Título Original The Woman in Black (2012)
Director James Watkins
Guión Jane Goldman basado en la novela de Susan Hill
Actores Daniel Radcliffe, Ciarán Hinds, Roger Allam, Sohpie Stuckey, Janet McTeer, Shaun Dooley, Liz White, Daniel Cerqueira, Andy Robb, Misha Handley, Alexia Osborne, Alfie Field
Aunque nunca le he dedicado una entrada temática y ni siquiera he comentado una de sus producciones he dejado caer más de una vez en este blog la profunda admiración que siento desde hace años por la productora británica Hammer Films. Aquella casa que revisionó el origen e historias de personajes de la literatura universal de terror como Drácula, Frankenstein, el Hombre Lobo, la Momia, Jack el Destripador o el Doctor Jekyll y Mr Hyde, que encumbró a actores como Christopher Lee o Peter Cushing y que nos descubríó a uno de mis directores favoritos de todos los tiempos, el inmenso Terence Fisher.
En 2010 la noticia del regreso de la productora (que desapareció en 1979) fue un hecho. Que su carta de presentación fuera un remake de la película sueca Déjame Entrar dirigida por Tomas Alfredson que adaptaba la novela de John Ajvide Lindqvist en principio no me convenció mucho, pero después de ver la versión que Matt Reeves hizo de ese (ya mítico) romance entre niño humano y chica vampira me quedé prendado con sus muchos hallazgos cinematográficos que iban más allá de copiar una magnífica película. La Hammer volvía con buen pie, indudablemente. La segunda cinta de la renovada productora fue La Víctima Perfecta (The Resident) de Antti Jokinen con Hilary Swank y Jeffrey Dean Morgan de protagonistas y no fue muy bien recibida por la crítica o el público.
La tercera cinta auspiciada por la productora fue La Mujer de Negro (The Woman in Black) segunda adaptación (la primera la hizo para la televisión británica el director Herbert Wise) de la célebre novela de la escritora Susan Hill editada en 1983. Para la dirección del film se contrató a James Watkins, que venía de llamar al atención con Eden Lake, cinta de terror diametralmente opuesta a la que nos ocupa. Del guíón se ocupó la voluptuosa, peculiar y muy interesante Jane Goldman (Kick-Ass, X-Men: Primera Generación, La Deuda, Stardust) y el protagonismo recayó en un ya maduro Daniel Radcliffe.
A finales del siglo XIX un joven abogado británico llamado Athur Kipps que aún no ha superado el fallecimiento de su esposa debe abandonar a su hijo durante un tiempo debido a que la firma para la que trabaja le ha dado un ultimatum por su ineficacia en los últimos tiempos. El muchacho será enviado a una remota isla para que intente vender la casa de un cliente recientemente fallecido. Nada más llegar a la localidad Arthur descubrirá que nadie quiere acercarse a las inmediaciones de la mansión en concreto. Todo empeorará cuando el joven abogado empiece a ver apariciones de una mujer vestida de negro que parece habitar todavía en el, supuestamente, hogar abandonado.
The Woman in Black es una magnífica muestra de cine de terror ejecutado con elegancia y tono claisicista que hunde sus raíces tanto en el celuloide de la Hammer Films, como en el de las producciones de Roger Corman que adaptaban relatos de Edgar Allan Poe o en obras como Suspense (The Innocents) de Jack Clayton, La Leyenda de la Casa del Infierno de John Hough o Al Final de la Escalera (The Changeling) de Peter Medak (mencionar Los Otros de Alejandro Amenábar es tontería, si ya hemos nombrado las cintas a las que tomó como referencia) o incluso en la literatura de escritores como Henry James, Oscar Wilde o Bram Stoker.
Curiosamente el largometraje no elude los tópicos del cine de casas encantadas sino que los hace suyos y los convierte en una virtud utilizándolos con un toque de artesanía cinematográfica de tonalidad clásica que en ocasiones consigue inquietar al espectador, Un servidor, curtido en mil batallas y que se las conoce todas en este tipo de films admite sin vergüenza alguna que en un par de ocasiones La Mujer de Negro se los puso de corbata por lo bien realizado de muchos de sus pasajes, sensación que el cine de terror actual, por desgracia, no suele transmitir.
James Watkins utiliza con artesanal pulso los resortes del cine de terror fantasmal. Sabe donde colocar la cámara, difuminar un fondo o colocar de manera imperceptible una figura en el encuadre para que con un sólo gesto el espectador se sobresalte de manera nada tramposa o rebuscada. El uso, no sólo de la figura de la mujer toda vestida de negro y con el pálido rostro tapado por un velo, sino también de los espíritus de los niños que pululan por la casa y su jardín (magistral la escena a la que asiste Arthur desde la ventana la noche de lluvia cuando mira la tumba de lodo y lo que allí acontece) es tan acertada que la misma da entidad a la historia y a su estructura.
El diseño de producción (la casa recuerda inevitablemente a la mansión de los Marsten de la mítica miniserie televisiva Salem's Lot de Tobe Hooper que adaptaba la novela de Stephen King) la puesta en escena, la naturalidad con la que Watkins deja de lado el terror físico y epidérmico de su anterior film y se entrega al simbólico, psicológico y gótico del que hace gala la cinta, el uso de los efectos de sonido, del tempo narrativo (en eso tiene mucho que decir el gran trabajo de Jane Goldman en la escritura) la dosificación de las escenas de terror y el control de una atmósfera que nunca parece impostada y falsaria hacen de La Mujer de Negro toda una experiencia cinematográfica para los amantes del terror clásico.
Daniel Radcliffe hace un excelente trabajo si tenemos en cuenta sus limitaciones como intérprete. Alejándose por fin de la imagen de Harry Potter (ciertamente lo consigue) el actor británico llena de pequeños pero interesantes matices su personaje con detalles como que realmente nunca se sienta aterrado por las apariciones fantasmagóricas de la casa (¿por deseo de entrar en contacto con el más allá por si puede gracias a ello volver a reunirse con su esposa?) la tristeza que hay en su mirada a lo largo de todo el metraje o su interesante pero ligera relación con el personaje de Sam (muy competente Ciarán Hinds, como siempre) en el que hay una diatriba entre superstición y descreimiento.
Me cuesta mucho hablar a cuantos niveles he disfrutado una cinta como The Woman in Black. No sólo ya por sus logros cinematográficos que si bien no son nuevos si están perfectamente ensamblados y expuestos en pantalla, sino porque un servidor se ha criado con este tipo de cine (y literatura), porque una mansión perdida entre la neblina y rodeada de lápidas me produce una fruición incontestable, porque lo que para algunos será "otra de casas encantadas" para mí es la recuperación momentánea de un tipo de cine que creía muerto y porque aquello a lo que apuntaba la memorable Insidious lo confirma La Mujer de Negro, el regreso de ciertas historias de terror clásicas, para verlas de madrugada y en soledad, mientras nos perdemos durante hora y media en las penumbras.
hoy he estado viendo city lights en pantalla grande y con orquesta (http://www.teatrojovellanos.com/eventos/show/20393-luces-de-la-ciudad-de-charlie-chaplin-orquesta-sinfonica-de-georgia) y debo decir que ha sido la mejor experiencia cinematográfica en muuuucho tiempo; te habría encantado.
ResponderEliminarHa debido ser genial, nunca he podido ver una película con una orquesta interpretando la banda sonora en directo pero seguro que es una maravilla, además, la música de Luces de la Ciudad es sencillamente deliciosa.
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