“No eres súper, eres una maldita bomba de relojería”
Después del excelente recibimiento que tuvo Daredevil la asociación entre Marvel Television y Netflix alumbró la segunda serie inspirada en personajes de la Casa de las Ideas y en dicha ocasión decidieron llevar a imagen real la colección Alias, que el guionista Brian Michael Bendis y el ilustrador Michael Gaydos habían diseñado para el sello MAX, dirigido a lectores adultos, de Marvel Comics. Con la guionista y productora Mellisa Rosenberg (Dexter, Birds of Prey) en labores de showrunner y la actriz Krysten Ritter (Breaking Bad) dando vida a la investigadora privada, y ex superheroina, Jessica Jones, la primera temporada de la serie homónima tuvo una muy buena acogida y agradó tanto a los fans de las viñetas como al público generalista. Después de haber formado parte de The Defenders junto al ya citado Daredevil, Iron Fist y Luke Cage la propietaria de Alias Investigations vuelve en 2018 con la segunda temporada de su show en solitario que la plataforma de streaming estrenó íntegra el pasado día 8 de Marzo, Día Internacional de la Mujer. Vaya por delante que al que esto suscribe la primera tanda de episodios de Jessica Jones le causó una notable indiferencia, sin parecerme un mal producto, pero sí una serie que no me transmitía las buenas sensaciones que la mayor parte de espectadores habían experimentado con ella. Por suerte mi parecer ha cambiado considerablemente con esta segunda entrega, que sin encontrarse entre las mejores propuestas del tándem Marvel/Netflix, sí me ha parecido un excelente proyecto muy superior a la primera. A continuación incluiré algunos importantes spoilers para hablar en profundidad de la temporada.
Esta segunda temporada de Jessica Jones supone un notable cambio con respecto a la primera, tanto en el tono con el que está abordada como producto televisivo como en lo referente a los personajes, mucho más importantes en esta ocasión para el devenir de acontecimientos que cimentan la serie. Melissa Rosenberg y sus colaboradores se han preocupado de mantener, e incluso acentuar, esa inteligente mezcolanza entre relato neo noir y aventura con apuntes superheróicos, pero el matiz es mucho más crudo, violento, incitándonos en todo momento a temer por la integridad física y psicológica, no sólo de Jessica Jones, sino también del resto de personajes secundarios que en esta ocasión están mucho mejor perfilados y definidos que en la primera tanda de episodios. Malcolm (Eka Darville), Trish (Rachael Taylor), Jeri (Carrie-Anne Moss) dejan de ser complementos, excusas narrativas para potenciar el rol protagonista y comienzan a personificar subtramas personalizadas en las que luchan contra sus propios demonios internos, tienen que enfrentarse a dilemas morales o adicciones destructivas que repercutirán tanto en ellos mismos como en los que les rodean. Gracias a esta decisión de guión los amigos de Jessica evolucionan como seres tangibles y acaban la temporada habiendo pasado por un proceso de cambio más que notorio.
Como es lógico de esta positiva decisión en lo referente al retrato de personajes quien más se beneficia es la propia Jessica Jones. Esta segunda temporada como tal ejerce el rol que debería haber tomado la primera, dar origen a los poderes de su protagonista y hablarnos de su génesis como personaje de ficción por medio de una trama central que con la excusa de las típicas investigaciones detectivescas va desenmarañando la telaraña que da forma a su pasado tomando como núcleo central el accidente de tráfico en el que murieron sus progenitores y su hermano, siendo ella fue la única superviviente. Desde esta perspectiva el rol de una Krysten Ritter excelente, que supera con creces su trabajo previo en la serie, se ve brutalmente enriquecido con el personaje de su madre, Alisa Jones, interpretada por una actriz brillante como la británica Janet McTeer (La Mujer de Negro). Jessica se enfrenta al dilema que supone haber encontrado a su madre supuestamente muerta por un lado y tener que tratar con ella con una mujer inestable psicológicamente que ha demostrado sobradamente su instinto asesino. Por suerte no tenemos un rol unidimensional al uso, ya que todo lo relacionado con la progenitora de la investigadora privada está repleto de pequeños detalles, matices, una construcción minuciosa de su personalidad que tiene su momento álgido en la relación que mantiene con los dos tipos diferentes de guardias que velan por su cautiverio una vez se encuentra encarcelada en “La Balsa”.
Esta segunda temporada de Jessica Jones ha contado con un gran número de mujeres guionistas y exclusivamente directoras en todos y cada uno de sus episodios, algo que un servidor no sabe si ha influido en la considerable mejora de la serie, pero que esto ha sucedido es un hecho fehaciente. Como ya hemos mencionado los guiones profundizan más en los personajes, sus acciones tienen consecuencias que en algunas ocasiones no tienen vuelta atrás, la historia toma una dimensión que la primera temporada ni llegó a vislumbrar y se adentra en terrenos de una notable ambigüedad que se extienden a los mismos protagonistas mostrando una visión nada complaciente de Jessica que alejada del perfil ortodoxo superheróico gana enteros al debatirse entre si es una vigilante o un experimento científico andante con un latente instinto homicida a punto de explotar. Desde el punto de vista técnico la realización también ha mejorado notablemente, sin un excelente trabajo como el visto en las series de Daredevil o Punisher, pero con una puesta en escena más dinámica cuando la acción lo demanda y dejando respirar a los encuadres y lucirse a los actores cuendo estos se convierten en el núcleo central de la trama. A destacar el episodio AKA I Want Your Cray Cray construido casi en su totalidad sobre un flashback y ese AKA Ain’t We Got Fun, con aparición sorpresa, a manos de Jennifer Lynch, escritora, guionista, directora e hija de David Lynch.
La segunda temporada de Jessica Jones ha sido una grata sorpresa para el que esto firma. Después de la decepción que supuso la primera con esta, de la que vi un sólo trailer y con bastante indiferencia, esperaba algo por el estilo que no despertara demasiado mi interés, sobre todo después de lo muy satisfecho que quedé con el visionado del debut televisivo de Frank Castle que había dejado el listón por los cielos. Contra todo pronóstico me he encontrado con un producto más implicado con sus criaturas, más orgánico y adulto, planteando situaciones que no apelan al blanco y negro, resultando mucho más atractivo de cara a todo tipo de espectadores. Esperemos que este buen hacer aplicado a la nueva temporada televisiva de la creación en papel de Brian Michael Bendis y Michael Gaydos se extienda a las series de Luke Cage y Iron Fist, ya que al ser los dos productos más flojos de la asociación entre Marvel Television y Netflix tenían un más que considerable margen de mejora, pero potencial para reverlase como productos más interesantes que en sus primeras incursiones en el medio audiovisual. El alter ego de Power Man será el primero en probar suerte en este sentido, ya que hace poco comenzó el rodaje de su segunda tanda de episodios esperando que el “efecto Jessica Jones” alargue su sombra hacia el barrio de Harlem y sus habitantes.
Reseña publicada originalmente en Transgresión Continua
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