Director José Luis Garci
Guión Horacio Valcárcel y José Luis Garci
Actores Alfredo Landa, María Casanova, Miguel Rellán, Arturo Fernández, José Bódalo, Rafael de Penagos, Agustín González, Manuel Lorenzo
Tras el éxito internacional de su anterior película, aquella excesivamente bienintencionada y en ciertos momentos memorable Volver a Empezar, protagonizada por el gran Antonio Ferrandis, ganadora del Oscar a la película de habla no inglesa en 1982 y que ni era una reprobable oda al sentimentalismo, como decían unos, ni una obra maestra, como proclamaban otros, José Luis Garci decidió volver a dar vida en imágenes a Germán Areta, el protagonista de su celebrada obra El Crack, estrenada en 1981, al que dio cuerpo y voz un inmenso Alfredo Landa alejado de los papeles de comedia que le encumbraron y con los que llegó a crear un subgénero tan relevante desde un punto de vista antropológico en lo referido a nuestro país como evitable en lo cinematográfico.
El Crack era un rendido homenaje a la literatura negra por parte de José Luis Garci, de hecho el largometraje se abría con una dedicatoria al escritor norteamericano Dashiell Hammett, por el que el español siempre ha profesado honda admiración. El director de You're the One demostró con aquel trabajo, posiblemente el mejor de su extensa carrera, un pulso magnífico para el cine de género noir que ya se dejaba notar con el magnífico inicio de la película, ese que, sabiendo de su pasión por cierto cine español, no sería descabellado pensar que pudiera haber servido de inspiración para que Quentin Tarantino ideara el memorable pasaje de la cafetería que abría y cerraba la monumental Pulp Fiction.
La película apelaba a un tono clásico y melancólico, indivisible a la impronta de su máximo responsable, que sobrevolaba la totalidad del metraje. José Luis Garci, junto a su habitual co guionista Horacio Valcárcel, sabía controlar los resortes del género y ofrecía un producto sólido, atípico para el cine español de la transición más centrado en temas sociales por aquel entonces, y conseguía una cinta remarcable en no pocos aspectos. Aunque es cierto que el punto fuerte del producto era un enorme Alfredo Landa que empezaba a dar muestras de sus innegables dotes para papeles dramáticos alejados de la comedia y que llegarían a su culmen unos años después con su papel en la descomunal Los Santos Inocentes. Germán Areta era el pilar sobre el que se sustentaba todo el film, convirtiéndolo en un vehículo para su propio lucimiento.
El Crack 2 recupera al personaje del expeditivo detective Germán Areta (Alfredo Landa) que en esta ocasión se ve sumergido en un caso de celos entre una pareja de homosexuales que esconde detrás de su entramado una historia mucho más compleja y retorcida. Uno de los dos hombres, que solicita los servicios del protagonista, trabaja en una importante empresa farmacéutica y al poco tiempo tanto él como su compañero sentimental aparecen muertos en lo que parece un supuesto crimen pasional. Areta cree que detrás de este atípico y salvaje asesinato hay algo mucho más grande y con la ayuda de su compañero "Moro" (Miguel Rellán) llevará la investigación demasiado lejos con resultados trágicos para varios de sus implicados.
El Crack 2 es tanto una secuela como una revisión de su antecesora. Esto se deja notar desde la dedicatoria a Raymond Chandler, autor literario al que Garci dedica esta segunda parte, que abre el largometraje hasta ese inicio, casi intercambiable con el de la primera entrega, en el que unos pocos gestos y actos ratifican al personaje principal como un hombre duro, íntegro y melancólico Germán Areta de nuevo está acompañado por su compañero Moro, Miguel Rellán dando el toque cómico al film, al que se suma María Casanova como Carmen, la mujer de Germán, un rol con bastante menos peso que los dos anteriores, pero con cierta importancia en la construcción del relato. También tenemos, de nuevo, a uno de los grandes de nuestro cine, José Bódalo, dándole excelentemente la réplica a Alfredo Landa en un rol secundario.
La historia es más compleja que en la primera parte y tiene un toque más comprometido desde un punto de vista social, con todo lo referente a el tráfico comercial de medicamentos defectuosos. Al ser la trama más elaborada y alambicada el ritmo del film es más pausado, pero en ningún momento aburre o se muestra distante de cara al espectador. En ese sentido interesante es la breve aparición del personaje de un Arturo Fernández con el que José Luis Garci y Horacio Valcárcel juegan magistralmente a la descaracterización, ya que al principio nos es retratado como un hombre afable y atento con sus hijos, igual que en sus roles habituales en el cine español de la época, para después mostrárnoslo como un despreciable empresario al que poco importa la ilegalidad y el peligro de sus negocios si con ellos puede mantener su alto nivel de vida.
Garci está acertado con la dirección, sabe sacar partido a los grandes angulares y la profundidad de campo, además su tono por aquel entonces apelaba más al clasicismo bien entendido que a lo carpetovetónico, algo en lo que sí caen algunas de sus últimas obras. Al igual que en la primera parte el madrileño y su colaborador en la escritura saben medir el suspense, como se puede ver en pasajes como el del cine con la nada gratuita proyección de La Jungla del Asfalto, de John Huston, la última escena del personaje al que da vida Miguel Rellán o la ya mencionada secuencia que abre el film y que implica al coche de Areta y un grupo de delincuentes. El guión es inteligente y sólido, atesora algunos momentos remarcables y en él tanto el director como Horacio Valcárcel ejecutan ciertos diálogos brillantes entre los que destacan, como era de esperar, las frases lapidarias que suelta el bueno de Germán.
Es una pena que José Luis Garci, autor de bastantes largometrajes que me gustan considerablemente, no haya vuelto nunca a este género que tan bien conocen y entiende. Una pieza como El Crack 2 es una interesante muestra de cine de género patrio, una rareza para su época (las secuelas no han sido algo habitual del celuloide español hasta la llegada de las sagas Torrente o [REC·], franquicias de un cariz mucho más comercial) que estaba a la altura de su predecesora y ofrecía buen celuloide negro sin concesiones ni adulteraciones inadecuadas. Por desgracia el director de El Abuelo o Canción de Cuna nunca llevó a imágenes esa tercera parte con el terrorismo de ETA como interesante trasfondo, podría haber salido algo muy interesante de ese proyecto que por desgracia ya nunca verá la luz.
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