Título Original Looking For Fidel (2006)
Director Oliver Stone
Guión Oliver Stone
En el año 2002 el cineasta norteamericano Oliver Stone debutó en el mundo del documental con Comandante, una producción con la que ofreció un retrato íntimo y a pie de calle del recientemente fallecido Fidel Castro, uno de los políticos más importantes y controvertidos del siglo XX. En aquel magnífico proyecto el director de Platoon o El Cielo y la Tierra pasó tres días con el mandatario cubano para dar una visión cercana sobre su figura humana e histórica en las distancias cortas. Aunque en su momento se acusó a Stone de ser demasiado benevolente con Castro a la hora de abordarlo con su interrogatorio es cierto que el realizador consiguió sacar información harto interesante de boca del ex presidente de Cuba mostrando tanto las luces como las sombras de tan relevante icono, siempre desde una perspectiva referencial y considerablemente hagiográfica, pero no carente de momentos incómodos para ambos interlocutores.
Looking For Fidel, el segundo, y último, documental de Oliver Stone protagonizado por Fidel Castro, respondió a la inmediatez política y social relacionada con la isla de Cuba y unos trágicos hechos que allí tuvieron lugar en 2003. En el mes de Abril de ese año setenta y cinco cubanos,varios de ellos periodistas independientes acusados de ser agentes al servicio del gobierno norteamericano, fueron detenidos intentando huir de la isla secuestrando un ferry para emigrar a Estados Unidos. Tras juicios sumarísimos tres de ellos, a los que se acusó de instigadores, fueron ejecutados por el régimen castrista despertando con ello un revuelo internacional y una polvareda mediática mastodóntica que reabrió el debate sobre la falta de democracia en Cuba y los métodos expeditivos de Fidel Castro para luchar contra la disidencia de sus opositores.
A diferencia de Comandante, Looking For Fidel se convierte en terreno para que Oliver Stone se transforme en un francotirador de la pregunta, un periodista incisivo e inmisericorde que realiza las cuestiones más controvertidas posibles a Castro, no ya sólo con el tema sobre el secuestro del ferry y la posterior ejecución de algunos de los implicados en el hecho, sino sobre su imagen como estadista, gobernante e icono político. Todo aquello que algunos esperamos que saliera a colación en el anterior documental (los derechos humanos, la pena de muerte, la democracia, la pobreza o qué queda de aquella revolución que derrocó a Fulgencio Batista) son espetadas con severa frialdad por un Oliver Stone que no duda en poner contra las cuerdas a un Castro que, alternando reflexiones brillantes que muestran lo bien amueblada que tenía la cabeza con salidas de tono que bordean la vergüenza ajena por contradictorias o manipuladoras, aguanta muy bien el envite del autor de Giro al Infierno o World Trade Center.
Looking For Fidel adolece del montaje de Comandante, aquel que contenía toda la fiereza de la edición habitual en la ficción de Oliver Stone pero extrapolada a una narración naturalista y ceñida a la realidad, por ello no podemos disfrutar en esta ocasión de las ingentes cantidades de imágenes de archivo que hacían de aquel primer documental de 2002 una experiencia audiovisual identificable como un producto made in Stone en fondo y forma. Esas carencias en la puesta en escena de la pieza que nos ocupan son suplidas con una realización poderosa, visualmente compacta y un ritmo frenético que aprovecha hasta el paroxismo los escasísimos 60 minutos de metraje a los que quedaron reducidos las 30 horas que Stone pasó con Castro en esta ocasión y en los que el cineasta utiliza, como previamente hemos apuntado, un tono mucho más bronco que el que desplegó en Comandante respondiendo el por aquel entonces todavía presidente de Cuba sin (aparentemente) poner cortapisa alguna a su interrogador, aunque encarándose, educadamente, en no pocas ocasiones con él.
En esta ocasión Castro abandona su zona de confort para que un Oliver Stone que siente admiración por su persona (algo que ya vimos, una vez más, en Comandante) no se deje llevar por su simpatía hacia el entrevistado y lo aborde de manera hasta inquisitiva arrancándole declaraciones con respecto a la reacción de su gobierno al conflicto iniciado por el secuestro del ferry que despiertan cierto nerviosismo en el hermano de Raúl Castro tratando de obviar verdades irrefutables o echar balones fueras con algunas de las preguntas más duras de Stone. Lo más curioso es que algunos de los síntomas que afirman que Looking For Fidel es un documental que hace menos prisioneros a la hora de retratar a Castro son detalles tan sutiles como el nerviosismo de la traductora (que en ambos documentales cobra un vital protagonismo) ante las cuestiones del cineasta o que el mismo Fidel en ocasiones no espere ni la traducción al español para contestar a la intimidante y omnipresente cámara de su interlocutor, algo que en Comandante no tenía lugar gracias al tono más distendido que allí imperaba.
Hay momentos vibrantes en Looking For Fidel que dan lecciones de periodismo bien entendido y ejecutado por un apasionado de la política como Oliver Stone. Las necesarias opiniones de los opositores castristas, con las que podemos estar de acuerdo o no, pero deben estar ahí para dar una visión poliédrica que en Comandante no tenía lugar, los momentos en los que Stone y Castro en soledad comienzan un interesante enfrentamiento dialéctico en el que ambos sacan a relucir algunos de los pasajes más negros de sus correspondientes países (varios de ellos abordados por el mismo director en la ficción con obras como JFK: Caso Abierto, Nixon o Salvador) y sobre todo el cuestionario al que el guionista de Manhattan Sur o Conan: El Bárbaro somete a un grupo de disidentes que secuestraron un avión para emigrar a Florida poco después de los hechos que son el núcleo central del documental y tratando de defender su inocencia (aunque alguno de ellos asume culpa y acepta su castigo) delante del mismo Castro y sus colaboradores políticos pidiendo para ellos cadena perpetua por actos terroristas.
Looking For Fidel demuestra lo que puede considerarse un secreto a voces, que Fidel Castro era un personaje lleno de claroscuros, un revolucionario que fue consecuente consigo mismo y su lucha hasta el último día de su vida, pero que pagó un precio propio (el suyo mismo) y ajeno (el de su pueblo) para mantenerse firme contra un gigante como Estados Unidos. Por el camino queda un icono político e ideológico del siglo XX, un hombre que luchó por una sociedad justa en la que todo su país tuviera acceso a sanidad, vivienda, educación o trabajo, pero en el proceso cercenando libertades, marginando a minorías y no permitiendo que su propio pueblo pudiera elegir libremente a su presidente. La cámara de Oliver Stone, que aquí finalmente cae rendido una vez más a los pies del cubano, estuvo allí en dos ocasiones para captar un torrente de sabiduría, hipocresía, inteligencia y demagogia que para bien o para mal es historia de nuestro tiempo y una pieza indispensable para entender la política internacional de occidente de los últimos 70 años.
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