“There is nothing wrong with your television set. Do not attempt to adjust the picture. We are controlling transmission…”
Estas palabras arriba adjuntadas iniciaban el monólogo en off que daba comienzo a todos y cada uno de los episodios de la mítica serie The Outer Limits, producción televisiva creada por Leslie Stevens y Joseph Stefano que se emitió en la cadena ABC desde 1963 hasta 1965. Heredera y hermana menor de The Twilight Zone (La Dimensión Desconocida), compuesta por 49 episodios autoconclusivos de 50 minutos que daban forma a una antología centrada en una temática adscrita a la ciencia ficción la serie de Stevens y Stefano se convirtió en una pieza remercable con vocación de obra de culto que con el paso de los años se ha convertido en uno de los programas más reconocidos de la historia catódica de Estados Unidos. Con motivo de la edición de la primera parte de la temporada 1 en nuestro país a manos de la distribuidora L’Atelier 13, que en su momento también nos trajo en formato doméstico la ya mencionada The Twilight Zone, y de la que hablaremos al final del artículo hoy vamos a dedicar esta entrada a comentar estos primeros pasos que dieron forma a la entrega primigenia de tan memorable producción para la pequeña pantalla.
Leslie Stevens era un dramaturgo reconvertido en guionista televisivo y Joseph Stefano abandonó una carrera como compositor y letrista para escribir obras para la pantalla grande, como el de la mítica obra maestra Psicosis (Psycho) con la que Alfred Hitchock adaptó la novela homónima de Robert Bloch, cuando se conocieron y decidieron aunar fuerzas para que The Outer Limits saliera adelante como programa televisivo en 1963. Con al apoyo de Daystar Productions, Villa DiStefano (productora creada por el mismo Joseph Stefano para dar impulso al proyecto) y United Artists Television ambos autores vendieron con éxito su idea a la cadena ABC (American Broadcasting Company). El 16 de Septiembre de 1963 el episodio piloto de The Outer Limits titulado The Galaxy Being, protagonizado por un por aquel entonces pujante Cliff Robertson (conocido por las nuevas generaciones al dar vida al Ben Parker de la trilogía de Spiderman ideada por Sam Raimi) así como escrito y dirigido por el mismo Leslie Stevens cogió desprevenidos a los espectadores de Estados Unidos acostumbrados a seriales de poco calado y consumo tan liviano como intrascendente.
Ese primer episodio ya asentó las sólidas bases del programa. Con una duración que bordeaba los 50 minutos para así poder desarrollar más adecuadamente tanto tramas como personajes The Outer Limits hundía sus raíces en la literatura y el celuloide de ciencia ficción pulp o de Serie B, pero añadiendo una pátina de profundidad y reflexión de la que carecían los cientos de largometrajes que en los años 40 y 50 invadieron las carteleras estadounidenses con sus reminiscencias subtextuales a la “invasión comunista” corporeizada por extraterrestres del “Planeta Rojo” o criaturas de proporciones monstruosas adheridas al pánico nuclear o a una inminente guerra atómica entre las grandes potencias que regían el planeta. Desde sus inicios la producción de Leslie Stevens y Joseph Stefano eludía todo el pensamiento revanchista o violento de sus referentes ya mencionados apelando siempre a ideas pacifistas, conciliadoras y existencialistas que trataban de dar una visión más amplia de la naturaleza humana con sus bajezas y virtudes, siempre en un contexto de sci-fi puramente de género con el que los guionistas y directores comandados por Stevens y Stefano pudieron dar empaque a algunos de los momentos más destacables de la ficción audiovisual americana de la época.
Los peligros de la experimentación genética, invasiones extraterrestres tanto hostiles como pacíficas, poderes sobrenaturales, viajes en el tiempo, uso desproporcionado de la maquinaria militar, espionaje… The Outer Limits ofreció un extenso abanico de relatos con los que disertar sobre la sociedad que somos, fuimos y podemos llegar a ser siempre y cuando sucumbamos a la avaricia, el egoísmo o la intolerancia. La serie de Stevens y Stefano no eludía en varias ocasiones los finales felices, pero la tónica habitual era la de cierta melancolía y descreimiento apelando por un desarrollo adecuado y racional del progreso y la evolución tecnológica. Episodios como One Hundred Days of Dragon, The Architects of Fear o The Sixth Finger nos hablaban de magnicidios (meses antes del de John F. Kennedy), la deshumanización en pos de una utópica paz mundial o la futilidad de poseer un intelecto superior una vez se pierde la empatía con el resto de seres vivos, siempre intentando mostrar a la audiencia temáticas desafiantes y atípicas que llamaran su atención y trataran de despertar su interés más allá de un uso puramente lúdico del producto catódico que sus creadores exponían en pantalla.
Vista hoy The Outer Limits llama la atención por el competente empaque de su puesta en escena, la misma que asentó Leslie Stevens con el primer episodio y que tomarían como suya el resto de posteriores directores que se sentaron en la butaca de realización del show. Artesanos como Byron Haskins, que trece años antes había ejecutado un clásico como su versión de La Guerra de los Mundos de H.G. Welles, o Laslo Benedek, que ya había sumado a su curriculum Salvaje, protagonizada por Marlon Brando, o La Muerte de un Viajante dieron nombre y solidez a estos primeros episodios con su nombre y buen hacer, casi siempre ayudados por la excelente fotografía de un titán como Conrad L. Hall (Camino a la Perdición, Dos Hombres y Un Destino) que ofrecía muestras de poderosa inventiva en episodios como el claustrofóbico O.B.I.D o el antimilitarista Nightmare (con un jovencísimo Martin Sheen) casi obras de teatro situadas en una sola y exigua localización. Tan duradero fue el sello que dejó The Outer Limits en la historia de la ficción audiovisual que no es difícil descubrir ecos de episodios como The Man With the Power o The Man Who Was Never Born (protagonizados por unos enormes Donald Pleasance y Martin Landau respectivamente) en obras posteriores como Scanners o La Zona Muerta, ambas del canadiense David Cronenberg y la última concretamente adaptada de la novela homónima de un Stephen King, autor que en no pocas de sus novelas como Tommyknockers u Ojos de Fuego también dejó claro su cariño por la creación de Stevens y Stefano.
Curiosamente ese ejercicio de retroalimentación referencial no es unidereccional ya que como anteriormente hemos apuntado The Outer Limits como programa televisivo también tenía sus fuentes de inspiración tanto literarias como cinematográficas. Un episodio como The Human Factor en el que un grupo de personajes se encuentran aislados en una estación científica en la helada Groenlandia es un homenaje claro a El Enigma de Otro Mundo (The Thing) la obra de culto basada en el relato de John W. Campbell que dirigieron en 1951 Christian Nyby y Howard Hawks conociendo en 1982 un glorioso remake a manos de un John Carpenter en el punto más alto de sus capacidades cinematográficas. Por otro lado The Corpus Earthling, a pesar de estar basado en el libro homónimo de Louis Charbonneau, tiene reminiscencias claras tanto de la novela La Invasión de los Ladrones de Cuerpos (The Body Snatchers) escrita por Jack Finney como de la que por aquel entonces era su primera y única traslación a la pantalla grande (Las versiones de Philip Kaufman, Abel Ferrara u Oliver Hirschbiegel quedaban todavía muy lejos) el clásico homónimo dirigido por Don Siegel, escrito por Daniel Mainwaring y protagonizado por Kevin McCarthy o Dana Wynter. De este modo queda claro que la estela de The Outer Limits dejó en obras de ficción posteriores tenía su origen en el buen gusto de Lelsie Stevens y Joseph Stefano a la hora de tomar inspiración para su criatura.
Esta edición limitada (sólo 1000 copias) en dvd ideada meticulosamente por el equipo de L’Atelier 13 incluye, como previamente habíamos apuntado, los dieciséis episodios iniciales de la temporada 1, básicamente la mitad de la misma, repartidos en cuatro discos. Con una destacable calidad de imagen y sonido (sólo en V.O) y los pertinentes subtítulos la experiencia de ver The Outer Limits por parte del espectador español no puede ser más satisfactoria en ese sentido. Un quinto dvd incluye la película Incubus, rara avis cinematográfica con fama de maldita escrita y dirigida por el mismo Leslie Stevens en 1966, un año después de la finalización de The Outer Limits, protagonizada por William Shatner, Allison Ames o Eloise Hardt y rodada íntegramente en esperanto, un regalo muy de agradecer dentro del pack. Por último encontramos un libreto de 48 páginas en el que Christian Aguilera, principal impulsor y responsable de esta edición, así como un viejo conocido de la reseña cinematográfica o musical (es el creador de la famosa web Cinearchivo y autor de distintos libros dirigidos a cinéfilos o melómanos) desgrana pormenorizadamente la carrera de Leslie Stevens y Joseph Stefano, analiza en profundidad los dieciséis episodios y ofrece datos importantes sobre la producción de la ya mencionada Incubus. Todo un excelente trabajo que culmina una edición en dvd cuidada hasta el más mínimo detalle para traernos en dvd por primera vez a España una pieza imperecedera de la pequeña pantalla a nivel mundial.
Artículo publicado originalmente en Zona Negativa
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