Título Original Outrage Beyond/Autoreiji Biyondo (2012)
Director Takeshi Kitano
Guión Takeshi Kitano
Reparto Beat Takeshi, Toshiyuki Nishida, Tomokazu Miura, Ryo Kase, Hideo Nakano, Yutaka Matsushige, Fumiyo Kohinata, Katsunori Takahashi, Kenta Kiritani, Hirofumi Arai, Sansei Shiomi, Akira Nakao, Shigeru Koyama
Después de lo que se conoció como la "Trilogía Surrealista" formada por Takeshis', Glory to the Filmamaker y Aquiles y la Tortuga en la que reflexionaba sobre su estatus como cineasta de culto, persona pública o pintor frustrado el nipón Takeshi Kitano volvió inesperadamente al género que le dio la fama y al que había criticado con mucha sorna en los films previamente citados, el yakuza eiga. Outrage regresaba a los terrenos de Violent Cop o Brother, pero eludía casi cualquier tipo de trascendencia formal o narrativa, esa que vimos en otras de sus producciones centradas en la mafia japonesa, pero en las que experimentaba con la mixtura de otros géneros como la comedia (Sonatine) o el drama (Hana-Bi: Flores de Fuego). De modo que el resultado fue una excelente propuesta 100% Takisha Kitano, pero con una clara inclinación por la comercialidad y la autocomplacencia alejada de todo tipo de riesgo o experimentación.
Posteriormente a su buena acogida en el festival de Cannes donde tuvo su puesta de largo internacional, el considerable éxito de taquilla y las buenas palabras de la prensa especializada en líneas generales Takeshi Kitano aprovechó para centrar su siguiente proyecto en rodar una secuela de esta Outrage de 2010. Evidentemente esta elección mostraba una, hasta ese momento, desconocida faceta comercial por parte del director de Dolls, aunque poco se le podía echar en cara después del triple salto mortal y suicidio artístico que habían supuesto los films que dieron forma a su ya citada trilogía de la pasada década. De este modo Kitano volvió a rodearse del reparto, superviviente, de la primera entrega y su equipo habitual formado por el director de fotografía Katsumi Yanagijma, el compositor Keiichi Suzukiy o el respaldo de Bandai Visual Company y su propia productora Office Kitano.
Lo interesante en este aspecto es que al hablar de un talento indomable como el de Takeshi Kitano no podemos dar nada por sentado y dentro de la autocomplacencia con la que abordó esta Outrage Beyond en cierta manera se desmarcó de la estructuración de la primera entrega para acercarse un poco más a algunos de los films que hemos mencionado previamente y en los que mezclaba otros géneros con el yakuza eiga. De este modo el autor de El Verano de Kikujiro daba continuación a un proyecto de naturaleza más liviana, pero acercándolo poco a poco a su discurso habitual en el que la mixtura de conceptos e identidades juegan un papel vital dentro de su personalidad como creador y esto es algo que se deja notar considerablemente en una secuela que en cierta manera quiete tomar una entidad propia que a su vez es coherente con el discurso de su ideólogo.
La trama tiene lugar cinco años después de lo acontecido en la primera Outrage con Otomo (Takeshi Kitano) habiendo sobrevivido a su intento de asesinato justo cuando entró en prisión a manos de Kimura (Hideo Nakano) quien, una vez los dos abandonen su encarcelamiento, se convertirá posteriormente en su aliado para devolver a las familias a las que ambos pertenecían la posición relevante que merecen dentro del submundo del hampa nipón. Pero la situación privilegiada de Kato (Tomokazu Miura) como padrino, con la ayuda de segundo al mando Ishihara (Ryo Kase), las manipulaciones del corrupto detective Kataoka (Fumiyo Kohinata) y la guerra entre las familias Sanno-kai y Hanabishi convertirán el regreso de los dos ex yakuas en un juego de muerte, traiciones y pólvora en el que nadie está a salvo.
Sin contar algún disparo de arma de fuego aislado una hora de metraje tarda Outrage 2 en poner en escena su primera escena violenta, algo que la diferencia de la primera entrega, si tenemos en cuenta que aquella a los cinco minutos de arrancar ya estaba escupiendo balas y hemoglobina. Pero como es lógico a lo largo de esos sesenta minutos de metraje no paran de acontecer situaciones en la trama escrita por un Takeshi Kitano que va colocando inteligentemente las piezas en el tablero con manipulaciones, traiciones, mentiras y juegos de poder. De ninguna manera el cineasta nipón se entrega al tono contemplativo y lírico de Hana-Bi: Flores de Fuego, pero sí se toma tiempo para construir su historia centrándose en la interacción de unos personajes con otros para en el resto del metraje volar por los aires la olla a presión en la que se estaba convirtiendo el relato.
De este modo Takeshi Kitano se mantiene fiel tanto a la esencia del yakuza eiga en el que se especializó desde los inicios de su carrera como autor, deudor de maestros como Seijun Suzuki (Tokyo Driffter) o Kinji Fukasaku (Street Mobster), y a la saga Outrage que él había construido en la anterior entrega de 2010, pero añadiendo apuntes conceptuales y narrativos que se acercan en cierta manera a una vertiente más intima de su propia idiosincrasia como creador. En el proceso, y al igual que con la primera parte, se deja influenciar de nuevo por autores adscritos al celuloide mafioso occidental como Francis Ford Coppola o Martin Scorsese a la hora de retratar el modus operandi del crimen organizado desde sus mismas entrañas pero siempre recurriendo a sus propias señas de identidad con un tono lacónico y contenido, golpes de un humor y arrebatos de violencia que resquebrajan los pasajes de más calma.
Como suele pasar en este tipo de producciones Kitano tira de habituales en cuanto al apartado artístico y mientras recupera a varios de los actores de la primera entrega ficha a algunos nuevos que se mimetizan perfectamente con los roles a los que tiene que dar vida. Su personaje de Otomo ha evolucionado más bien poco en cuanto a personalidad con respecto a la primera entrega y no se diferencia en casi nada de los yakuzas callados y letales a los que ha dado vida desde hace décadas en sus producciones adscritas a este subgénero. Dentro de los secundarios cobra especial relevancia Hideo Nakano como Kimura, que tuvo un rol muy episódico en la primera película que aquí es explotado con sabiduría por el actor compartiendo momentos memorables con el de Kitano creando entre ambos personajes una dinámica muy interesante sobre honor, lealtad y redención que da un trasfondo impecable a la obra.
A la espera del estreno español de Outrage Coda, la última entrega que cerrará, aparentemente, la trilogía y de la que Media3 Estudio ha comprado los derechos de distribución, sólo nos queda afirmar que esta Outrage Beyond es tan buena y efectiva como su predecesora de 2010, ofreciendo un material muy parecido al de aquella, pero presentado de manera diferente para que su autor inyecte cada vez más su discurso autoral dentro de una saga que poco a poco va abandonando la autcomplacencia y el acomodo innecesario. Es de recibo mencionar también que antes rodar esa próxima tercera parte Kitano se embarcó en otro proyecto adscrito al yakua eiga llamado Ryuzo and his Seven Henchmen, pero desde el punto de vista del "humor geriátrico" y cuya reseña tendrá cabida también en Transgresión Continua.
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