viernes, 7 de julio de 2017

Aullidos II, bailando con lobos



Título Original Howling II: ...Your Sister Is a Werewolf (1985)
Director Philippe Mora
Guión Robert Sarno y Gary Brandner, basado en la novela de este último
Reparto Christopher Lee, Annie McEnroe, Reb Brown, Marsha A. Hunt, Sybil Danning, Judd Omen, Ferdy Mayne, Patrick Field, Ed Kleynen, Hana Ludvikova





Para el que esto firma Aullidos (Howling) es una de las mejores películas de la historia a la hora de abordar la mitología detrás de un tema como la licantropía. Joe Dante a la dirección y John Sayles al guión, adaptando la novela de Gary Brandner, supieron realizar una interesante amalgama entre suspense, cine negro y terror con esta producción de 1981 cuyo trasfondo iba más allá del célebre subgénero de los hombres lobo abordando reflexiones de corte social con respecto a la sexualidad, el sentido de comunidad o la identidad. Aunque se trataba de una producción pequeña por parte de la Metro Goldwyn Mayer su éxito fue más que notable y ayudó a impulsar la carrera de Dante y Sayles, alumnos aventajados de la factoría Roger Corman, y a cimentar la fama de Dee Wallace Stone, su protagonista, como una de las scream queens más importantes de los 80.




Como era de esperar la secuela llegó en 1985, con unos equipos técnico y artístico completamente renovados y una visión diametralmente opuesta a la ofrecida por los autores de Piraña. Con el cineasta australiano Philippe Mora detrás de las cámaras, el mismo Gary Brander, acompañado de Robert Sarno, al guión adaptando la secuela de su novela y el veterano Christopher Lee como cabeza visible del reparto Aullidos II (subtitulada en España Stirba: La Mujer Lobo) llegó a las carteleras de todo el mundo para confirmar de manera fehaciente ese dicho, unas veces acertado y otras no, que reza aquello de que "segundas partes nunca fueron buenos", afirmación que se recrudece más todavía si nos referimos al género de terror, siempre predispuesto a la hora de dar forma a sagas interminables de entregas que de manera imparable y gradual cada vez son más mediocres y olvidables.




Howling II: ...Your Sister Is a Werewolf más que una continuación de la obra de culto de Joe Dante parece una de esas secuelas apócrifas ideadas en la Serie B italiana que aprovechaban el éxito inmediato de films americanos como Terminator o Alien para ofrecer sus propias versiones antes de que la maquinaría hollywoodiense se pusiera en marcha para hacer lo propio. El engendro es tal que no sólo podemos tildarlo sin reservas como una película terrible en no pocos aspectos, sino que también pone especial dedicación en empañar el buen nombre de su predecesora no sólo eludiendo de manera voluntaria todos los hallazgos de aquella, sino llegando a mancillarla con brutal saña cuando se atreve a realizar su propia versión del clímax final (con actores diferentes a los de aquel) para desde ese momento dar inicio a una historia que podría fácilmente haber dado pie a una comedia de Andrés Pajares y Fernando Esteso.




La paupérrima excusa del entierro de Karen White, la protagonista de la primera película, sirve para que el hermano y la cuñada de esta conozcan a Stefan Crosscoe (Christopher Lee) un misterioso hombre que parece tener información acerca del origen lupino de la fallecida presentadora, Los tres personajes se embarcarán en un improbable viaje a Transilvania para enfrentarse con Stirba (Sybil Danning) la Reina de los Hombres Lobo dotada del don de la inmortalidad. Este rocambolesco entramando sirve a Philippe Mora para marcarse un despropósito lleno de desnudos gratuitos, vísceras, cutre música pseudo punk a manos de la banda Babel y gente aullando durante todo el metraje, independientemente de si su naturaleza es lupina o no. Con estos ingredientes es lógico que el resultado sea una absurdez de proporciones catedralicias, pero vamos a adentrarnos en algunos de los pasajes más bochornosos del producto, que no son pocos ni intrascendentes de cara a un espectador que no da créditos a los mismos.




Desde sus primeros pasos Aullidos II ya de buena muestra de sus numerosas carencias con un penoso montaje con el sus autores se empeñan en meter breves insertos efectistas de secuencias del inicio del film, una realización técnica que no hace más que delatar el presupuesto más bien pobre con el que contaba el proyecto, efectos de maquillaje en general penosos que poco tienen que ver con los que usó Rob Bottin en el primer film (aunque lo de los bultos que le salían a los hombres lobo en aquella nunca los vi muy convincentes) o el abuso de la actuación del grupo Babel que ocupa demasiado metraje teniendo su culmen con el pasaje en el que supuestamente actúan en el castillo de Stirba delante de los licántropos, pero la penosa edición y el terrible plano contraplano delata que son secuencias sacadas de la primer concierto que daban en el film y que estaba localizado en un garito punk de Los Ángeles.




Con respecto al reparto el ridículo es mayúsculo y no desentona para nada con el resto de la propuesta cinematográfica. Lo lógico sería pensar que la magnética e imponente presencia de Christopher Lee daría un matiz señorial a Aullidos II, pero nada más lejos de la realidad. El Drácula de la Hammer Films es devorado por las incongruencias de la obra y sus capacidades interpretativas se ven menguadas cuando tiene que compartir metraje con Annie McEnroe y Reb Brown, una de las parejas más insípidas y anticarismáticas jamás vistas en una pantalla, contaminando víricamente como dupla la labor del actor británico. Del casting sólo podríamos destacar a una sensual Sybilla Danning como Stirba, realizando un papel para el olvido, pero entregando su carnalidad a la propuesta y dejándose llevar por la sarta de estupideces que la misma le ofrece, como en el penoso "ménage à trois peludo" en el que se ve implicada y que la hace parecer más una perra en celo que una mujer lobo.




El problema más grave de Aullidos II no es que sea una película mala de solemnidad, portadora de todos los tics y vicios del peor cine de terror de los 80, sino que su éxito fue suficiente para que una nueva secuela, con Philippe Mora de nuevo a la dirección, (suponemos que como "premio a su excelente labor") llegara sólo dos años después para confirmar lo pronto que esta franquicia comenzaba a tocar fondo, algo terrible si tenemos en cuenta que la misma llegó a tener ocho entregas. Por suerte siempre nos quedará la cinta original de 1981, porque con respecto a esta secuela podemos afirmar que nada de interés suscita para el espectador más allá de la carnaza, de todo tipo, que expone en pantalla, Sirvan los créditos finales del film como declaración de principios con la repetición hasta el cansancio de la escena en la que Sybilla Danning rasga su ropa mostrando sus pechos para tener claras las barriobajeras intenciones de los ideólogos de tan eludible propuesta cinematográfica.



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