domingo, 22 de abril de 2012

Verbo, poesía difusa



Título Original Verbo (2011)
Director Eduardo Chapero Jackson
Guión Eduardo Chapero Jackson
Actores Alba García, Miguel Ángel Silvestre, Najwa Nimri, Verónica Echegui, Macarena Gómez, Víctor Clavijo, Adam Jeziersky, Manolo Solo, Nasser Saleh Ibrihim, Michele Asante, Peter Peralta, Álvaro Cañete, Miriam Martín





El cineasta madrileño Eduardo Chapero Jackson se hizo un nombre bastante importante en los círculos del cine español independiente gracias a su labor como cortometrajista. Incluso de manera bastante atípica hace unos años se realizó un estreno oficial a nivel nacional en el que se proyectaron sus tres célebres y premiados cortometrajes: Contracuerpo, Alumbramiento y The End. Tras estos trabajos su llegada al largo era inevitable y bastante esperada por cierto público y la prensa especializada. Por desgracia el resultado no es el esperado.




Sara es una chica solitaria e incomprendida que se siente extraña y desubicada en el mundo en el que le ha tocado vivir. Sus padres la quieren pero no la entienden y sus amigos no comparten con ella su visión de la vida. Un día Sara decidirá buscar y encontrar a un extraño personaje llamado Lírico al que sólo conoce por unos graffitis a modo de pistas que finalmente le llevaran a un extraño y oscuro mundo subterráneo en el que deberá superar ciertas pruebas impuestas por un grupo de jóvenes rebeldes que al ser superadas le permitirán superar sus problemas personales.




Lo primero que quiero decir es que es algo muy de agradecer que un director español decida afrontar la que es su ópera prima de una manera formal poco convencional y hasta cierto punto arriesgada, entregándose a un tipo de dirección elegante y atractiva que apela a cierta poesía visual que acaba convirtiéndose en lo mejor de un, por otro lado, proyecto que más allá de su interesante look visual falla en bastantes apartados que hacen que la obra no sea del todo despreciable, pero sí fallida y en cierto sentido decepcionante, principalmente por atesorar un contenido que mezcla alarmantemente pedantería y concesiones a la galería con respecto al gran público, sobre todo el juvenil.




Verbo está dirigida a los adolescentes, no hay duda sobre eso. El problema de tal hecho es que Chapero Jackson para acercarse a ellos utiliza de manera arbitraria una amalgama de estilos de distintas tribus urbanas para llegar al mayor número de chavales y la mezcla es inviable. Desde una estética y filosofía deudora de la cultura hip hop con graffitis, rap (incluso la presencia del MC español Nach) o patinetas a una exposición vital cercana al (dudoso) ideario emo con un continuo desengaño con el mundo en el que viven, acto que supuestamente les aboca al suicidio. Esta mezcla de conceptos o ideas queda falsaria en pantalla y no permite un desarrollo coherente de la personalidad de la protagonista.




Chapero Jackson no lo deja ahí y al sumergirnos en el mundo subterráneo de Lírico toma referentes estéticos y tonales de Matrix cuando nos presenta a ese grupo de guerreros que se mueven como Morlocks en las alcantarillas de un mundo perdido o mirando más al pasado dejándose imbuir considerablemente por el look (hoy bastante pasado de moda) de Subway, la cinta de 1985 dirigida por el francés Luc Besson y protagonizada por Christopher Lambert e Isabelle Adjani cuando los vemos moverse entre las sombras con esas barras halógenas que utilizan como linternas para desplazarse por los túneles.




Toda esta mezcla de referentes no sería algo muy reprobable, de hecho no lo es, sino fuera porque el verdadero problema que hace fallar Verbo es en su contenido y lo que quiere contar y ahí es donde Chapero Jackson hiere de muerte a su cinta. El realizador madrileño quiere contarnos la clásica historia de adolescente alienado que debe buscarse a sí mismo para realizarse como persona, encontrar su lugar en un mundo al que no debe someterse, pero peca de pretencioso y discursivo tanto con la exposición de sus ideas en pantalla como por medio de unos personajes que aún viviendo en una especie de dimensión paralela onírica deberían ser creíbles para el espectador.




La voz en off es un recurso narrativo delicado. Si se utiliza con pericia puede enriquecer considerablemente una película (Blade Runner) pero si es mal usada puede no sólo no aportar nada, sino también lastrar el desarrollo de un largometraje (Black Dahlia). En Verbo la voz interior de Sara expone al espectador unas ideas de corte existencialista que  no se perciben como reales ni parecen propias de una chica de 15 años por muy soñadora que sea. Tampoco ayuda la continua referencia (aunque es encomiable el intento) de que una obra como Don Quijote de la Mancha de Miguel de Cervantes sobrevuele todo el metraje por el simple hecho de que Sara comparta una personalidad fantasiosa como la de Alonso Quijano.




Por otro lado los diálogos cuando estamos en el microcosmos en el que se mueven Lírico y su grupo (los del mundo real no tanto) suenan verdaderamente impostados, como si fueran un tutorial sobre filosofía de andar por casa. Chapero Jackson quiere ir más allá del típico manual de autoayuda cuando hace que el personaje de un esforzado pero poco convincente Miguel Ángel Silvestre guíe a Sara, pero el hecho de que hable rimando como si todo lo que saliera de su boca fuera una canción de rap queda mal expuesto y a veces incluso induce a la risa involuntaria.




Los actores hacen lo que puede con unos diálogos que suenan demasiado solemnes e ingenuos en sus bocas. La protagonista Alba García se esfuerza y hace hasta cierto punto creíble su aventura, en cambio los componentes de la banda de Lírico no consiguen ser convincentes como grupo de outsiders, los únicos que se salvan un poco de la quema son Miguel Ángel Silvestre y sobre todo Víctor Clavijo, aunque este es diana de uno de los apuntes de guión más reprobables. Macarena Gómez y Verónica Echegui no están en su mejor momento durante el film y lo del pobre Adam Jerzinsky es un visto y no visto. En cambio los actores que están el mundo real como Najwa Nimri, Manolo Solo o Nasser Saleh cumplen mejor con su labor interpretativa.




Verbo es una cinta fallida pero con cierto mérito. A Chapero Jackson le ha podido la ambición y ha querido contar de manera grandilocuente una historia que por medio de la humildad hubiera dado más y mejor fruto. Pero es innegable que aún buscando cierta comercialidad ha apelado a lo diferente (esos pasajes animados quedan bastante bien) y a querer ofrecer un tipo de cine español distinto al menos en su envoltura. Esperemos que para la próxima vez encauce ese talento latente que ciertamente tiene y nos regale una obra acorde con sus dotes como director, que están ahí, pero todavía no han salido del subsuelo.



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