"Quizá baste con que el mundo me considere una heroína. Quizá si me esfuerzo lo suficiente hasta pueda engañarme a mí misma"
Dentro de la nueva política editorial que Joe Quesada instauró en Marvel a principios de la década pasada quiso darle protagonismo al sello MAX especializado en cómics dirigidos al público adulto. Series como el Punisher de Garth Ennis, el Deadpool/Masacre de Dave Lapham o el Lobezno de Jason Starr ofrecieron historias de personajes clásicos de la Casa de las Ideas pasados por un tamiz que permitía acentuar la violencia, el sexo y el lenguaje malsonante. Pero dentro de MAX también nacieron series de nuevo cuño como Alias. Escrita por Brian Michael Bendis y dibujada por Michael Gaydos la colección protagonizada por la superhéroina reconvertida en detective secreta Jessica Jones abarcó 28 números editados entre 2001 y 2004 y se convirtió en uno de los trabajos más reconocidos del polémico autor de Powers, Ultimate Spiderman o la más reciente versión de Guardianes de la Galaxia.
Tras el considerable éxito de la primera temporada de Daredevil Marvel Television y Netflix tomaron la no poco arriesgada decisión de que Alias fuera la siguiente colección de la editorial norteamericana que tuviera su adaptación catódica. Con el nombre de Jessica Jones y la actriz Kristen Ritter (Breaking Bad) encabezando un reparto formado por secundarios como Rachael Taylor (Transformers) Eka Darville (Spartacus: Sangre y Arena) o David Tennant (Doctor Who) entre otros, la presencia de Melissa Rosenberg (Dexter, Crepúsculo) en labor de showrunner y la producción ejecutiva del mismo Brian Michael Bendis Netflix lanzó la primera temporada completa el 20 de Noviembre de 2015 obteniendo una buena acogida por parte del público, la prensa especializada y el fandom que recibieron con los brazos abiertos los peculiares casos de Alias Investigations.
Con un poco de tardanza un servidor ha podido por fin ver esta primera temporada con la que Netflix ha puesto la segunda piedra dentro de su universo televisivo adherido a la editorial Marvel y su subdivisión audiovisual. Por desgracia a pesar de las buenas intenciones, el potente material de partida con el que Melissa Rosenberg y sus colaboradores al guión y la dirección han contado y el competente reparto que puebla el apartado artístico del producto Jessica Jones me ha causado una notable indiferencia a lo largo del recorrido que marcan sus trece episodios. Hay varios problemas en la ejecución y desarrollo de un producto como el ideado por Netflix para llevar a imágenes las viñetas ideadas por Brian Michael Bendis y Michael Gaydos y en la entrada que nos ocupa voy a tratar de enumerar cuáles son y en qué sentido perjudican al conjunto de una serie que podía haber sido considerablemente superior a lo que finalmente ha ofrecido.
Uno de los mayores aciertos narrativos que tenía Alias y que Jessica Jones no ha sabido trasladar a imágenes es la armonía y coherencia con la que Brian Michael Bendis y Michael Gaydos alternaban el tono noir del relato detectivesco que servía de núcleo a la historia con el superhéroico que también basculaba el devenir de la colección, algo que también consiguió captar con acierto el autor de Scarlett en la serie Powers y que, paradójicamente, su adaptación televisiva supo reflejar con más acierto que la producción de Netflix que nos ocupa, eso sin llegar a ser un producto notable en ningún aspecto. Desde el opening la serie de Melissa Rosenberg quiere mostrarse de cara al público como una historia detectivesca con una antiheroína de protagonista sin dejar de lado los superpoderes que dan un matiz fantástico a la historia, pero el adecuado discurrir de ambas vertientes se alterna de manera irregular y con escasa cohesión.
Esta carencia bastante notable se ve considerablemente solapada por la profesionalidad del equipo técnico que se ocupa de dar empaque a la serie abordándola con un tono oscuro y lacónico que, esta vez sí, está bien adaptado de las viñetas. La puesta en escena y el look visual que S.J. Clarkson imprimió en el episodio piloto son respetados por el resto de realizadores (entre ellos un John Dahl que después de haber sido la gran promesa del cine independiente con La Última Seducción o Rounders ahora se dedica a ofrecer sus servicios a la televisión) que Netflix contrató para sacar adelante dicha empresa y todos ellos cumplen sobradamente con su labor de artesanos que ejecutan su trabajo con atino, pero no destacando en ningún aspecto como sí sucedía en no pocos episodios de la primera temporada de Daredevil que cronológicamente precedía a esta de Jessica Jones que nos ocupa.
En la estructura del guión también podemos encontrar ciertos defectos que si bien no toman forma hasta avanzada la temporada una vez salen a la luz la lastrán hasta su mismo cierre. La amenaza de Kilgrave es el núcleo central sobre el que orbitan todos los personajes principales y las distintas tramas que rodean a Jessica Jones. En los primeras episodios sólo por las reacciones tanto físicas como psicológicas de la protagonista podemos percibir la aterradora ubicuidad que imprime en la serie el inminente regreso del villano con la capacidad de controlar la voluntad de sus semejantes con el simple uso de su voz. El problema estriba en que cuando Kilgrave torna en una presencia física, en un personaje más, parece como si toda esa asbtracción intimidante que transmitía cuando no hacía acto de presencia en pantalla se convirtiera en algo más mundano, común y simplista, un villano proototípico a fin de cuentas. Eso sumado a su búsqueda por parte de Jessica que se antoja repetitiva y de escaso desarrollo suponen un lastre para el devenir de los acontecimientos de los distintos capítulos.
En cuanto al reparto es ineludible que la elección de Kristen Ritter es un acierto en toda regla, La actriz de Big Eyes posee las justas dosis de carsima, atractivo, macarrismo, ironía y melancolía para ser una aceptable Jessica Jones y mostrarse creíble a la hora de darle vida. Dentro del resto del reparto de secundarios todos hacen bien su labor, pero más allá de Mike Colter en la (indestructible) piel de Luke Cage, ninguno destaca como para ofrecerle una mención de honor, aunque cierto es que se agradecen algunos regresos como los de Carrien Ann Moss (Matrix) o Rebecca De Mornay (La Mano Que Mece la Cuna). Curiosamente el mayor problema de casting llega con el mejor actor del mismo y es que David Tennant es una mala elección para dar vida a Kilgrave, ya que el actor británico por muy hijo de puta que se muestre ante cámara, por muchas barbaridades y actos crueles que lleva a cabo con sus víctimas en ningún momento deja de transmitir al espectador una sensación de "buenrollismo" que va en contra de su misión de intimidar al respetable.
Jessica Jones ha supuesto la primera decepción para el que esto firma con respecto a la colaboración entre Marvel y Netflix. Como previamente he mencionado la apuesta era arriesgada y el simple hecho de haberla sacado adelante ya tiene su mérito, pero Melissa Rosenberg y su equipo no han sabido mezclar adecuadamente los ingredientes que tenían a su disposición para ofrecer una adaptación potente de Alias, al menos en lo que a esta primera tanda de episodios se refiere. Por suerte la sensación de desilusión me ha durado poco gracias al visionado de los primeros episodios de la segunda temporada de Daredevil, de la que hablaré próximamente, y que antes de llegar a su ecuador ya ha ofrecido el mejor retrato que se ha hecho de Frank Castle en el medio audiovisual y una potentísima secuencia de acción (la del falso plano secuencia con la pelea contra los miembros del club motero Dogs of Hell) que confirman que la Casa de las Ideas todavía tiene mucho que decir en la pequeña pantalla.
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