Título Original Lifeforce (1985)
Director Tobe Hooper
Guión Dan O'Bannon y Don Jakoby basado en la novela de Colin Wilson
Actores Steve Railsback, Peter Firth, Frank Finlay, Mathilda May, Patrick Stewart, Michael Gothard, Nicholas Bal, Aubrey Morris, Nancy Paul, John Hallam
Le tengo cariño al cineasta norteamericano Tobe Hooper, no puedo evitarlo. Es un director mediocre desde siempre, pero cuando ha tenido fogonazos de genio en la seminal La Matanza de Texas, la televisiva Salem's Lot o la comercial pero inolvidable Poltergeist me ha enamorado de tal manera que me siento en deuda con él. Si no contamos esas tres piezas, que para mí son clave en la ficción de terror filmada, rara vez a vuelto a estar verdaderamente acertado, aunque ha añadido ideas inteligentes a proyectos como La Casa de los Horrores (The Fun House), La Masacre de Toolbox o su capítulo El Baile de los Muertos, para la serie de televisión Masters of Horror.
Pero desde hace años lo que suele ofrecer como realizador son pestiños importantes como la olvidable Mortuary, productos que confirman que nunca tuvo personalidad autoral y que está de capa muy caída. Pero en los 80 todavía tenía un nombre y tras el éxito de aquella producción sobre espíritus caseros producida y escrita por Steven Spielberg el autor de Trampa Mortal (Eaten Alive) estaba en lo más alto. Por ello en el año 1985 la inefable productora Cannon lo contrató para llevar a imágenes una novela del escritor británico Colin Wilson titulada Space Vampires.
Los productores pusieron a su disposición un presupuesto considerablemente grande y a un grupo de profesionales bastante destacados como a Dan O'Bannon (Alien, Desafío Total) y Don Jakoby (Vampiros) en el guión, Alan Hume (Star Wars: El Retorno del Jedi, Un Pez Llamado Wanda) en la dirección de fotografia, Henry Mancini (La Pantera Rosa) en la banda sonora o en los efectos especiales y de maquillaje a John Dysktra (Spiderman, X-Men: Primera Generación) y Nick Maley (Superman, Star Wars: El Imperio Contraataca) respectivamente.
En resumidas cuentas el film lo tenía todo para triunfar. Una historia interesante aunque algo bizarra, un director que estaba en lo más alto tras el que fue uno de sus mayores éxitos comerciales, un equipo técnico de lo más competente y un grupo de actores americanos e ingleses para dar vida a los personajes que poblarían el largometraje. Pero no fue así, la taquilla se resistió a Lifeforce y la crítica tampoco fue muy benévola con el proyecto. Lo cierto es que en gran parte es comprensible ese fracaso y por desgracia hoy, 27 años después de su estreno, los motivos por los que la película no triunfó se han enfatizado considerablemente, confirmando cuánto ha envejecido con el paso del tiempo.
Una nave llamada Churchil, tripulada por astronautas norteamericanos e ingleses se dirige al cometa Haley para investigarlo. Pero en el proceso se encuentran con una nave de origen extraterrestre que está situada en la cola del célebre cuerpo celeste. Allí dentro descubren, confinados en una especie de ataúdes de cristal, a dos hombres y una mujer que aparentemente tienen forma humanoide, estos se encuentran desnudos y en aparente buen estado. Los investigadores espaciales deciden llevarse los cuerpos a la Chruchill para transportarlos a la Tierra y allí intentar descifrar su origen. Esta decisión dará pie a una plaga de extraños vampiros que absorben la energía vital de los seres humanos y que sembrará el caos en las calles de Londres.
En el año de su estreno (cuando todo su apartado técnico era la panacea de la modernidad cinematográfica) no sé si lo parecería, pero a finales de 2012 cuando el espectador se enfrenta a Lifeforce no puede evitar pensar que se encuentra con un homenaje al cine sobre invasiones extraterrestres de los años 40 y 50. Pero no hablo de clásicos como Ultimatum a la Tierra (The Day to The Earth Stood Still) de Robert Wise o La Invasión de los Ladrones de Cuerpos de Don Siegel, sino a subproductos de serie B en los que se mezclaban géneros, vertientes y que solían tener alarmantes lecturas sociales (extraterrestres de Marte, el planeta "rojo", en plena guerra fría entre Estados Unidos y la URSS) para dar un tono apocalíptico a la historia que narraban en imágenes.
Más allá de ese homenaje, intencionado o no, poco de más interés tiene Fuerza Vital. Porque aunque esté rematada decentemente en casi todos sus apartados (el reparto de actores da un poco de pena, aunque gente como Steve Railsback o Patrick Stewart sean buenos actores, no dan precisamente lo mejor de sí mismos en esta ocasión) no destaca en ninguno de ellos. Se nota que Tobe Hooper supo aprovechar las libras y dólares que pusieron a su disposición, pero en la película se nota una mezcolanza argumental y conceptual tan bizarra que en manos del director texano no funciona debidamente (¡lo que hubiera hecho nuestro Jesús Franco con este proyecto!) y en ocasiones se muestra hasta ridícula.
Lo de los vampiros del espacio que chupan la energía vital de las personas por medio de la boca y que se convierten en gigantescos murciélagos con pintas de mutantes, abordado en un contexto tan solemne no funciona, porque se muestra ridículo e insulso en pantalla debido a que Lifeforce se toma demasiado en serio a sí misma. Otro lastre importante es que los efectos de maquillaje de Nick Maley, que supongo que en su momento debieron parecer logradísimos y aterradores, hoy incitan inevitablemente a la carcajada sobre todo con ese cadáveres vivientes a los que les han robado la fuerza vital que parecen marionetas sacadas de alguna cabalgata de Navidad.
Tampoco ayuda la omnipresente desnudez del personaje de la guapísima y escultural Mathilda May, que parece más que otra cosa una pobre excusa argumental para que la intérprete enseñe a lo largo del metraje su maravilloso cuerpo. El hecho de que el rol esté siempre sin vestimenta en varias ocasiones da pie a momentos bastante ridículos (cuando se enfrenta a los dos guardias) y solo sirve, a grosso modo, para mezclar una película de invasores extraterrestres con un desfile de pechos tan agradable a la vista como arbitrario e innecesario para la historia.
La película cambia radicalmente de género hacia la media hora final. Si los primeros 80 minutos hemos asistido a una desangelada y poco interesante cinta de extraterrestres, en el clímax del largometraje nos introducimos en una rocambolesca película apocalíptica con momentos bastante vergonzantes (lo de la espada es de traca y queda bastante mal) que se muestra en pantalla como un caos descontrolado en el que se suceden escenas sin sentido y acciones estúpidamente forzadas por parte de los personajes. A la impersonalidad de la primera parte del metraje se contrapone el "todo vale" de a segunda y la historia decae de manera brutal sin haber sido en ningún momento un relato destacable.
Un poco más de encanto (por ejemplo, haberla rodado en blanco y negro, vistos los referentes cinematográficos en los que se refleja) e ironía hubieran hecho de Lifeforce una pieza de culto a recuperar con cierto cariño y nostalgia. Por desgracia no es el caso, la cinta de Tobe Hooper a día de hoy se ve crudamente fallida y anticuada y para colmo supondría en su momento la última pieza de gran presupuesto en la que se embarcaría el cineasta. Además, tras ella realizó ese cáncer fílmico llamado La Matanza de Texas 2 que confirmaría su decadencia como la eterna promesa que nunca llegó a confirmarse tras dar lo mejor de sí mismo en la segunda mitad de los 70 y la primera de los 80 entre matarifes, vampiros y entidades ectoplásmicas.
En breve comentaré también Invasores de Marte, un remake que el mismo Tobe Hooper realizó un poco más tarde, en 1986 concretamente, de la cinta homónima de William Cameron Menzies de 1953 que, esta vez sí, parece ser un verdadero homenaje al cine de extraterrestres de la dédaca de los 50, aunque al no haberla visto aún no me quiero mojar demasiado. Pero es cierto que también fue recibida bastante mal y sólo sirvió para hundir más la carrera del director de The Mangler y sumarse como otro de los fracasos fílmicos que lo relegarían a una liga de tercera regional en esto del cine del género fantástico y de terror de la que no ha podido salir hasta nuestro días. Pero yo sigo confiando con esa recuperación por su parte, porque puede que esa atípica incursión en el cine de terror de los Emíratos Árabes que supone su próximo film, Djinn, nos dé una sorpresa, ojalá que así sea.
Pero la tía tiene unas tetas per-fec-tas, joder: me dio esa impresión cuando la vi por vez primera (en vídeo BETA, por cierto, el que tenían en casa de mi amigo Vik)y me lo siguen pareciendo.
ResponderEliminarPor cierto, a mí me gustaba más la cabecera con la casa "a secas".
ResponderEliminarSon lo mejor de la película, es indudable.
ResponderEliminarPd: Sí, la cabecera con la casa sola me encantaba, pero daba problemas porque la foto era jodidamente pequeña la muy puñetera.
Supongo que a estas alturas de la historia estarás muy mayor o, si la cosa va bien, muerto. Respecto de la peli cierto que es más una comedia que una cosa de miedo. Y pierde la esperanza con esas pelis que citas de muchacho, que fueron malas, pero malas con ganas. Y más nada. Nos vemos al otro lado, si eso....
ResponderEliminarHola, MAHARABIUS. Aquí sigo, vivito y coleando, aunque con el blog un poco abandonado, espero retomarlo en breve. Feliz 2023 en el que yo también te deseo lo mejor. Un abrazo 😉
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