Título Original Conan the Barbarian (1982)
Director John Milius
Guión Oliver Stone y John Milius basado en el personaje de Robert E. Howard
Actores Arnold Schwazenneger, James Earle Jones, Sandalh Bergman, Gerry Lopez, Max Von Sydow, Ben Davidson, Cassandra Daviola, Jorge Sanz, Nadiuska, Mako
En 1982 Conan ya era parte considerable de la cultura popular. El personaje fue creado en 1932 por el escritor norteamericano, nacido en Texas, Robert E. Howard, que basó en él varios relatos cortos de gran éxito en la revista especializada en historias fantásticas Weird Tales. La temprana muerte de Howard impidió que el personaje siguiera su exitosa carrera literaria, pero ya se ocupó el mundo de la viñeta, por mediación de la Marvel, de llevar su imagen a cotas de popularidad incalculables, convirtiéndole en un reconocible icono contemporáneo.
Autores como los dibujantes Barry Winsord Smith y John Buscema o el guionista Roy Thomas dieron forma a cómics memorables que respetaban considerablemente (al menos en sus inicios) la esencia de lo que Robert E. Howard había plasmado en palabras. Con sus altos y sus bajos Conan consiguió dejar una huella indeleble en el mundo del noveno arte que duraría hasta nuestros días con las etapas de otros autores como Kurt Busiek o Timothy Truman y colecciones como Conan Rey, La Espada Salvaje de Conan o Conan el Cimmerio.
En 1982 por mediación de los productores Edward R. Pressman y el mítico Dino de Laurentiis llegó la primera adaptación cinematográfica inspirada en el personaje de Conan. La dirigió el norteamericano John Milius, la escribió un por aquel entonces muy prometedor cineasta llamado Oliver Stone (aunque el mismo Milius retocaría algunos aspectos del libreto) y no sólo fue un éxito a nivel mundial, también supuso uno de los mejores exponentes cinematográficos de ese maravilloso subgénero que responde al nombre de espada y brujería.
Conan The Barbarian se abre con una cita del escritor y filósofo Friederich Nietzsche. Lo que no me mata me hace más fuerte. Con este sencillo. esclarecedor y temprano apunte John Milius nos está mostrando la senda ideológica que su producto cinematográfico va a transitar, ya que Conan se mostrará a lo largo del film y de alguna manera como ese "superhombre" del que nos hablaba el filólogo alemán en ciertos pasajes de su obra. Ese ser hecho a así mismo que no se arrepiente de sus actos y que posee leyes y moral propias.
Los 5 primeros minutos de Conan, El Bárbaro son de una cristalina sencillez expositiva y ponen rápidamente las cartas sobre la mesa. La profunda e inolvidable voz del actor Mako situándonos espaciotemporalmente con un genial monólogo deja paso a la célebre escena de la forja de la espada del protagonista envuelta por el tema central de una de las más increíbles y memorables bandas sonoras de la historia del cine, la que el compositor americano de origen griego Basil Poledouris, escribió para este film.
Si se tuviera que definir una película como Conan, El Bárbaro en una sola palabra esa sería indudablemente "épica", esa de la que carece totalmente el reciente y poco ortodoxo remake dirigido por Marcus Nispel. La cuarta película como director de John Milius es la quintaesencia de su concepto filofascista y ultraconservador de la vida. Es una glorificación de la guerra como arte y del guerrero como ser superior poseedor de un físico perfecto pero también de cierta riqueza intelectual que lo convierte tanto en una máquina de matar como en una entidad casi sobrehumana. El hombre perfecto desde su peculiar pero inquebrantable punto de vista
Todo el conjunto envuelto en aire místico y hasta romántico que el mismo John Milius perdería, por desgracia, con los años a la hora de exponer su ideología política en su obra cinematográfica, ya que films com Amanecer Rojo o El Vuelo del Intruder nos confirmaron que la sutileza se la dejó en Cimmeria y que la brocha gorda marcó a fuego su posterior filmografía como cineasta, dejando entrever la misma una personalidad paranóica y de corte obesisivamente paramilitar que jugaría en su contra a la hora de realizar buen material para la pantalla grande.
La estética y estructura de Conan, El Bárbaro son grandes deudoras del spaghetti western de autores como el mítico cineasta Sergio Leone, no por nada el film se rodó en Almeria y otras zonas de España como Segovia o Cuenca. Parajes desérticos, la omnipresencia de personajes siempre montados a caballo, la austeridad física y la parquedad de palabra del protagonista, todas estas son señas de identidad que emparentan el film con obras como Por Un Puñado de Dólares o El Bueno, el Feo y el Malo, pero también con el cine de autores japoneses como Akira Kurosawa o Masaki Kobayashi, éste último influencia directa y confesa del propio Milius en algunos pasajes del largometraje que nos ocupa.
El ritmo de esta primera obra cinematográfica de Conan es pausado, adecuado para la historia que se cuenta y el mismo va tomando forma como si de la forja de una espada se tratara. En ningún momento John Milius pierde el sentido de la épica y la maravilla que él hace suyos y sabe medir con maestría los silencios, los gestos y miradas de sus personajes, los no muy abundantes diálogos (memorables muchos de ellos) entre los actores y las escenas de batalla que están considerablemente logradas para la época en la que fueron ideadas y con el presupuesto con el que fueron ejecutadas.
Incontables son las escenas memorables del largometraje. Desde la ya mencionada introducción o la magnífica secuencia de el secreto del acero con un inolvidable William Smith de maravillosa voz y un adolescente Jorge Sanz, hasta el asesinato de la madre de Conan (la mítica Nadiuska) a manos de Thulsa Doom pasando por la visita a la cabaña de la bruja, el asalto a la fortaleza del personaje intepretado por James Earl Jones, la noche en la que Conan es atacado por los espíritus o la posterior "resurrección" con tintes teológicos del personaje rematada con la icónica imagen del protagonista blandiendo su espada a la mañana siguiente.
Arnold Schwarzenneger fue una elección perfecta para interpretar al cimmerio. Su físico imponente y musculado era completamente adecuado para el rol. Su voz profunda y mirada acerada sirvieron de complemento para la que posiblemente sea la mejor interpretación de su carrera o al menos la más adecuada para sus mediocres aptitudes actorales. Ciertamente no es su imagen la más fiel a la que vimos del personaje en las viñetas, pero desde que el film (y su terrible secuela) salió a la luz la del ex gobernador de California es la imagen icónica por excelencia de Conan.
En el reparto de secundarios podemos ver caras conocidas como la del veterano intérprete James Earl Jones (con terrible postizo capilar) como Thulsa Doom, con el que no entraremos en detalles de por qué eligió Millius al único actor de color del film para encima mostrarlo como un desalmado y ambiguo brujo que toma la forma de un animal que se arrastra por el suelo. Quedémonos con su buen hacer, su imponente presencia, gravísima voz (la de Darth Vader, nada menos) y maldad sin fin.
Por otro lado tenemos a una sensual y atlética Sandalh Bergman, atractiva hasta con pinturas de guerra y un entrañable e inolvidable Gerry Lopez como el fiel Subotai. En apariciones más breves podemos reconocer al sueco Max Von Sydow como el rey Osric, Mako como el hechicero y narrador de la trama o las bellas Cassandra Grava y Valérie Quenessen, dando vida a la bruja de la cabaña y la princesa respectivamente. Sin olvidarnos de los ya mencionados Jorge Sanz como Conan en su infancia o Nadiuska y William Smith como sus padres.
Conan The Barbarian es una enorme portada de Frank Frazetta (posiblemente el mejor ilustrador que han tenido los cómics del personaje) en movimiento. Una epopeya épica y mágica, realizada con todo el cariño del mundo por un John Milius en estado de gracia arropado por un equipo técnico y artísitico que lo dio todo por el proyecto, y que como obra abrió junto a la inmensa Excalibur de John Boorman la puerta para que en los 80 se rodaran films inolvidables dentro del mismo subgénero como Lady Halcón de Richard Donner, Legend de Ridley Scott, Tygra, Hielo y Fuego de Ralph Bakshi o Willow de Ron Howard entre otras.
La escasa fidelidad hacia los textos originales literarios manuscritos por Robert E. Howard por la que se rasgan las vestiduras sus acólitos que dicen que este de Oliver Stone y John Milius no es el verdadero Conan, la horrible secuela, Conan el Destructor, a manos de un perdidísimo Richard Fleischer que convirtió el personaje en una estúpida caricatura o la revisión cinematográfica de reciente factura a manos del alemán Marcus Nispel y que poco o nada tiene que ver con ningún tipo de Conan escrito, ilustrado o en movimiento ya son otra historia y puedo aseguraros por Crom que no será narrada en este preciso momento en el que estamos celebrando la grandeza de un clásico del cine de aventuras con letras mayúsculas forjadas entre hierro y fuego.
"—¿Qué es lo mejor de la vida?
ResponderEliminar—La extensa estepa, un caballo rápido, halcones en tu puño, y el viento en tu cabello.
—¡MAL!, Conan, ¿Qué es lo mejor de la vida?
—Aplastar enemigos, verles destrozados y oír el lamento de sus mujeres."
FUCK YEAAH!!
"Él es Conan, él no llora, yo lloro por él"
ResponderEliminarSi por falta diálogos chulescos y memorables no va a ser, no.
Lo mejor de la vida... Una buena cama, buenos dientes y papel higiénico suave (por cohen el bárbaro, 80 años de barbarie no pueden estar equivocados)
ResponderEliminarEsta peli tiene una banda sonora tan buena que si los bárbaros de verdad no la han escuchado nunca, lastima por ellos
Que grande es Cohen, el que más en todo Mundodisco.
ResponderEliminarY sí, la banda sonora es tan épica y grandilocuente que haría eyacular a los Manowar sin necesidad de tocarlos.