Título Original Starship Troopers (1997)
Director Paul Verhoeven
Guión Ed Neumeier basado en la novela de Robert A. Heinlein
Tras el escándalo que supuso esa recuperable oda a lo hortera y lo grueso que responde al nombre de Showgirls, vendida como una película orgullosa de su calificación moral NC-17 (la antigua X), mal recibida en la taquilla, masacrada por la crítica, ganadora de varios Razzies (el holandés fue a recoger el suyo al peor director, siendo el primer galardonado de la historia de los premios que iba a recibir el suyo en persona, dando muestra de su buen sentido del humor) y posteriormente marcando un hito por sus bestiales ventas en el mundo del mercado del nostálgico VHS, Paul Verhoeven decidió volver al género que le dio fama en Hollywood. La ciencia ficción.
El director de El Cuarto Hombre o Eric, Oficial de la Reina (Soldaat Van Oranje) escogió un proyecto de gran presupuesto en el que, con la ayuda del guión de Ed Neumeier, adaptó un libro del novelista norteamericano Robert A. Heinlein editado en 1959, Starship Troopers. El escrito que narra una batalla intergaláctica entre un ejército de humanos y unos insectos extraterrestres ganó el prestigioso premio Hugo (que anualmente galardona los mejores trabajos literarios de temática sci fi ya sean novelas, relatos cortos o cómics) pero siempre ha sido muy controvertido por ser considerado una apología pro-belicista que ensalza las supuestas virtudes y bondades del arte de la guerra.
Paul Verhoeven y Ed Neumeier (bastante implicado en el proyecto ya que también era coproductor del largometraje) decidieron abordar el libro desde un punto de vista crítico y muy ácido, haciendo una versión muy sui generis del mismo que paradójicamente y de una manera muy original ponía en entredicho todo lo que enaltecía Heinlein en el relato. Starship Troopers fue una enorme y desprejuiciada broma cósmica cinematográfica que en 1997 el mundo no estaba preparado para entender o valorar en su justa medida.
Panfleto fascista, discurso pro-nazi, apología de la guerra, soflama militarista, glorificación del imperialismo. Estas fueron algunas de las definiciones que recibió la película de Paul Verhoeven (ese hombre que durante la ocupación alemana de su Holanda natal vio como el ejército de Hitler masacraba a vecinos y amigos suyos y que siempre ha mostrado su rechazo por los extremismos políticos), tanto por parte de la prensa especializada conservadora como progresista. Hasta compañeros de profesión como el japonés Takashi Miike dijeron sorprenderse por el supuesto mensaje reaccionario del film.
Starship Troopers es una sátira que hace mofa por medio de la parodia y la hipérbole de temas con el militarismo, la guerra, el imperialismo, el patriotismo recalcitrante y de cómo esos ideales llevados a extremos pueden introducirnos como personas y ciudadanos en el fascismo puro y duro. Me parece realmente extraño que fueran pocos los espectadores que entendieran la broma de Paul Verhoeven y más si tenemos en cuenta que este film no deja de ser un extensión y ampliación de ideario de aquella magnífica pieza de culto llamada Robocop.
Aquella producción de 1987, que supuso el debut de Verhoeven en Hollywood y que no se le hubiera asignado si previamente no hubiera realizado Los Señores del Acero (Flesh & Blood), contenía debajo de su carcasa metalizada de cine de ciencia ficción un puñetazo con guante de kevlar en pleno rostro de la América neoconservadora de Ronald Reagan, retratando una distopía brutalmente desesperanzada en la que las fuerzas de la ley estaban privatizadas y controladas por corruptas multinacionales y realizando el fresco de una sociedad autodestructiva en la que los políticos tenía vínculos directos con los criminales más peligrosos de la ciudad de Detroit mientras la globalización devoraba el país.
Desde el minuto uno que abre Starship Troopers, con uno de esos vídeos de propaganda bélica que no sólo satirizan los utilizados por los ejércitos alemán y estadounidense durante a la segunda guerra mundial, sino también films realizados bajo el amparo del régimen nazi como El Triunfo de la Voluntad de Leni Riefenstahl, ya tenemos los primeros apuntes paródicos de tono muy ácido. En todos esos vídeos promocionales (que ya estaban con su tono irónico en Robocop) vemos burradas que de ninguna manera un director con el bagaje e inteligencia de Verhoeven podría tomarse seriamente o con solemnidad. A partir de aquí cuidado con los spoilers.
Un niño sale de entre las filas de ejército con el uniforme pidiendo ser reclutado y el resto de militares le ríen la gracia, un grupo de soldados reparte armas de asalto a críos que se pelean por ellas como si fueran juguetes, una madre salta histérica por la alegría de ver a sus hijos pisotear a unos pequeños escarabajos disfrutando al ver como empiezan a amar la guerra y el odio contra los extraterrestres desde la infancia, un traidor humano (el mismo guionista del film en un cameo) que ha colaborado con los bichos será capturado, juzgado y condenado a muerte en el mismo día y su ejecución será "retransmitida en todos los canales" y en horario infantil.
Después nos introducimos por medio de los personajes (inteligentemente elegidos entre las series de televisión juveniles de la época, a cada cual de ellos peor actor, idea acertada para mostrar sus pocas entedederas y excesivo culto al cuerpo) en una sociedad miltarizada que sólo permite el derecho a voto a aquellas personas que ingresen en el ejército y en la que el profesor Rascszak (grande Michael ironside) anima a su clase a alistarse en el ejército, exponiendo así a sus alumnos una declaración de principios en la que proclama el fracaso de la democracia y que la única vía aceptable para la sociedad es la fuerza y la violencia.
Posteriormente veremos a un oficial de reclutamiento alegrarse de que que la infantería haya hecho de él hombre que es hoy en día (cuando al individuo en cuestión le faltan las dos piernas y un brazo), que los vídeos caseros que utilizan los soldados para enviar saludos a familiares, amigos o parejas pasan por un estrcito filtro de censura del ejército, que la guerra contra los bichos no la empezaron las criaturas en concreto, sino ciudadanos humanos (mormones extemistas concretamente) que ocuparon su planeta y dieron pie a que los insectos gigantes se defendieran, que la inteligencia militar humana viste uniformes muy parecidos a los de los nazis y que no se apiadan a la hora de enviar soldados rasos a misiones suicidas o que los militares no quieren arrasar el planeta P (salvando de esta manera a sus muchachos que están en el frente) porque lo que quieren es colonizarlo.
Si a estas alturas alguien no se da cuenta de que todo el largometraje es una brutal crítica al imperialismo, a la gradual y radicalizada militarización imperante en Estados Unidos con la que le lavan la cabeza a niños (genial el apunte de que el reemplazo de Rico y sus compañeros sean críos de no más de 15 años) para "morir con honor por su país" y que este camino sólo lleva a regímenes dictatoriales puros y duros, ni Paul Verhoeven como director, ni Ed Neumeier como guionista, ni un servidor como admirador de la película podemos poner más de nuestra parte para llevar a buen puerto tal empresa.
Ya en un plano más extrictamente cinematográfico se puede afirmar con exactitud que el acabado técnico de Starship Troopers es sencillamente prodigioso. Las escenas de batalla están rodadas con fuerza y esa violencia muy Verhoeven (deudora, una vez más, de Robocop o Desafío Total) que es mostrada en pantalla en toda su crudeza (llegando en ocasiones al efectismo) ya que la misión del director de El Libro Negro es mostrar los estragos de la guerra y que morir en el campo de batalla no tiene nada de honroso o romántico. Los efectos digitales mantienen considerablemente la compostura después de 15 años y las escenas de acción son intachables, destacando ese pasaje en el que los aviones bombardean a los insectos y que dio pie a la mayor explosión en cadena de la historia del cine.
El reparto de actores jóvenes es nefasto (salvemos a Neil Patrick Harris, que años después nos deleitaría con su mítico Barney Stinson en Cómo Conocí a Vuestra Madre) pero intencionadamente. Todos los actores son guapos, de cuerpos apolineos y porte estilizado, en resumidas cuentas, de raza aria. Es más, muchos de ellos, como he mencionado con anterioridad, venían del mundo de la televisión (concretamente el actor Patrick Muldoon era uno de los protagonistas de Melrose Place) y son la carne de cañón o el medio por el cual Verhoeven y su guionista hacen llegar el mensaje del film al espectador. La historia que se narra con ellos como protagonistas es tópica y trillada hasta lo insultante porque los personajes deben ser retratados como animales impulsivos unineuronales y de mentalidad maleable.
A pesar de que el largometraje era un proyecto de encargo posee una coherencia desarmante con respecto al resto de la filmografía de Paul Verhoven, teniendo sus mayores referentes en Desafío Total y Robocop. Curiosamente el guionista de esta última lo es también de Starship Troopers, confesando que escribió el libreto pensando más en la cinta protagonizada por Peter Weller que en el mismo libro de Robert A. Heinlen que adaptaba con él. El tono cínico y cruel de la propuesta, la visceralidad con la que elimina a personajes (esta constante ya estaba en sus primeros films, ahí tenemos Delicias Turcas como ejemplo) la mirada crítica contra la sociedad occidental y su carnalidad bordeando lo escatológico como concepto son señas de identidad del realizador de Instinto Básico.
Formalmente Starship Troopers no es un gran film más allá de su acabado técnico, pero su corrosivo mensaje y su lacerante retrato de lo que podemos acabar siendo social y políticamente si seguimos por el camino que llevamos transitando desde hace años es su hallazgo más notorio y remarcable. Incluso su visión sobre el ejército invadiendo ilegalmente un terreno extranjero por el puro interés económico se mostró cruelmente premonitoria cuando en 2003 comenzó la invasión norteamericana a Iraq. Al igual que productos como Buffalo Soldiers de Gregor Jordan, el tiempo la pondrá en su sitio junto a otras sátiras antibélicas como M.A.S.H, Trampa 22 Johnny Cogió Su Fusil o Teléfono Rojo, Volamos a Moscú (Dr Strangelove) pero como es lógico salvando las considerable distancias que hay entre unos proyectos y otros.
Desde este humilde blog quiero reivindicar la figura de Paul Verhoven, uno de los directores más minusvalorados del panorama cinematográfico. Un autor que huyó de su Holanda natal por ser demasiado incómodo como cineasta para aquel país (films como Delicias Turcas o Spetters fueron muy polémicos en su momento) para ir a Estados Unidos y hacer lo propio con cada uno de los proyectos en los que se embarcaba. Hablamos de uno de los directores más incómodos y personales (todos y cada uno de sus films, hasta los más comerciales tiene su sello, incluso los fallidos como El Hombre Sin Sombra) en el séptimo arte de los últimos 30 años que rompió tabúes dentro de géneros tan dispares como el bélico, el medieval o la ciencia ficción mostrando cuan vulnerable, egoista y sucio puede mostrase el ser humano.
Hace tiempo quise dedicarle una entrada monográfica a su filmografía, pero cedí con respecto a ello debido a que seguramente su extensión sería un poco inadecuada (estos 17 párrafos sólo para Starship Troopers me dan la razón) para una amena lectura del tirón. De modo que poco a poco iré comentando toda su obra (seguramente en orden no cronológico) desde sus inicios en Holanda hasta la que me parece su mejor obra, El Libro Negro que también supuso su regreso al cine europeo. Todo esto lo llevaré a cabo porque me parece que merece la pena hablar de uno de los cineastas más iconoclastas, sinceros y libres que ha ofrecido el mundo del cine en mucho tiempo. ¿Desea saber más?.
Queremos saber más, claro que sí, es un cineasta sumamente interesante, además, en cada filme, suele sacar alguna teta que siempre ameniza.
ResponderEliminarEl Libro Negro es caso aparte, de mis películas favoritas de la década pasada, sin discusión, no sabía absolutamente nada de ella cuando la ví y me quedé prendado desde el primer fotograma.
El sexo, el tratamiento crudo de la violencia y los retratos críticos sobre una sociedad puritana, hipócrita o la revolución (del tipo que sea) explotando dentro de ella para ponerla patas arriba son muchas de sus constantes autorales y todas son interesantes desde el punto de vista que usa para analizarlas.
ResponderEliminarLa gente lo conoce por el tío de Robocop, el que enseñó los bajos de Sharon Stone al mundo en un mítico cruce de piernas o el que ultrajó la película aquella hortera de bailarinas en Las Vegas, pero detrás de todo eso hay mucho más. Un autor a seguir de cerca desde siempre, con sus altos y su bajos, pero nunca carente de interés.
Para mí El Libro Negro también es de las mejores cintas de la pasada década y la que me parece su obra más completa, la que contiene en su interior todo su discurso como autor.
Me fascina que casi nadie pillara en su momento que esta película era pura ironía, cuando a mi me quedaba perfectamente claro a los 12 años.
ResponderEliminarYa llegó el enteradillo de turno, ea.
ResponderEliminarPd: Pero que sí, que tiene usted razón.
Si no entendieron lo de gracias al ejercito soy el hombre que soy cuando le faltaban brazos y piernas, es que Einstein se equivoco en el nivel de la estupidez humana. No es infinita, es mayor
ResponderEliminarHay miles de detalles desde que empieza la película hasta ese último vídeo con el célebre "Y seguiran luchando... y vencerán" en el que hay un tono de ironía, crítica y mala baba impresionante, muy a lo Verhoeven de su etapa americana, que se fue a allí para reírse de la manera de hacer cine de Hollywood desde las mismas entrañas de la industria.
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