Título Original Red Lights (2012)
Director Rodrigo Cortés
Guión Rodrigo Cortés
Actores Cillian Murphy, Robert de Niro, Sigourney Weaver, Elizabeth Olsen, Toby JOnes, Joely Richardson, Leonardo Sbaraglia, Graig Roberts, Burn Gorman
Última cinta del director español Rodrigo Cortés tras el éxito mundial de su magnífico segundo film, Buried, rodado con un equipo ífimo y un sólo actor, un inspirádisimo Ryan Reynolds. La excelente carrera de la producción sobre el hombre que intentaba salvar su vida saliendo del ataúd en el que se encontraba confinado bajo tierra dio pie a que la Warner pusiera sus ojos en el director de Concursante y le ayudara a sacar adelante la que sería su tercera cinta, Luces Rojas, que fu recibida con cierta tibieza durante su estreno pero que a pesar de algún fallo, del todo perdonable, ofrece un juego cinematográfico de calidad y considerable calado emocional.
Margaret Matheson (Sigourney Weaver) y Tom Buckley (Cillian Murphy) son dos físicos que se dedican a desacreditar y sacar a la luz las falsas dotes sobrenaturales de mediums y curanderos que viven del engaño a lo largo y ancho de Estados Unidos. Todo dará un giro cuando un famoso psíquico invidente llamado Simon Silver (Robert de Niro), que fue un mito años atrás por sus supuestos poderes sobrenaturales, decida volver a escena y mostrarse en público. Tom se obsesionará con el regreso de Silver y luchará por intentar desenmascarar su presunto fuego de artifico, pero Margaret se negará en redondo debido a que tuvo en el pasado una mala experiencia con Silver, figura a la que profesa un considerable miedo. Por suerte o desgracia Tom no se dará por vencido tan fácilmente.
Luces Rojas es una pieza curiosa, irregular en unas pocas ocasiones, fascinante en muchas otras, pero siempre interesante por saber en todo momento captar la atención de un espectador que quiere saber más cosas sobre esta historia y los personajes que la pueblan. No es común (al menos en el cine americano) abordar una cinta sobre parapsicología desde el punto de vista de unos personajes escépticos, ya que los mismos siempre suelen ser secundarios estereotipados y antipáticos en este tipo de largometrajes y acaban pagando con su vida la osadía de "no creer". El punto de partida es hasta cierto punto excitante y original y a un servidor le sirve para implicarse más con la narración y los roles principales.
Cortés acierta al introducirnos en el ambiente profesional de sus personajes y nos muestra con pericia e inteligencia cómo trabajan y cuáles son sus métodos para desacreditar a esos farsantes que se aprovechan de la buena fe de la gente montando falsas sesiones de espiritismo o "curando", supuestamente, graves enfermedades con el simple contacto de sus manos. En este sentido destacables son los pasajes de la medium que abre el film, la del niño que presuntamente realiza escritura psicográfica animado por canciones de thrash metal o la conferencia pública de Leonardo Palladino (magnífico Leonardo Sbaraglia en sus dos breves apariciones, sobre todo en la segunda, la de la cárcel)
Pero luego introduce con acierto la figura de Simon Silver (aunque con ello comete algunos desaciertos, como cuando vemos esos programas de los 70 sobre las intervenciones públicas del personaje y nos meten por la cara a un actor interpretando al personaje de De Niro en su juventud de una manera ridícula, más imitándo exageradamente al actor que interpretándolo con seriedad al rol del film) y todo se torna interesantemente oscuro, crepuscular y amenazante. La figura al que da vida con aplomo y contención (alejándose del histrionismo de sus olvidables últimos roles en Hollywood) el protagonista de Casino posee un aura de poder casi plapable, aunque todo forme parte de las estrategia de la escritura de Rodrigo Cortés.
El guión del cineasta es lo mejor del largometraje por lo acertado de su estructura, ya que cuando llega el shyamalanesco giro final, muy deudor del de El Protegido (Unbreakable), el espectador se da cuenta de que no hay gratuidad alguna en su ejecución, ya que el mismo coge esos tópicos sobre este tipo de films que el escritor y director ha ido colocando de manera desconcertante a lo largo del metraje y les da completamente la vuelta para volverlos de una coherencia desarmante, aunque como (casi) siempre suceda el realizador se vea en la obligación de meter flashbacks explicativos para atar todos los cabos, recuerso que a mí no suele gustarme (confío en la inteligencia del espectador medio) pero que aquí era bastante necesario.
El autor del cortometraje15 Dïas con la ayuda de sus actores perfila a unos personajes principales altamente creíbles y nada unidimensionales. La dirección, el guión y los intérpretes saben transmitir el estoicismo y la integridad de Margaret, haciéndose enorme el rol cuando se adentra en la duda y pone sus sistema de valores pendiendo de un hilo. También hay un acierto considerable a la hora de exponer en pantalla la ambiguedad de Tom que irá tornando en una obsesión con Silver que llega a experimentar ribetes de tragedia griega. Con respecto al reparto también anda por ahí un acertado Toby Jones y una esforzada Elizabeth Olsen (ya sabemos cuál de las hermanas se llevó el talento) que hace lo que puede con su, simplemente esbozado, personaje.
Como he dicho al principio, no todo es perfecto en Red Lights. A pesar de que el trabajo de Cortés es muy profesional en líneas generales, hay algunas taras que restan entereza al conjunto de la obra. Hay a lo largo de todo el metraje una sensación que en ocasiones hace que el espectador se dé cuenta de que nos encontramos en manos de un director que está de visita en el cine norteamericano, como mostrando cierta desubicación espacial en la que el sello del cineasta se ve diluido al menos en su fondo. También choca bastante el cambio radical de planificación de tomas y montaje que sufre el largometraje en al escena de la paliza en el cuarto de baño, que por muy bien coreografiada que esté parece fuera de lugar con respecto a la elagancia formal de la que había hecho gala el proyecto hasta ese momento, Por suerte el excelente clímax final quita ese leve mal sabor de boca con su poderosa resolución.
La tercera cinta de Rodrigo Cortés merece la pena y a mí al menos me ha dejado considerablemente satisfecho, porque sus hallazgos solapan sus mínimos fallos, porque cuando Cortés parece que ha transitado caminos mil veces vistos con un simple juego de manos nos dice que no, que nada es lo que parece, como en una de las sesiones de ilusionismo de sus personajes. Finalmente descubrimos que el cineasta no sólo no jugaba con cartas marcadas, sino que en un momento del film cogió su as en la manga nos lo puso en la cara y ni nos dimos cuenta o al menos yo no lo hice.
Lo cierto es que con eso tengo suficiente. Luces Rojas me hace disfrutar de casi dos horas de cine bien dirgidio, interpetrado y sobre todo escrito. Incluso esa vuelta de tuerca final me parece tan buena, tan acertada e interesante que no llega ni a molestarme que una vez más, los descreidos (sí, soy uno de ellos y por motivos practicamente idénticos a los del personaje de Margaret en el film con respecto a su hijo) volvemos a ser (en cierta manera) desacreditados por la maquinaria cinematográfica. Pero este film lo hace con tanto estilo y elegancia que finalmente me dejo llevar, porque me doy cuenta de que el verdadero mago es el mismo Rodrigo Cortés y eso ya me confirma, satisfactoriamente, que ha merecido la pena el viaje.
A mí por ahora no me ha decepecionado, pero de la misma manera que digo que he visto alguno de sus cortometrajes y su segunda y tercera película he de admitir, no sin vergüenza, que no he visto aún Concursante, su ópera prima.
ResponderEliminarLa tengo en mi poder y no tardaré en desgranarla por aquí, no lo dudes.
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