Título Original Blade Runner 2049 (2017)
Director Denis Villeneuve
Guión Hampton Fancher y Michael Green, basado en personajed de Philip K. Dick
Reparto Ryan Gosling, Harrison Ford, Ana de Armas, Jared Leto, Sylvia Hoeks, Robin Wright, Mackenzie Davis, Carla Juri, Lennie James, Dave Bautista, Barkhad Abdi, David Dastmalchian, Hiam Abbass, Edward James Olmos
Tres décadas y media tuvieron que pasar para que Warner Bros y Ridley Scott pudieran sacar adelante una secuela de Blade Runner, la mítica cinta de 1982 inspirada en la novela ¿Sueñan los Androides con Ovejas Eléctricas? de Philip K. Dick que pasó sin pena ni gloria por las carteleras de todo el mundo para, con el paso de los años, convertirse en un clásico de la ciencia ficción y la prematura cumbre de la carrera del director de Alien: El Octavo Pasajero o Gladiator. Blade Runner es una pieza vital para entender la posterior evolución del género al que se adscribió y lo consiguió gracias a la alquímica conjunción de un grupo de profesionales que consiguieron crear algo genuino y rompedor, una mezcla de cine negro y distopía adscrita al cyberpunk que detrás de su mezcolanza de géneros planteaba dilemas morales y metafísicos sobre la identidad, la muerte, la libertad o qué nos hace humanos, casi imposibles de descifrar al primer visionado de la obra, pero que se iban detectando con las revisiones y los análisis de la misma.
Hace un par de años saltaba la noticia. Ridley Scott, continuando esa fiebre revival con la que quiere explotar grandes éxitos de su filmografía previa sin saber o querer admitir que son piezas que nunca le han pertenecido en exclusividad, definitivamente se lanzaba con su productora Scott Free y el respaldo de Warner Bros a realizar la secuela de su tercer largometraje. Suponemos que en un momento de lucidez, y después de ver el pobre recibimiento que tuvo Prometheus como precuela de Alien, Scott decidió ceder la silla del director y ofrecérsela al quebequés Denis Villeneuve, uno de los cineastas más talentosos del panorama cinematográfico internacional que ha demostrado sobradamente su valía con piezas tan remarcables como Incendies, Prisioneros, Enemy, Sicario o La Llegada, destilando soltura tanto al abordar piezas más íntimas y personales como producciones más adscritas a la idiosincrasia hollywoodiense, siempre tratando de imprimir su huella en unos y otros trabajos independientemente sus presupuestos o aspiraciones artísticas.
También fue, en principio, una acertada elección que se recuperara a Hampton Fancher (guionista del film original junto a David Webb Peoples) que colaborando con Michael Green (Logan, Alien Covenant, Green Lantern) se ocuparía de dar forma al libreto de esta secuela. Por último no sólo se recuperó a Harrison Ford para volver a dar vida a Rick Deckard, también se le dio el papel protagonista a un Ryan Gosling que saboreaba las mieles del éxito y al que escoltaron un excelente grupo de secundarios formado por Ana de Armas (Juego de Armas), Robin Wright (Forrest Gump), Jared Leto (Escuadrón Suicida), Sylvia Hoeks (La Mejor Oferta), Mackenzie Davis (Marte) o Dave Batista (Guardianes de la Galaxia) entre otros. Si todo esto lo rematamos con la dirección de fotografía de una maestro de maestros como Roger Deakins, que ha trabajado con los más grandes, Blade Runner 2049 lo tenía todo para ser, como mínimo, una digna secuela de la cinta original. Por desgracia no ha sido así y el resultado se antoja escandalosamente decepcionante.
En 2049, treinta años después de los hechos acontecidos en la cinta original, el agente K (Ryan Gosling), un replicante Nexus 8 que ejerce como blade runner dedicándose a cazar a otros replicantes, descubre durante una de sus misiones algunos datos relacionados con hechos del pasado que pueden suponer una revolución dentro de la bioingeniería. Con la ayuda de Joi (Ana de Armas) su amante holográfica y siendo asediado por miembros de la organización Wallace Corporation, heredera de la Tyrell Corporation de la cinta de 1982, comandada por el diseñador y fabricante de replicantes Niander Wallace (Jared Leto) K se verá en la obligación de dar con el paradero de la única persona que puede resolver sus dudas, Ricke Deckard, el blade runner retirado que conoce las respuestas que dan sentido a toda una trama conspirativa relacionada con los replicantes y el lugar que ocupan en el planeta Tierra.
Vaya por delante que un servidor es un espectador y cinéfilo con la mente abierta a todo tipo de experiencias cinematográficas independiemente de su origen, naturaleza o género. Durante meses he esperado con una considerable ilusión el estreno de Blade Runner 2049, de la que demendaba al menos una secuela que honrara el legado de la película primigenia, y a la que me he enfrentado haciendo oídos sordos a las voces que la tildaban de obra maestra superior a la cinta de 1982 o las que proclamaban que era una mala película cuya simple exsistencia era un insulto, a lo que habría que sumar la poca importancia que he dado a su poco remarcable recaudación en taquilla. Pero aún habiéndome adentrado en la sala totalmente libre de prejuicios y con la esperanza de que un proyecto innecesario acabara convirtiéndose en un largometraje que mereciera la pena la cruda realidad me ha demostrado cuan equivocado estaba.
Sería una necedad afirmar que en Blade Runner 2049 no hay buenas intenciones por mucho que no deje de ser un proyecto perpetrado por simple interés monetario y que en ciertos aspectos los responsables detrás de ella han puesto todos los medios y no han escatimado en gastos para que esta secuela mantuviera la atmósfera y la fidelidad necesarias para ser una digna heredera de su hermana mayor, pero el resultado sólo se cumple a medias en este sentido. Dejaremos de lado el hecho ineludible de que los efectos especiales artesanales de Douglas Trumbull lucen a día de hoy mucho más espectaculares y trabajados que las ingentes cantidades de CGI utilizadas para dar vida por medio del pixel en 2017 lo que en 1982 quedaba mucho mejor con superposiciones de imágenes y maquetas y trataremos de no hacer sangre con la competente banda sonora de Hans Zimmer y Benjamin Wallfisch que palidece ante la de Vangelis, pero aún así encontraremos deficiencias que hacen que el film de Villenueve quede lejos del espíritu del rodado hace 35 años por Ridley Scott.
Denis Villeneuve trata en Blade Runner 2049 de repetir, sin éxito, la fórmula que le funcionó magistralmente en La Llegada, conseguir una perfecta comunión entre imagen y sonido que conviertan su puesta en escena en una experiencia sensorial que epate al espectador por medio de la pantalla y los equipos de altavoces de los multicines El problema es que en la cinta que nos ocupa se excede brutalmente en su cometido e inyecta a este nuevo experimento de armonía cinematográfica una forzada grandilocuencia arquitectónica en lo visual y uno desorbitados y sobredimensionados efectos de sonido en la banda sonora, repleta de sintetizadores, que llegan a saturar a la platea hasta resultar alarmantemente molesta. Por lo demás poco más negativo se le puede poner a la labor del canadiense detrás de las cámaras, ya que gracias a su talento y entereza como realizador es el que mejor parado sale del largometraje mientras intenta sacar oro de un guión que no contiene en su interior más que hojalata.
Porque si hay algo que hiere de muerte a Blade Runner 2049 es un paupérrimo guión indigno de 35 años de espera. Hampter Fancher y Michael Green plantean por medio de la escritura temas que ya estaban en la película de Ridley Scott como la esclavitud, la posibilidad de la existencia del alma o el hecho de que seres artificiales puedan experimentar sentimientos humanos, pero están planteados de manera tan plumbea, se abordan tan superficialmente y cuando los tratan de exponer en pantalla el resultado se antoja tan innecesariamente sobreexplicado en boca de los protagonistas (el de Jared Leto es un tutorial con patas) que cualquier parecido con el enorme trabajo previo del mismo Fancher y David Web Peoples sea pura coincidencia. Sirva como síntesis de esto que afirmamos el hecho de que cinco minutos de soliloquio farragoso y retórico por parte del Niander Wallace de Jared Leto no contiene ni un 25% de las reflexiones filosóficas y existenciales que atesoraban dos líneas de diálogo salidas de la boca del Roy Batty de Rutger Hauer.
Más allá de que el guión de Blade Runner 2049 no sepa captar casi nada del inabarcable subtexto y trasfondo humanista de la anterior entrega también nos encontramos en el mismo subtramas que no aportan nada a núcleo narrativo de la obra. El personaje de una esforzada y encantadora Ana de Armasm, que no deja de ser un fallido rol femenino cuya única intención es potenciar emocionalmente al masculino, no aporta absolutamente nada al personaje de K, de hecho si su historia de amor (cuyo planteamiento lo abordó con mucho más acierto Spike Jonze en la muy recuperable Her) se viera extirpada de la trama central el film no cambiaría un ápice, ya que la evolución, más bien pobre, que experimenta el personaje de Ryan Gosling no tiene nada que ver con su relación con su amante holográfica y sí mucho con el "viaje del héroe" que protagoniza hasta llegar a Rick Deckard. Estas carencias argumentales dan claros síntomas de que el guión necesitaba unas cuantas vueltas más para ser todo lo consistente que debiera y tiempo sus autores han tenido de sobra.
Por último debemos reparar en Ryan Gosling y su personaje protagonista. Era lógico que el canadiense, al interpretar a un replicante, recurriera a una cierta inexpresividad y contención para dar vida, artifical, a su rol, pero lo de que nos cuele la enésima repetición de su papel en Drive, de Nicolas Winding Refn, es agotador. Parece como si el actor de The Believer sólo estuviera un poco más implicado en la causa que Harrison Ford, y no vamos a negar que hay un notable esfuerzo físico por su parte para estar a la altura de una superproducción como la que nos ocupa, pero el escaso desarrollo de su personaje, los vanos intentos por parte del guión por darle algo de profundidad a su personalidad poniendo en duda sus orígenes como producto fabricado en un laboratorio y su paupérrima relación de amor, que sólo ofrece de interés una atípica y destacable secuencia de sexo, confirman que Gosling no era la mejor elección de casting para dar vida a K, convirtiéndose en otro de los muchos fallos que comete Blade Runner 2049 como obra cinematográfica.
Con un protagonista que no conecta totalmente con la trama, unos secundarios que deben luchar por ser convincentes dando vida a personajes planos y esterotipados (las frases lapidarias de Sylvia Hoeks como Loev son penosas y la escena de la manicura es de un trazo grueso imperdonable) un excesivo metraje que mantiene el tipo gracias a la muy convincente labor conjunta de Denis Villeneuve y Roger Deakins detrás de las cámaras y algunos pasajes que faltan el respeto y manchan el buen nombre de la obra de 1982 (vergonzoso utilizar en la escena de las escaleras el tema de Vangelis que sonaba durante la muerte de Roy Batty) Blade Runner 2049 confirma lo que no queríamos admitir, que si teniéndolo todo para ser una pieza digna, gracias a la implicación de un grupo de profesionales intachables, este es el resultado, lo mejor hubiese sido que nos ahorraran esta innecesaria secuela que, a diferencia de su predecesora, sí se perderá en el tiempo como lágrimas en la lluvia.
Buen artículo. No podría estar más en desacuerdo con él pero me parece respetable y muy bien redactado.
ResponderEliminar¡Bienvenido Isma!
EliminarSe que voy a contracorriente con mi opinión porque en general la película ha gustado bastante, pero he de ser sincero con mis impresiones que por desgracia no han sido buenas y eso que puse todo de mi parte desde que se anunció el proyecto de esta secuela.
¡Un saludo y gracias por comentar!
Tampoco estoy de acuerdo.
ResponderEliminarMe gustó el film porque se ve el esfuerzo realizado en decorados, ambientación y sonido. Aunque Vangelis sea mejor, Hans Zimmer se te mete en los oídos aunque no quieras.
Ana de Armas bellísima. Ryan Gosling parece que le gusta recibir ostias como panes. Ya desde principio ves que no se anticipa a ellas. Y avanza en sus pesquisas pero como sin ganas, ¿Le falta café, vitaminas o no desayuna bien? Harrison Ford cumple bajo mínimos, pero su personaje aquí tampoco da para más. Jared Leto bastante poco definido, deja todo en manos de esa T2 tan fría como aquel pero sin su carisma. Ya sé que acata órdenes del ciego, pero al menos podría dudar al matar a sus iguales, ¿no?
Y tiene más humanidad el bruto Dave Bautista de la WWF, que otros personajes más relevantes en la trama.
Coches modernos, pero vestuario (con excepciones) parece sacado del Bershka o outlet de Zara 2008.
También me dio grima la tía haciéndose las uñas en medio de escena creo importante. Parecía copia de Matrix.
El final algo ñoño, debió ser más impactante, una despedida más seca. Porque mucha lluvia y mucha nieve en la película pero a veces sobra tanta candidez.
Lástima no ahondar más en la evolución de la Tyrel/Wallace corporation. El ciego quiso hacer historia pero chocó contra las leyes vigentes. Todo muy difuso.
Con todo ello, para ser una secuela, podemos darnos con un canto en los dientes.