Grupo Judas Priest
Teloneros Blind Guardian, U.D.O
Localización Auditorio Rocío Jurado, Sevilla
Día 18 de Mayo de 2012
Hacía dos años más o menos que no iba a un concierto y lo cierto es que echaba de menos sentir la hermandad con los aficionados, los watios atronando los oídos, las imágenes, olores y sonidos caracteristicos de este tipo de celebraciones y el ritual que para un servidor supone ver en directo a los músicos que han formado parte de mi vida interpretando canciones que me han acompañado desde la infancia o adolescencia.
Ciertamente la ocasión lo merecía y mi regreso al mundo de los conciertos ha sido a lo grande, asistiendo al penúltimo concierto que la veteranísima banda Judas Priest daba en España en la que se supone que será su gira de despedida (de ahí el nombre de "Epitaph"). Como teloneros se encontraban la no menos veterana banda alemana U.D.O y tras ellos sus compatriotas los enormes Blind Guardian. La unión de estas tres bandas dio pie a una de las veladas musicales más inolvidables a las que he podido asistir en toda mi vida.
A las 19:48 se abrieron las puertas del auditorio Rocío Jurado localizado en las antiguas inmediaciones (hoy tristemente decadentes) de la Exposición Universal sevillana de 1992. Al entrar en el recinto y ver el escenario una añorada sensación parecida a un cosquilleo que me recorrió la espina dorsal se apoderó de mí como pocas veces lo había hecho (posiblemente sólo cuando vi a Iron Maiden y Metallica por primera vez en 1999 y 2003 respectivamente), por fin tras un par de años volvía a formar parte de uno de los espectáculos que más emoción me producen, ser testimonio la interpretación de música en directo.
Sobre las 20:00 sin apenas calor y tras haber saludado a algunos conocidos de esos con los que no mantienes contacto habitualmente pero que te alegran el día cuando los encuentras en este tipo de concentraciones, Udo Dirkschneider y sus muchachos empezaron con su descarga. He de admitir que antes de que los alemanes empezaran con su actuación un servidor tenía pocas ganas de ver a esta clásica banda del heavy de los 70 y sobre todo 80 por la que nunca he sentido especial predilección.
A los 5 minutos tuve que tragarme mis palabras cuando los germanos ofrecieron una interpretación llena de profesionalidad, carisma y simpatía en la que se pudieron ver las tablas de unos músicos que lo dan todo en el escenario. Tirando de clásicos de la anterior banda de Dirkschnider (Accept) como Metal Heart o Balls to the Wall o alternando temas antiguos y modernos de U.D.O como Leatherhead o Man and Machine estos entrañables músicos se ganaron la confianza de fans y descreidos como el que suscribe.
Sobre las 21:00 con toda la austeridad del mundo y con un Hanshi Kursch de pelo corto Blind Guardian, los abanderados del power metal europeo desde mediados de los 80, salieron a ofrecer hora y media de buena música. Abriendo con Sacred Worlds del que aún sigue siendo su último disco, At the Edge of Time, los germanos ofreciendo una cuidadosamente elegida selección de cortes clásicos como Imaginations From the Other Side, Welcome to Dying o unas especialmente emocionantes Nightfall y The Bard's Song (In the Forest) consiguieron poner en pie a todas las almas que allí estábamos reunidas.
Sorprendentemente y contra todo pronóstico el normalmente insípido y estático frontman de la banda (lo de su voz y manera de cantar es otra cosa y rara vez falla) estuvo realmente animado, jugueteando con el público y moviéndose por todo el escenario, llegando a incluso animar al respetable a corear temas como Valhalla o Mirror, Mirror. De nuevo una banda que lleva muchos kilómetros a sus espaldas y que no decepcionaron un ápice a pesar de lo seco de su puesta en escena. Contando los días para volver a verlos.
22:00, un enorme cartel con la palabra Epitaph ("¡los cojones Epitafio!" dijo un devoto fanático a mi lado mientras hacía una foto de la enorme bandera) tapa el escenario, bajan las luces, la noche acaricia el auditorio y entre gente que no paraba de saltar, reír o llorar porque iban a cumplir un sueño por primera vez o porque iban a ver al grupo de su vida por última empieza a sonar la intro Battel Hym del impagable álbum Painkiller y seguidamente Rapid Fire (gran tema, pero no la mejor elección para abrir un concierto tan importante) y ahí los tenemos, Judas Priest en el escenario haciendo lo que mejor saben.
Los miedos desaparecen, en ese momento no piensas que se encuentran en la sesentena, ni que Rob Halford, que ha sido la más potente voz del heavy metal de todos los tiempos, no sea el de antes, sólo intentas asimilar que tienes delante tuyo a leyendas vivientes que llevan dando lo mejor de sí mismos durante 40 años, que han pasado por crisis, deserciones, peleas, reconciliaciones, excesos y más importante aún, que han sido parte de la banda sonora de los mejores y los peores momentos de tu vida, que siempre han estado ahí sin exigirte nada y que por fin los tienes delante tuyo y puedes confirmar al mundo entero que existen.
Por suerte hicieron un repaso de todas sus etapas. Desde su primer y ya lejano trabajo de 1974, Rocka Rolla, con Never Satisfied hasta su más reciente obra, el conceptual Nostradamus con Prophecy. Por el camino pudimos escuchar himnos atemporales como Metal Gods, Breaking the Law, Living After Midnight, ese clásico moderno de la banda en forma de declaración de principios llamado Judas Rising que casi me hace llorar de la emoción, unas Victim of Changes y Diamonds and Rust virtuosas que pueden considerarse el momento álgido del día, la inclusión de esas Hellion y Electric Eye que debían haber abierto el show pero que al menos no fueron olvidadas o una Painkiller que sonó como una apisonadora con un Rob Halford que lo dio absolutamente todo en los imposibles agudos de esta muestra de speed metal que serviría como piedra filosofal para cientos de bandas amantes de las tonos altos, los solos cortantes y los riffs imposibles a partir de los 90.
Hubo muchos momentos para el recuerdo y alguna ausencia. Lo mejor es que no se olvidaran ni de su etapa más denostada y comercial con Turbo Lover, que antes de empezar el concierto sonara por los altavoces War Pigs de Black Sabbath y que hicieran versiones de Joan Baez con Diamonds and Rust y Fleetwood Mac con The Green Manalishi (With the Two Pronged Crown) o tras el show que se dejara escuchar de nuevo por los bafles We're the Champions de Queen para homenajear a bandas que los inspiraron, que fueran cercanos con el público, que a pesar de la ausencia de K.K Downing, Ricihie Faulkner hiciera un trabajo de primera con la guitarra, que Scott Travis se dejara la vida con el doble bombo y que a Glenn Tipton se le notara en la cara que está profundamente orgulloso de su criatura que en breve dormirá el sueño de los justos.
Pero sobre todo es de recibo rendir pleitesía a ese ser humano de impagable entereza y talento llamado Robert John Arthur Halford. El hombre que podía utilizar un registro grave como agudo, que llegaba a tonos impresionantes en Sinner, Painkiller o A Touch of Evil (mi gran ausente del set list) que abandonó la banda en 1993 para volver diez años después por la puerta grande, que tuvo el valor de confesar su homosexualidad en un mundo rudo, varonil y a veces obcecado (quién lo diría) como el del heavy metal que lo recibió con la normalidad que merecía la noticia, que coqueteó en solitario con otros géneros como el thrash metal (Fight) y que sufrió que se rieran de su persona en aquella cosa horrible llamada Rock Star protagonizada por Mark Wahlberg y Jennifer Aniston.
Este señor que en pocos años podrá recibir gratis las medicinas en la farmacia, este abuelo del metal el Viernes pasado dio una lección de profesionalidad sin límites. Hacía tiempo que en directo se le veía mal, no llegaba a esos altísimos agudos que siempre le caracterizaron y no se movía a penas en el escenario, pero mis ojos y los de las otras miles de personas que me acompañaron ese día vieron a un hombre que lo dio todo, que cantó como hacía años que no se le escuchaba (desde la gira de su album en solitario Resurrection, aquel tour fue el que le menguo considerablemente su portentosa voz) y que nos regaló junto a sus cuatro compañeros una noche para marcarla a fuego y acero fundido en el calendario.
El día 18 de Mayo de 2012 será recordado por mí y unos cuantos más como una fecha especial. Una jornada de sueños cumplidos, de despedidas, de rememorar años pasados, de comunión entre música y sentimiento. Judas Priest parece ser, que ahora sí, nos dicen adiós, dejando tras de sí una discografía llena de éxitos y fracasos y entre los primeros una manita de obras maestras por las que nunca pasará el tiempo y actuaciones en directo para la estantería de la memoria. Esa noche sevillana de buena música, amistad, convivencia y nostalgia resonará por muchas años en mi cabeza, de esta manera podré decir cuando pase el tiempo aquello tan tópico pero verdadero de "Sí, yo estuve allí aquel día". Larga vida a Judas Priest y al heavy metal.
Battle Hym
Rapid Fire
Metal Gods
Heading Out to the Highway
Judas Rising
Starbreaker
Victim Of Changes
Never Satisfied
Diamonds and Rust
Dawn of Creation
Prophecy
Night Crawler
Turbo Lover
Beyond the Realms of Death
The Sentinel
Blood Red Skies
The Green Manilishi (With the Two Pronged Crown)
Breaking the Law
Painkiller
The Hellion
Electric Eye
Hell Bent for Leather
You've Got Another Thing Comin'
Living After Midnight
pues aun deben andar por casa de mis viejos el british steel, el point of entry y puede que alguno vinilo más, testimonio de mi temprana adolescencia metalera; si algún día te vienes por gijón traéte una maleta vacía, que te bajas con ella llena.
ResponderEliminarTe tomo la palabra, que tener un disco de los Judas en vinilo me hará soltar varoniles lágrimas de metal y si son varios ya te pongo un piso como si fueras mi amante.
ResponderEliminarja, jaaa, pues tendrás que ponerme un palacio, porque la lista es larga: judas, motorhead, whitesnake, iron maiden, quiet riot, saxon, s.hagar, m.schenker, rainbow, accept, t.nugent, ... (vamos, catálogo completo del metal de los primeros 80)
ResponderEliminarSi no fuera porque ahora también molas te diría lo de "Tú antes molabas, tío".
ResponderEliminarEn mi casa hay también una interesante colección de vinilos que ya no podemos escuchar porque no tenemos tocadiscos. Pero por desgracia mis padres rock y heavy poco, imperan la copla y las sevillanas, pero también hay lugar para música francesa (Charles Aznavour) Neil Diamond, Elvis Presley, The Beatles, Richard Clayderman, algo de música clásica Chaikovski. Pero vamos, que ni unos Pink Floyd, ni unos Black Sabbath, Deep Purple o Led Zeppelin, esos los he tenido que ir trayendo yo y claro, en cd, que se escucha cojonutem pero no tiene el encanto de los vinilos con esas pedazo de portadas.
ResponderEliminarArmín, dos discos de tus viejos (dos cualquiera de los que tienen de Elvis y de Los Beatles) valen más que todos tus CDs metaleros. Y eso aunque el de Elvis sea de villancicos y este rayado. Yeah!! Y, oye, por dos o trescientos de euros os podéis hacer con un giradiscos decente en la fnac, tíos, o menos, en el jodido Corte Ingles los hay por unos 150, que los he visto yo: si yo tuviera vinilos como vosotros, incluso sacrificaría unos meses compras en otros vicios para tener un reproductor de vinilos. Pero en mi casa, por no haber, no hubo ni reproductor de cassettes hasta que yo tuve quince años (y mono, además), creo que no he puesto una aguja sobre un disco en mi vida...
ResponderEliminarAsí que ya vez, Rever, ser joven, por unos motivos y otros, más para unos que para otros, ha sido triste toda la puta vida. Aunque lo triste no es tanto ser joven como pobre, para qué nos vamos a engañar...
http://www.iglesis.com/sonido-hifi/hifi/tocadiscos-lauson-cl135.html
ResponderEliminarNo tiene mala pinta (del todo)... Igual me animo y me quito esta frustración infantoadolescente... Aunque mejor no, que luego me dará por coleccionar vinilos, y ya tengo demasiados vicios.
Del de Elvis no te diré que no sea una joya (son tres vinilos), el de los Beatles era un 20 éxitos de oro que sólo contiene lo más comercial y accesible, de modo que mi primer contacto con los de Liverpool no fue todo lo placentero que me hubiera gustado, luego ya ahondando en su discos me di cuenta de lo clásico, que en sus temas menos conocidos (al menos para el gran público) es donde está el verdadero buen material.
ResponderEliminarhombre jorge, yo no era rico ni mucho menos, que mi colección de vinilos (y llegué a juntar varios cientos) me la hice a costa de privarme de otros vicios de juventud; aunque ahora que lo pienso tampoco; la verdad es no sé como lo hice, supongo que a base empezar muy joven y de ponerle mucha afición. conservo el equipo de música de la época (la ultima vez que fui a sony a arreglar el ampli -de válvulas- fliparon), aunque debo confesar que los vinilos los escucho menos de lo que debiera (y eso que algunos son verdaderas joyitas)
ResponderEliminarpor cierto, que así a lo pijo, la entrada sobre judas ya está la tercera en el ranking de las más visitadas. con un par.
ResponderEliminarSi es que ya lo decían los Prima Fea
ResponderEliminarhttp://www.youtube.com/watch?v=4-HZ_u1zfC8