Título Original Sully (2016)
Director Clint Eastwood
Guión Todd Komarnicki, basado en el libro de Chelsey Sullenberg y Jeffrey Zaslow
Reparto Tom Hanks, Aaron Eckhart, Laura Linney, Anna Gunn, Jamey Sheridan, Autumn Reeser, Sam Huntington, Jerry Ferrara, Jeff Kober, Chris Bauer, Holt McCallany, Carla Shinall, Lynn Marocola, Max Adler, Valerie Mahaffey, Ashley Austin Morris
Pese a sus 86 años de edad el veterano actor y cineasta norteamericano Clint Eastwood no para de trabajar, sobre todo si nos referimos a su prolija faceta detrás de las cámaras. La última vez que supimos algo de él fue en 2014, año en el que estrenó dos biopics diametralmente opuestos, el del navy seal Chris Kyle en la competente, pero demasiado entregada a la idealización de su protagonista, El Francotirador (American Sniper) y la del grupo musical The Four Seasons en la coral Jersey Boys, pareja de films que siguen la tónica que ha tomado la última parte de la filmografía como creador del protagonista de la Trilogía del Dolar o la saga de Harry el Sucio, o lo que es lo mismo, la gestación de largometrajes correctos, cargados de buen cine, pero que normalmente quedan lejos de los mejores trabajos de su autor. Sully no es una excepción a esa regla y a pesar de estar ejecutada con una profesionalidad (casi) intachable en todos y cada uno de sus apartados también tiene poco que hacer frente a piezas aposentadas en la excelencia como Sin Perdón, Un Mundo Perfecto o Mystic River. Pero como mencionamos la última producción como jefe de ceremonias de Clint Eastwood se revela como una de las apuestas más sólidas e interesantes de la cartelera actual gracias a unas buenas dosis de drama, acción y heroismo puramente estadounidenses aposentadas en su saber hacer como autor, un guión considerablemente competente (aunque con alguna mancha que más tarde apuntaremos) y un reparto muy cohesionado comandado por una pareja de actores principales en estado de gracia.
Sully está basada en la novela Higher Duty, escrita a cuatro manos por los pilotos Chelsey Sullenberg y Jeffrey Zaslow, autores de una de la heroicidades más increíbles de la historia de la aviación mundial. El 15 de Enero de 2009 consiguieron la proeza de amerizar con éxito un Airbus 320, el del vuelo 1549 de US Airways, en el río Hudson de Nueva York sin que el pasaje sufriera daño alguno. El largometraje dirigido por Clint Eastwood y escrito por Todd Komarnicki (Seduciendo a Un Extraño, Resistencia) se centra principalmente en la figura de Sullenberger y por medio de él y de la posterior investigación sobre si su acto de heroicidad fue una temeridad o no y de cómo asimila su nuevo estatus profesional y social el director de Medianoche en el Jardín del Bien y del Mal vuelve a una de sus constantes autorales más representativas, la del héroe que no se considera como tal porque “sólo cumple con su deber” y que nos retrotrae a algunos de sus trabajos como la ya mencionada cinta protagonizada en 2014 por Bradley Cooper o a aquel soberbio díptico bélico formado por Banderas de Nuestros Padres y Cartas Desde Iwo Jima. En este terreno Eastwood vuelva a hacer gala de su visión clasicista del cine de Hollywood con una historia 100% americana en la que se muestran las luces y sombras de su sociedad aunque desde una corrección política más acentuada de lo habitual en su impronta y recordándonos en no pocas ocasiones a la obra de Frank Capra.
Pese a que Clint Eastwood trata de llevar a su terreno su último largometraje este no deja de ser un proyecto bien ejecutado aunque con toda la apariencia de ser un trabajo de encargo en el que no ha depositado otra cosa que no sean sus tablas como cineasta curtido en mil batallas. El director de Bird toma el control de los mandos de su máquina y consigue que esta funcione con el ingenio y el ferreo pulso esperados, con una puesta en escena medida y perfectamente estructurada con la que asentar su relato sobre un guión que en todo momento trata de mantener el interés del espectador aunque en ocasiones recurriendo a algunos trucos algo cuestionables. La primera mitad de la película es ejemplar, con el uso de la narración in media res, todo el desarrollo de acontecimientos que tiene lugar después del accidente aéreo se ve enriquecido con una serie de flashbacks bien equilibrados y localizados en el momento justo del metraje para dar distintos puntos de vista de lo que sucedió aquel ya célebre 15 de Enero de 2009. El problema reside en que después de que asistamos a cómo los pilotos llevan a cabo su acto de heroicidad por medio de uno de estos recuerdos por parte del protagonista el film recurre a ciertas licencias dramáticas bastante torpes para que el relato siga transmitiendo la sensación de intriga que la primera hora del film inyectaba con naturalidad a la narración y aunque estos posiblemente se ciñan a la realidad son reprobables. Poner en peligro de manera arbitraria a miembros del pasaje del avión una vez este se encuentra sobre el río Hudson y dar un tono de impostada conspiranoia al grueso de la investigación con respecto a si la decisión de los pilotos fue temeraria o no dan la impresión de que Eastwood y su guionista quieren alargar más de lo debido su historia por medio de añadidos innecesarios a la trama central, algo que sucedía también en Argo, el magnífico y premiado film de Ben Affleck, que parecía acumular una serie de improbables desinfortunios para poner en peligro a sus personajes hasta el último momento y que denotaban cierto artificio en pos del espectáculo cinematográfico.
Como en toda película con Clint Eastwood detrás de las cámaras uno de los puntos más fuertes de Sully es su dirección de actores. Aunque el reparto de secundarios del largometraje es de nota con la presencia de intérpretes magníficos como Laura Linney (El Show de Truman) Anna Gunn (Breaking Bad) o infravalorados como Jamey Sheridan (el Randal Flagg de la versión televisiva de Apocalipsis de la novela de Stephen King) o Chris Bauer (inolvidable como el sindicalista Fran Sobotka en la segunda temporada de The Wire) son unos intachables Tom Hanks y Aaron Eckhart los que se muestran como el alma de la película. El protagonista de Philadelphia o Capitán Philips apela a una sabia contención y a una dignidad en pantalla con un rol que fácilmente podían haber interpretado en su época genios como Henry Fonda o James Stewart. Chelsey Sullenberg es el americano ejemplar, recto, íntegro, de una honorabilidad fuera de toda duda y en estas lides Hanks es un perro viejo que sabe como vestir el traje de hombre intachable. Dándole la réplica encontramos a un Aaron Eckhart en modo robaescenas que con su carisma, soltura y verborrea no sólo consigue estar a la altura de su partenaire, también en ocasiones consigue quitarle protagonismo gracias a ese talento que no nos pilla de sorpresa a los que hemos disfrutado su labor en films como Gracias Por Fumar, El Caballero Oscuro o Erin Borckovich. La química entre los dos actores, la complicidad de los dos personajes y los momentos que comparten en pantalla bajo las órdenes de un Clint Eastwood que sabe sacar lo mejor de ellos son lo mejor que puede ofrecer Sully como producto cinematográfico, sólo la escena en la que “tienen que salir a tomar el aire” en el clímax final sirve de esclarecedora síntesis del enorme trabajo que ambos intérpretes llevan a cabo de manera conjunta.
Desde Gran Torino, su última gran cinta, Clint Eastwood siempre cumple de cara al público y la prensa especializada, pero no consigue rematar esa gran nueva obra que se le lleva años resistiendo y en ese sentido Sully es otra pieza menor dentro de su filmografía, pero está lejos de ser una cinta desdeñable o carente de interés. Aunque como ya hemos citado parece haber sido rodada con cierto impersonal academicismo y su guión en puntuales ocasiones no está todo lo cohesionado que debiera (el papel de Laura Linney es el prototípico de esposa sufridora y la subtrama del controlador aéreo es innecesaria y lacrimógena) funciona durante la mayor parte del metraje. Por suerte un director con más de cuarenta años de experiencia que controla con presteza todos los apartados del film y un dúo de protagonistas que le dan la película hecha con su enorme labor actoral consiguen que el último proyecto del cineasta norteamericano contenga en su impronta los suficientes aciertos para ser considerado uno de los atractivos más interesantes de la cartelera actual. Al igual que otros veteranos como Woody Allen, Martin Scorsese, Oliver Stone o Steven Spielberg, su etapa dorada pasó, pero por suerte todavía es capaz de ofrecernos propuestas atractivas y eficientes que elevan considerablemente la calidad media de la temporada de turno por medio de producciones que no son otra cosa que el resultado de décadas de carrera engrandeciendo el celuloide comercial estadounidense alternando cine de autor con competentes productos propios de artesanos que conocen plenamente su oficio como el que nos ocupa
Crítica publicada originalmente en Zona Negativa
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