Título Original Three Billboards Outside Ebbing, Missouri (2017)
Director Martin McDonagh
Guión Martin McDonagh
Reparto Frances McDormand, Woody Harrelson, Sam Rockwell, John Hawkes, Peter Dinklage, Caleb Landry Jones, Lucas Hedges, Abbie Cornish, Brendan Sexton III, Samara Weaving, Kerry Condon, Nick Searcy, Lawrence Turner, Amanda Warren, Michael Aaron Milligan, William J. Harrison, Sandy Martin, Christopher Berry, Zeljko Ivanek, Alejandro Barrios, Jason Redford, Darrell Britt-Gibson, Selah Atwood
El londinense Martin McDonagh ya era un reputado dramaturgo en las tablas de Reino Unido cuando debutó en la dirección cinematográfica en 2008 con Escondidos en Brujas (In Bruges), aquella peculiar cinta de mafiosos de poca monta localizada en la preciosa ciudad belga y protagonizada por Colin Farrell, Brendan Gleeson y Ralph Fiennes. Tras ella llegó en 2012 Siete Psicópatas, otra pieza sobre gangsters con un reparto internacional que confirmó el llamativo estilo para la escritura y dirección cinematográfica de su autor. Un lustro ha tenido que pasar para McDonagh estrene su tercer largometraje detrás de las cámaras, pero la espera ha merecido totalmente la pena si tenemos en cuenta que con su último trabajo nos encontramos con su mejor obra y uno de los proyectos más interesantes del pasado año 2017.
Three Billboards Outiside Ebbing, Missouri cuenta ahora mismo con un interminable palmarés de premios internacionales obtenidos en festivales como Venecia, San Sebastián, los BAFTA, los Spirit Award, los Globos de Oro y culminando el pasado domingo cuando recibió dos merecidísimos Oscars a mejor actriz para Frances McDormand y mejor actor secundario para Sam Rockwell. Este enorme reconocimiento en forma de galardones ponen colofón a la carrera de la que podemos considerar una de las mejores películas del presente 2018, teniendo en cuenta que en España se ha estrenado en el presente año. Prensa especializada y público están de acuerdo con respecto a cantar alabanzas hacia la tercera película de Martin McDonagh y a un servidor, que la ha visto recientemente, no le queda más remedio que unirse a la opinión generalizada porque indudablemente nos encontramos ante una muestra de cinematografía sencillamente brillante.
Mildred Hayes (Frances McDormand) tiene 50 años y vive en el pueblo de Ebbing, en Missouri. Después de que su hija haya sido violada y asesinada sin que se haya realizado ninguna detención por parte de la oficina del sheriff local Bill Willoughby (Woody Harrelson) tomará la decisión de alquilar tres vallas publicitarias a las afueras que utilizará para acusar a las fuerzas de la ley de su ineficacia a la hora de investigar el caso. Esta decisión por parte de Mildred despertará la ira de gran parte de sus vecinos y más concretamente la de Jason Dixon (Sam Rockwell) el ayudante del sheriff, un tipo de modos poco ortodoxos al que se acusa de haber torturado a un chico negro de la localidad. La tozudez de esta madre que no acepta un no por respuesta y los efectos que sus actos producirán en su propia familia y la de los implicados en la investigación del crimen que cometieron con su hija desembocarán en una serie de hechos que revolucionarán la tranquila vida de este pequeño pueblo del medio oeste de Estados Unidos.
Es curioso como algunas de las miradas más interesantes que se han realizado sobre Estados Unidos en el séptimo arte vienen de autores extranjeros, algunos de ellos sin haber pisado nunca el país de las barras y estrellas. El Wim Wenders de Paris, Texas, el Lars Von Trier de Dogville o Manderlay o el Ang Lee de La Tormenta de Hielo, Brokeback Mountain o Cabalga Con el Diablo han ofrecido largometrajes que plantean una perspectiva poco habitual de norteamérica sin las habituales adhesiones a las que suelen recurrir los cineastas oriundos de aquellas tierras. Martin McDonagh se une a esta galería de profesionales del medio que nos hablan de las virtudes y miserias de la América Profunda sin la necesidad de formar parte de la misma. El resultado es un retrato veraz y naturalista que no hace concesión alguna a la hora de personificar sin medias tintas a ciudadanos, representantes de la ley y delincuentes de distinto tipo gracias al buen hacer en todos los apartados que dan forma a la compacta obra cinematográfica.
Desde que tuviera su puesta de largo internacional en el festival de Venecia lo que más se ha comentado con respecto a Tres Anuncios a las Afueras es la enorme deuda que tiene con el cine de los hermanos Coen, y no sólo por tener a una de sus actrices fetiche como protagonista. Pero los que seguimos la carrera cinematográfica de Martin McDonagh sabemos que la influencia de los directores de A Propósito de Llewyn Davis o ¡Ave César! ya venía de sus anteriores trabajos. No era difícil encontrar personajes "coenianos" en los pintorescos hampones de Escondidos en Brujas o Siete Psicópatas, pero en honor a la verdad también debemos afirmar que la que nos ocupa es la película del cineasta británico que más se acerca al espíritu de dichos autores con una trama que nos trae a la mente piezas magistrales como Fargo, No Es País para Viejos o Valor de Ley ofreciendo una mixtura de géneros que puede parecer desconcertante, pero cuya coherencia conceptual y narrativa se antoja intachable.
Porque es ineludible que Tres Anuncios a las Afueras se vertebra sobre una historia dramática como la violación y asesinato de una adolescente y la lucha porque se haga justicia a manos de su aguerrida madre. Pero al autor propenso a la comicidad incómoda que en sus dos films previos cargó las tintas con humor negro no puede evitar hacer acto de presencia en la obra que nos ocupa y cuando lo hace, contrariamente a lo que pudiera parecer, en ningún momento descompensa la tonalidad dura y seca en la que se sustenta el relato. De hecho gran parte de los pasajes más descacharrantes los protagonizan los personajes de Mildred y Dixon, el primero por su carácter duro e intransigente y el segundo por su supuesta ineptitud como ayudante del sheriff, señas de sus respectivas personalidades que darán lugar a situaciones que arrancarán carcajadas con temas que tienen poca o ninguna gracia.
Moviéndose a placer entre estos dos géneros, con una construcción de personajes brillante y unos diálogos tocados por el don de la inspiración el guión de Martin McDonagh diseña con solidez una propuesta en la que los claroscuros y los tonos grises pueblan una historia en la que no encontramos héroes ni villanos, sino personas reales que pueden llegar a cometer terribles errores en pos de una causa noble. De esta manera asistiremos a situaciones en las que una buena ciudadana realiza actos muy curstionables con resultados catastróficos o a una persona despreciable, casi un descerebrado, intentando ayudar al prójimo aunque con ello tenga que poner en entredicho su cuestionable sistema de valores. En un segundo plano queda la resolución del caso del crimen y la identidad de la persona que lo perpetró, algo que no interesa tanto al guionista y director como las relaciones interpersonales entre los personajes.
Desde el punto de vista de la dirección McDonagh apela a la contención visual y formal, utiliza una puesta en escena árida y austera, muy deudora del western, en concordancia con los paisajes del medio oeste que está retratando. Sin aspavientos, ni decisiones caprichosas con la cámara deja que los encuadres respiren, que los actores se apoderen del núcleo vertebral del relato y en casi ningún momento copa protagonismo por medio de la realización que siempre es acerada y muy profesional, menos histriónica que en sus largometrajes previos. Esta decisión le permite que al optar por ejecutar algún alarde técnico inesperado como el brutal plano secuencia centrado en Dixon, que es un prodigio de planificación y coreografía a pesar de su sencillez, o los dos pasajes relacionados con incendios sean recibidos postivamente por un espectador que comprende que se encuentra con un cineasta que tiene un control impecable del material que posee en sus manos.
El que esto firma ya sabía antes de ver Tres Anuncios a las Afueras no sólo que Frances Mcdormand iba a estar brillante en su papel protagonista, sino también que el Oscar a la mejor actriz del presente año no se lo arrebataría nadie, ya que no hay más que echar un vistazo a su carrera para saber de qué clase de intérprete estamos hablando . Rostro rocoso, ironía en cada palabra que espeta, una contención hasta en los momentos más duros o un control voraz de la gestualidad y el lenguaje corporal hacen de la Mildred Hayes de la protagonista de Agenda Oculta un personaje brillante, que no duda en abrazar el feismo, la mundanidad y el realismo sin ampararse en ningún tipo de artificio o superficiliadad mal entendida. Ella es la película y sobre sus hombros recae la mayor parte del peso del proyecto gracias a su veteranía incuestionable y a la confianza que su guionista y director deposita en la profesionalidad que lleva destilando desde que se diera a conocer con Sangre Fácil (Blood Simple) en los primeros 80.
Pudiera parecer que Frances McDormand eclipsa totalmente al resto del reparto y que con su excelsa labor sólo deja las migajas a sus compañeros. Nada más lejos de la realidad, Martin McDonagh reune un excelente equipo de profesionales en el que vemos los rostros de grandes secundarios, poco reconocidos, como John Hawkes, Zeljko Ivanek, Peter Dinklage, Abbie Cornish o Caleb Landry Jones devorando cada uno de los escasos encuadres en los que hacen acto de presencia. Todos comandados por un memorable y ambiguo Woody Harrelson cuya importancia en la historia torna en ubicua cuando ya no hace acto de presencia en pantalla (genial su conversación sobre penes y Oscar Wilde con su mujer, la secuencia en la cuadra de caballos y el contenido de esas tres cartas) pero sigue copando una vital importancia en el relato sobre todo con respecto a la resolución del caso de asesinato por el que Mildred está dando casi la vida.
Pero si hay un actor secundario que rompe todos los esquemas con su composición es Sam Rockwell dando vida al ayudante del sheriff Jason Dixon. Actor de reparto con vocación de robaplanos en producciones como La Milla Verde o El Asesinato de Jesse James Por el Cobarde Robert Ford que ya dio muestras de ser capaz de ejecutar protagónicos nada complacientes en films como Moon o Confesiones de Una Mente Peligrosa, Rockwell da vida a un redneck con placa, un tipo violento y agresivo que seguramente eligió ese oficio para poder descargar su ira con el prójimo y que mantiene una peculiar relación con su madre llegando a convertirse a lo largo del devenir de acontecimientos que construyen la trama de la película en una persona que poco o nada tiene que ver con ese inepto uniformado que no se enteraba de nada de lo que acontecía a su alrededor durante los primeros compases del metraje. Su trabajo es enorme y los galardones que está recibiendo por él no sólo son merecidos, también dan reconocimiento a una de las carreras más infravaloradas del Hollywood reciente.
Tres Anuncios a las Afueras, que podría compartir sesión doble con aquella excelente rareza poco conocida llamada Small Town Murder Songs, es la confirmación de Martin McDonagh como un talento a seguir de cerca dentro del medio cinematográfico. Su tercer largometraje también nos sirve de recordatorio con respecto a que Frances McDormand es una de las mejores actrices de su generación, una profesional que no se prodiga demasiado gracias a su especial talento para elegir proyectos siempre interesantes a los que aporta su sabiduría y buen hacer para que otros intérpretes, como los que la acompañan en esta ocasión, se crezcan en pantalla y consigan estar a la altura de las circunstancias. Un servidor es un gran admirador de Guillermo del Toro y supone toda una alegría que haya conseguido el merecido Oscar al mejor director, pero el pasado domingo La Forma del Agua no debería haberse alzado con un galardón a la mejor película que esta historia sobre desarraigo, compromiso y miseria moral debería haberse llevado a casa.
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