Título Original Annabelle: Creation (2017)
Director David F. Sandberg
Guión Gary Dauberman
Reparto Stephanie Sigman, Talitha Bateman, Lulu Wilson, Anthony LaPaglia, Miranda Otto, Grace Fulton, Lou Lou Safran, Samara Lee, Tayler Buck, Mark Bramhall, Javier Botet, Brad Greenquist
El cineasta australiano de origen malayo James Wan es uno de los tipos más inteligentes de Hollywood dentro del género de terror. Después de explotar durante siete entregas la saga Saw que él ayudó a construir (recordemos que dirigió el primer, y mejor, film de la franquicia basándose en un cortometraje previo nacido de su impronta) se implicó en otras dos más, pero esta vez adheridas al cine de casas encantadas y posesiones demoníacas. Mientras Insidious ya va por su cuarto capítulo, que llegará a pantallas de todo el mundo en enero de 2018, The Conjuring (Expediente Warren en España y algunos países de latinoamérica) cuenta con dos excelentes films y un spin off protagonizado por la célebre muñeca maldita Annabelle. Este siniestro juguete se ganó el corazón de los fans del género con su aparición en la primera cinta que narraba las correrías sobrenaturales del matrimonio Warren y debido a la buena recepción el mismo James Wan decidió producir una pieza centrada en dicha muñeca solicitando los servicios como realizador de John R. Leonetti, su director de fotografía en la primera película de esta saga protagonizada por Vera Farmiga y Patrick Wilson. El resultado fue una pieza muy inferior a las dos partes de The Conjuring, pero con los suficientes alicientes conceptuales como para convertirse en un considerable éxito de taquilla, recibiendo una sobresaliente recepción por parte de los espectadores que dejó la puerta abierta a una continuación que ha llegado finalmente a las pantallas españolas en forma de precuela y con un más que considerable retraso con respecto a su estreno estadounidense.
Como ya hemos mencionado, y su propio título indica, Annabelle: Creation es una precuela del largometraje de 2014 en el que pudimos asistir a la primera incursión cinematográfica en solitario de la famosa muñeca. La trama comienza en 1946 cuando el fabricante de muñecas Samuel Mullins (Anthony LaPlagia) construye una a la que pondrá de nombre Annabelle, el mismo que tiene su hija. Durante ese día y volviendo de la iglesia Samuel, su mujer Esther (Miranda Otto) y Annabelle (Samara Lee) se paran para cambiar la rueda pinchada del coche y en un descuido la niña es atropellada de muerte por otro vehículo. Tras el prólogo nos situamos doce años después, en 1958, siguiendo los pasos de una monja, la hermana Charlotte (Stephanie Sigman), y las seis huérfanas con las que se instalará en la casa de los Mullins donde siguen viviendo Samuel y su esposa Esther, que se encuentra recluida en una de las habitaciones del inmueble. Poco después de instalarse en la casa una de las niñas, Janice (Talitha Bateman), que padece poliomelitis se siente impulsada por una fuerza desconocida a entrar en la antigua habitación de Annabelle, cerrada con llave y con el paso prohibido a su interior por parte de Samuel, y allí encontrar a la famosa muñeca. Desde ese mismo momento en la casa de los Mullins comenzarán a sucederse hechos inexplicables con Annabelle como centro de los mismos.
Annabelle: Creation, incluso más que la primera entrega, es completamente fiel a la “fórmula James Wan” o lo que es lo mismo, utilizar todos los tópicos adscritos a este tipo de cine de terror, pero con la suficiente soltura como para que los mismos funcionen a nivel narrativo y estilístico. El director elegido para rodar Annabelle: Creation fue David F. Sanberg, realizador sueco que se hizo famoso gracias a la humilde y exitosa Nunca Apagues la Luz (Lights Out) y que en 2019 se ocupará de traernos la versión en celuloide de Shazam. Aunque evidentemente carece del poderoso timing de James Wan a la hora de crear atmósferas inquietantes o secuencias de terror ejecutadas con una pericia carente de efectismos gratuitos, Sandberg sabe insuflar al producto un tono y unas resoluciones visuales que lo hacen considerablemente superior a su predecesor y muy atractivo gracias a lo bien aprovechadas que están las exiguas localizaciones en las que discurre la trama del largometraje o un elaborado diseño de producción tan modesto como bien resuelto. De esta manera esta precuela de Annabelle consigue cubrir, y en cierta manera rebasar, las exigencias mínimas para que se muestre de cara al público como un buen producto de género dentro de su naturaleza comercial y liviana.
Con una trama muy parecida a la de la irregular La Mujer de Negro: El Ángel de la Muerte, secuela del excelente film de James Watkins que adaptaba la novela de Susan Hill, y por efecto dominó con no pocas reminiscencias a esa obra maestra de Dario Argento llamada Suspiria (el uso del cromatismo por medio de la fotografía en algunos pasajes, el personaje de Esther Mullins recluido en una habitación y sin que podamos verle explícitamente el rostro) el guión de Gary Dauberman recorre uno a uno todos los clichés del subgénero, pero encadenando sabiamente una secuencia de sobresalto tras otra y perfilando adecuadamente unos personajes que, nunca adentrándose en la tridimensionalidad, están lo suficientemente bien elaborados como para que empaticemos con ellos y temamos por su integridad física y psicológica. De este modo Annabelle: Creation se aleja un poco del tono más neutral de su predecesora y al igual que las dos entregas de The Conjuring bebe de piezas clásicas del género, en este caso el de casas encantadas o posesiones diabólicas, como Pesadilla Diabólica (Burnt Offerings) o El Exorcista inyectando a su propuesta cinematográfica un sabor más añejo que la hace posicionarse unos peldaños por encima de la primera entrega de 2014 gracias la eficacia de su guión, que sin ser una pieza brillante consigue mantener la tensión a lo largo de todo el metraje.
Aunque David F. Sandberg ya ofreció una considerable soltura para infundir terror con mínimos recursos en Lights Out haciendo uso recurrente de algo tan sencillo y mundano como bombillas e interruptores de la luz en Annabelle: Creation demuestra con su profesionalidad que se necesita muy poco para asustar con elegancia y pericia narrativa a diferentes tipos de espectadores. Una sábana sobre una muñeca sentada en una mecedora, unos ojos brillantes al fondo de un pasillo devorado por la oscuridad, una niña cuyo cuerpo muta en una criatura espigada y aterradora a la que nunca le vemos el rostro (nuestro Javier Botet, siempre brillante con su peculiar fisiónomía y lenguaje corporal) o una brutal vuelta de tuerca a la clásica secuencia del protagonista portando una cruz a la hora de enfrentarse con una entidad diabólica son pasajes que nos demuestran que menos es más y que en Annabelle: Creation funcionan mejor los momentos en los que se sugiere la presencia de los seres sobrenaturales que moran en la casa de los Mullins que en los que Sandberg decide, por suerte en muy contadas ocasiones, mostrar en primer plano el rostro de sus monstruos, lección bien aprendida por el sueco de su mecenas, James Wan, que ha hecho de la sugestión y la sutilidad su mejor arma como cineasta dentro de este tipo de celuloide.
Annabelle: Creation no es una gran película, es una competente cinta de terror que supera a la primera entrega centrada en la supuesta muñeca maldita custodiada por el matrimonio Warren, cuenta con un muy competente reparto en el que destaca la veteranía de Anthony LaPlagia y el prometedor futuro de las resueltas Talitha Bateman y Lulu Wilson, un guión de manual que se hace fuerte a la hora de aprovechar la icónica figura de Annabelle y un artesano detrás de las cámaras que cumple su cometido como realizador curtido en este género. La cinta ha funcionado bien en taquilla y ha sido mejor recibida que su predecesora, de modo que todo apunta a que tendremos Annabelle para rato, pero antes de una tercera parte James Wan y su equipo están preparando la tercera parte de The Conjuring y una cinta en solitario protagonizada por “The Nun”, la aterradora monja de Expediente Warren: El Caso Enfield, con cameo en la obra que nos ocupa, y que extenderá un poco más el microcosmos ideado por el director de Silencio Desde el Mal (Dead Silence) y los guionistas Chad y Carey Heys basándose en los múltiples casos de Ed y Lorraine Warren, dos de los parapsicólogos más importantes de Estados Unidos o unos charlatanes que marcaron época con sus juegos de trileros, dependiendo a quién preguntemos por ellos y su peculiar carrera profesional.
Crítica publicada originalmente en Zona Negativa
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