atípico experimento cinematográfico dentro de la industria de Hollywood. El escocés James McAvoy deja de lado su perfil heróico y de hombre íntegro (que sólo ha abandonado en puntuales ocasiones, como en Filth) para enfundarse la(s) piel(es) de un rol que abordado inadecuadamente podía haber caído en el mayor de los ridículos por culpa de la sobreactuación, la impostura o el dramatismo mal digerido. Por suerte nuestro Charles Xavier ofrece todo un recital de composición a la hora de dar vida a su poliédrica criatura hasta tal punto, no sólo de parecer distintas personas confinadas en una sola, sino también adentrándonos en la fisicidad que confirma el desdoblamiento del protagonista cuando la platea llega a pensar que Dennis, Hedwig, Patricia o Barry son personas diferentes interactuando entre ellas en la misma localización. La entrega del protagonista de Atonement o Trance llega a cotas de explicitud salvajes en la recta final del metraje, cuando el dominio de su lenguaje corporal y potencia física rigen el núcleo narrativo del clímax final dando el golpe de gracia a una labor interpretativa tan mayúscula que llega eclipsar el remarcable trabajo de sus compañeras de pantalla, Destacando el de una a muy convincente Anya Taylor Joy (La Bruja) como Casey y el de una soberbia Betty Buckley (Carrie) como la Doctora Fletcher.
Múltiple confirma la recuperación de un M. Night Shyamalan que ha vuelto a ganarse el favor del público y gran parte de la crítica demostrando encontrarse más cómodo abordando proyectos medianamente independientes en los que cuenta con menos presupuesto, pero con más control artístico. La naturaleza humilde (sólo en apariencia, ese giro final la revela como un proyecto más ambicioso de lo que parece por motivos lógicos) de su último trabajo detrás de las cámaras ha jugado totalmente a su favor y él ha sabido, una vez más después de La Visita, aprovechar la oportunidad para reverdecer unos laureles completamente secos desde hace más de una década. Después de años de varapalos de la prensa especializada, una taquilla que le daba la espalda y unos premios Razzie cebándose con él de manera desmesurada hoy podemos decir que hay futuro en la carrera de uno de los directores que mejor representan cuan caprichoso puede ser el mundo de Hollywood. Capaz de encumbrar en tiempo récord a un cineasta que con sólo dos películas más después de su primer gran éxito se introdujo en un pozo sin fondo de proyectos fallidos o incomprendidos, el que esto suscribe sigue viendo magia en La Joven del Agua y disfruta mucho de The Last Airbender del que le ha costado mucho salir y esperemos nunca vuelva a caer.
Reseña publicada originalmente en Zona Negativa
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