Título Original Okja (2017)
Director Bong Joon-ho
Guión Jon Ronson, Bong Joon-ho
Reparto Ahn Seo Hyun, Tilda Swinton, Jake Gyllenhaal, Paul Dano, Devon Bostick, Lily Collins, Steven Yeun, Byun Hee-bong, Shirley Henderson, Giancarlo Esposito, Daniel Henshall, Je Moon, Choi Woo-sik
Netflix está de moda. La plataforma de streaming norteamericana está en boca de todo el mundo gracias a los millones de suscriptores que solicitan sus servicios para poder ver online todo el cine y las series de televisión que dicho emplazamiento posee en su holgado y atractivo catálogo. Los beneficios no se hicieron esperar y los mismos han permitido que los creadores del invento hayan dado forma a una copiosa producción propia que va desde series de televisión tan exitosas como Narcos, Stranger Things o Sense 8, pasando por las ideadas de manera conjunto con Marvel Studios, hasta llegar a largometrajes que en poco o nada tienen que envidiar a los presupuestos de cualquier producción hollywoodiense como Beasts of No Nation, War Machine o esta Okja que nos ocupa y que desde hace poco está disponible en la plataforma. Producida por Brad Pitt, Tilda Swinton, que también ejerce como actriz, y su propio director y co guionista Okja está realizada por el cineasta surcoreano Bong Joon-ho, autor de algunos de los mejores largometrajes salidos del país oriental como el atípico thriller policíaco Memories of Murder, la no menos original “monster movie” The Host y el que es su primer coqueteo con la cinematografía occidental, Snowpiercer, película basada en el bande dessinée francés Le Transperceneige creado por el guionista Jacques Lob y el dibujante Jean-Marc Rochette. Con la ayuda al guión del novelista británico Jon Ronson (Los Hombres Que Miraban Fíjamente a las Cabras) y un reparto internacional en el que se mezclan caras orientales y occidentales como las de la prometedora Seo-Hyun Ahn, el veterano Hee-Bong Byun, el famoso Steven Yeong o las de Tilda Switon, Jake Gyllenhaal, Lily Collins, Paul Dano, Shirley Henderson o Giancarlo Esposito entre otros Okja debutó en el pasado festival de Cannes recibiendo unas reseñas bastante positivas en líneas generales.
Okja narra la relación de amistad entre Mija (Seo-Hyun Ahn) y la Okja que da título al film, una enorme cerda cuya atípica y descomunal especie fue descubierta en una granja de Chile y adquirida por una empresa llamada Mirando Corporation regida por la extravagante Lucy Mirando (Tilda Swinton). Una vez cumplidos diez años de su nacimiento un equipo de colaboradores de Mirando Corporation, comandados por el presentador y veterinario Doctor Johnny Wilcox (Jake Gyllenhaal) irán a Corea del Sur a por Okja para transportarla a New York y que allí participe en un concurso de “Supercerdos” para más tarde ser transportada a un matadero donde será asesinada para que tanto su carne como la de otros de su especie sea consumida por personas de todo el mundo ofreciendo millones de dólares en beneficios a la compañía regida por Lucy Mirando. Mija tratará de impedir el la ejecución de su mascota y amiga viajando a Estados Unidos y asociándose con el grupo pro derechos de los animales ALF (Animal Liberation Front) encabezado por Jay (Paul Dano) embarcándose así en una aventura llena de obstáculos, empresarios desalmados, y víctimas inocentes de alto tonelaje. Con este tablero de juego Bong Joon-hoo recrea una mezcla entre fábula tierna e idealizadora y una furibunda crítica a la industria cárnica que aboga por la crianza masificada, y en condiciones deplorables, de animales a los que sólo asociamos con nuestro consumo alimenticio sin ver más allá de unos hechos irrrefutables que nos son ocultados intencionadamente para que no tengamos que afrontar el dilema de anteponer la conciencia a nuestro paladar.
Okja comienza durante su primera media hora como si de una versión live action de una producción del mítico Studio Ghibli se tratase, con reminiscencias claras a producciones míticas como Mi Vecino Totoro o El Viaje de Chihiro, ambas salidas de la mente del maestro Hayao Miyazaki. Toda esta parte del metraje dedicada a conocer la idílica convivencia entre Mija, su abuelo y Okja hace especial hincapié en mostrar la relación afectiva entre la niña protagonista y el descomunal animal ejecutando pasajes con situaciones mundanas que sirven para perfilar ambos caracteres acentuando el tono naif y casi infantil de la vida en el bosque del trío de personajes. La llegada del Doctor Johnny Wilcox y su séquito de colaboradores rompe esta tónica de “realismo mágico” que imperaba durante el arranque de la cinta con la revelación de las poco éticas intenciones de la empresa Mirando Corporation con respecto a Okja. Durante el transporte de la criatura hace aparición ALF, el grupo animalista cuya misión es liberar a Okja para “encomendarle una misión mayor”, y desde ese mismo momento el tono que Boong Joon-ho había insuflado a su creación cambia mostrando el brutal contraste de la idílica vida en la naturaleza que Mija compartía con su mascota chocando con la descomunal urbe de rascacielos sustentados en frío hormigón como si de mastodónticas representaciones del capitalismo y el consumo se tratase habitados por depravados empresarios con falsas ínfulas ecologistas y de defensa de los derechos de los animales sólo de cara a la opinión pública.
De manera gradual y como ya hemos afirmado, el tono luminoso y cálido de los primeros pasos de la obra se va ensombreciendo cuando Okja llega a New York, pasa por el laboratorio de Mirando Corporation y la deuda con Hayao Miyazaki deja sitio a una oscuridad, estética y existencial, más propia del George Orwell de Rebelión en la Granja (o su poco conocida adaptación cinematográfica en imagen real de 1999 con el fallecido Pete Postlethwaite de protagonista) desembocando en ese edificio aterrador que es el matadero en el que tiene lugar el clímax del largometraje. El director de Mother utiliza una estética de fábula llena de candidez para que el impacto a la hora de ver los métodos utilizados por Lucy Mirando y sus secuaces, que no se alejan mucho de los de cualquier empresa dedicada a la cría y sacrificio de animales para su uso alimenticio, sea mayor y llegue con fuerza a un espectador que se pone en la piel de Mija siendo cómplice de su odisea suicida en pos de salvar a su amiga porcina. Por el camino el surcoreano se deja de medias tintas e imparcialidad y se pone del lado de los animalistas, retratándolos con ironía (ese Blond desfallecido por no querer comer ningún tipo de comida porque, según él, todas forman parte del mismo círculo vicioso de contaminación) pero siempre con cariño y justificando sus actos, calificados de terroristas, pero que no causan daños más allá de los materiales ejecutados por su torpeza como rescatadores. Mientras, los miembros de Mirando Corporation son expuestos como un grupo de extravagentes empresarios avariciosos y sin humanidad alguna, abordados en pantalla casi siempre desde un tono granguiñolesco que los hace parecer personajes secundarios escapados de una película de Terry Gilliam.
Dentro de ese reparto al que hacemos mención podemos encontrar a una pequeña fuerza de la naturaleza llamada Ahn Seo Hyun que da vida a Mija, el conector directo del espectador con el animal protagonista. La jovem actriz surcoreana sabre driblar con una profesionalidad impropia de su edad el duro handicap que supone tener que interactuar con una criatura digital que no existe, pero gracias a su buena labor y al ya conocido dominio de Bong Joon-ho con los CGI el resultados es de nota. Tilda Swinton, con doble papel, demuestra sus dotes para el histrionismo contenido y su versatilidad dando vida a dos hermanas gemelas tan antagónicas por fuera (una parece una animadora japonesa y la otra tiene facciones que nos recuerdan a Margaret Tatcher) como egoistamente idénticas por dentro ofreciendo el mejor trabajo interpretativo de la obra. También cabe mencionar la soberbia labor de Paul Dano como Jay y esos arrebatos violentos que contrastan con su dócil comportamiento, una encantadora Lily Collins como Red y un sobreactuado Jake Gyllenhaal que borda su divertido papel de desagradable y antipático presentador de televisión que no deja de ser una parodia hiperbolizada de esos “amantes de los animales” que se hacen de oro realizando reality shows localizados en un entorno salvaje que luego no resulta serlo tanto o por el que no profesan tanto cariño como proclaman. En intervenciones más pequeñas tenemos a la siempre dulce Shirley Henderson y un magnífico Giancarlo Esposito dando vida a Frank Dawson, lo que parece un primo no muy lejano del Gus Fring al que dio vida tanto en Breaking Bad como en Better Call Saul.
Diseñada para animalistas o veganos de todo pelaje, pero especialmente recomendable para los que no lo son, Okja se puede considerar una obra menor dentro de la filmografía del autor de Incoherence, pero consigue mantener el perfecto equilibrio entre magia y denuncia que su bienintencionado e idealista mensaje quiere transmitir. Con una puesta escena virtuosa en la que se deja, una vez más, patente el talento de Bong Joon-ho tanto para la realización técnica (magnífico uso de los efectos digitales y los movimientos de cámara) como la artística (sabe llevar con mano firme a un grupo de excelentes actores, aunque alguno de ellos, como previamente hemos afirmado, se pase de frenada) trasladando a imágenes un excelente guión que sabiamente no carga demasiado las tintas ni se hunde en el tremendismo demagógico o el sectarismo más pueril, regalando un precioso cuento con sus princesas, ogros y brujas malas abordando un tema de calado internacional que hoy más que nunca está al orden del día. La obra se cierra con un final agridulce, puede que incluso derrotista, con ese triste paseo a modo de huída por lo que parece el émulo de un campo de concentración nazi y esos aullidos que hielan la sangre hasta al corazón más duro, pero por suerte al final del túnel quedan pequeños haces de luz y la vida se abre paso, sí, en un paraje aislado y ajeno a la cruda verdad que tiene lugar en granjas y mataderos, pero poniendo una primera piedra para que al menos eludamos la hipocresía de calmar nuestra conciencia viendo por televisión anuncios de comida que nos venden prados, sol y animales en libertad que no hacen más que ocultar una dura verdad llena de hangares repletos de sangre y gritos desgarradores con la única misión de que a los pocos días nuestro filete de carne llegue caliente y bien presentado a nuestros suculentos platos.
Reseña publicada originalmente en Zona Negativa
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