jueves, 2 de mayo de 2013

The Lords of Salem, thy kingdom come, thy will be done



Título Original The Lords of Salem (2012)
Director Rob Zombie
Guión Rob Zombie
Actores Christopher Knight, Sheri Moon Zombie, Dee Wallace, Clint Howard, Udo Kier, Barbara Crampton, Maria Conchita Alonso, Lisa Marie, Sid Haig, Bruce Davison, Michael Berryman, Meg Foster, Billy Drago, Patricia Queen, Ken Foree, Judy Geeson, Bonita Friedericy, Daniel Roebuck, Richard Lynch, Torsten Voges





Tras ser uno de los estandartes del metal industrial con sus compañeros de White Zombie y más tarde en solitario con su propio nombre artístico, Rob Zombie decidió probar suerte en el mundo del séptimo arte, idea nada descabellada si tenemos en cuenta que tanto su música como los videoclips con los que ilustraba muchos de sus temas tenían una fuerte carga cinematográfica, tanto referencial como estilística. No voy a alargarme mucho más, todo lo que yo haya podido decir de la carrera como cineasta de Rob Zombie está en esta entrada que le dediqué hace tiempo a sus tres primeros films y en la crítica que le hice a Halloween II, el cuarto, del que cabe destacar que aún habiéndome decepcionado considerablemente la primera vez que lo vi (como constato en esos mismos párrafos), ganó muchos puntos con la revisión que le hice cuando me compré el dvd de la película por puro completismo.




Hace unos días el director confesaba que aunque se sentía orgulloso del remake que hizo de la obra maestra de John Carpenter, y la secuela que le siguió, el proceso de rodarlas fue del todo humillante. Conociendo un servidor algunas de las andanzas de los hermanos Harvey y Bob Weinstein, esos productores, señores millonarios, influyentes y con muy mal carácter a los que no se les puede echar cara (que se lo digan al pobre Martin Scorsese de de la muy recuperable Gangs of New York) si no te llamas Quentin Tarantino, no me extraña demasiado que el director de La Casa de los 1000 Cadáveres confesara tal sentimiento hacia el proceso de creación de los dos films que realizó sobre la figura de Michael Myers.




Por ello tras esa experiencia con las majors decidió buscar financiación para dar forma a algo diferente, un proyecto más personal e independiente en el que tuviera una considerable libertad para construirlo. Zombie fue contratado por los productores de Insidious, Sinister y la saga Paranormal Activity para iniciar la gestación de su nueva obra, que escribiría, dirigiría y esta vez incluso podría producir para tener el máximo control sobre el montaje final y el proceso creativo del proyecto. El resultado es The Lords of Salem un arriesgadísimo largometraje que se mueve entre lo acertado, lo fallido, lo brutalmente disfrutable y lo indudablemente desconcertante a partes iguales, siendo un producto 100% hijo de su padre con todo lo bueno y lo malo que ello conlleva.




Heidi (Sheri Moon Zombie) conduce uno de los programas de música rock más exitosos de la ciudad de Salem (Massachusetts). Un día recibe una caja de madera con unos extraños símbolos que dentro contiene un vinilo de un misterioso grupo llamado The Lords. Cuando Heidi y sus colaboradores ponen el disco en el show ella reacciona de manera extraña al igual que todas las mujeres de a localidad que tienen sintonizada la emisora en ese mismo instante. Todo parece tener que ver con el juicio de las ínfames brujas de Salem que se llevó a cabo en 1692 y una maldición que lanzaron contra todas las mujeres del lugar antes de morir calcinadas en la hoguera. Heidi cobrará vital importancia en este macabro ritual que dará inicio a una nueva era a nivel mundial.




The Lords of Salem no es una película fácil ni para todo tipo de público, como obra es el resultado de darle completa libertad a un director que tiene una voz propia dentro del género de terror pero cuya impronta va evolucionando poco a poco, incluso en productos de encargo como los que hemos comentado previamente. La última película de Rob Zombie es sin lugar a dudas la más suya de todas las que ha realizado y como largometraje sirve para vislumbrar sólo el inicio de hacia donde puede encaminarse su discurso autoral si posee carta blanca para abordar sus criaturas, que como es lógico no siempre va a tener, al menos en un mundo como el del Hollywood actual con su naturaleza prefabricada en cadena de montaje.




Si el británico Ken Rusell (Los Demonios, Gothic, Tommy) hubiera dirigido La Semilla del Diablo, Rosemary's Baby en su más sutil título original, (por mucho que el mismo Rob Zombie hable más de El Resplandor de Stanley Kubrick, los ecos a la obra maestra de Roman Polanski son más evidentes) a mediados de la década de los años 70 el resultado hubiera sido algo muy parecido a esta The Lords of Salem. Una revisión bastarda del largometraje protagonizado por una inmensa Mia Farrow en 1968 en el que (como bien sucedía en gran parte del grueso de los ya lejanos grandes films del italiano Dario Argento) la puesta en escena devora casi por completo al argumento que sustenta el relato, que no es nuevo, ni inventa nada, pero de todas formas está ahí y al menos a un servidor no le ha parecido ni difícil de seguir ni ausente en el conjunto del producto, aunque sí es cierto que en la recta final se desdibuja por esa bacanal visual en la que se adentra el realizador.




Primero voy a hablar de lo que no me ha gustado de The Lords of Salem y después destacaré lo que sí, que por suerte es bastante más que lo que me ha causado rechazo. Puede que sea sensación sólo de un servidor y no haya mucha gente que comparta mi opinión, pero estoy harto de ver a Sheri Moon Zombie en todo lo que hace este hombre. Pase que sean matrimonio y que el amor en un sentimiento precioso o que la veamos luciendo su envidiable palmito en todos y cada uno de los videoclips que realiza y que hasta diera vida con convencimiento a esa tan sexy como demencial Baby Firefly en La Casa de los 1000 Cadáveres y Los Renegados del Diablo. Pero ya debería este señor haberse dado cuenta en Halloween: El Origen (y sobre todo su secuela) que dando vida a la madre de Michael Myers a su señora le vino grande el papel (que ojo, tampoco es que lo hubiera escrito Ingmar Bergman) de modo que hacerla la protagonista total de su última cinta es un fallo considerable, porque no tiene las aptitudes necesarias para que su trabajo sea debidamente creíble, por mucho que la mujer se esfuerce, que lo hace.




Tener libertad creativa no es sinónimo de tener que fastidiarla en algunos momentos importantes por estupideces estilísticas mal elegidas o entendidas. La mayor metida de pata para un servidor es cómo un brutal coitus interruptus destroza la escena que podía haber sido la cumbre del film y un clímax de proporciones catredalicias. El personaje de Heidi cierra un ciclo en su trayecto y en un momento dado entra por una puerta que hasta ese momento era un misterio en la historia. La realización en ese pasaje es sencillamente apoteósica (maravillosos grandes angulares), la dirección artística apabulla (imposible no pensar en el perturbador videoclip Long Hard Road Out of Hell de Marilyn Manson) y de fondo sonando el Requiem de Mozart que tiene un sentido desarmante con lo que va a sucederle a la protagonista en ese momento. Uno podría pensar que nada podría estropear un momento de cine diabólicamente puro como este, pero sí, sucede. Y yo me pregunto: ¿No había nadie de confianza que le dijera al director que esa "representación física" del "maligno" transmitía risa y pena en vez de miedo y grandilocuencia?. Parece que no y es una lástima.




Por último debo destacar los sentimientos enfrentados que me transmite esa recta final en la que Zombie se entrega a una orgía visual desatada en la que enfatiza el ya de por si notable tono blasfemo que hasta ese momento destilaba el proyecto. Por un lado la pieza es de un poderoso hipnotismo (ese telón subiendo dejando escapar una luz cegadora, como si asistiéramos a una visión demoníaca del final de Encuentros en la Tercera Fase de Steven Spielberg) volviendo a remitirnos al Ken Russell más herético (el de la infumable pero visualmente descarada La Guarida del Gusano Blanco, por poner un ejemplo) y a escenas sencillamente estúpidas como la de Heidi montada en una cabra de juguete o sentada en un sofá iluminado como si fiera un prostíbulo se contraponen otras como la de ese alumbramiento que tan pronto nos trae a la mente el Aquelarre de las Pinturas Negras de Francisco de Goya como la mítica portada del disco Sabbath Bloody Sabbath de la banda británica comandada por Ozzy Osbourne y Tonny Iommi.





Pero en líneas generales me he enamorado de muchos de los aspectos de esta The Lords of Salem. Para empezar veo que Rob Zombie no es un narrador acomodaticio, que quiere evolucionar y buscar una voz propia, aunque siga bebiendo de muchos referentes cinematográficos (Argento, Carpenter, Craven) , y que poco a poco dará con ella y puede que tras hacerlo nos entregue sus mejores trabajos o los más infumables, el tiempo lo dirá. Sabe crear atmósferas perversas, lascivas, envenenadas, consigue sacar partido de espacios pequeños como un pasillo, el estudio de un programa radiofónico o un apartamento poco iluminado (un par de interesantes sustos tienen lugar en el de la protagonista). Pero lo hace incluso mejor cuando debe driblar con localizaciones de proporciones considerables como ese teatro que parece mostrarse como la boca del mismísimo infierno sin necesidad de entregarse a lo grotesco o lo explícito, hasta la escena del clímax final.





Aunque si hay algo que me ha gustado (y no es que sea un servidor partidario de dicha "religión" ya que en ocasiones me produce tantos momentos cómicos como la cristiana) es la descarada apología al satanismo que hay a lo largo de todo el metraje. Zombie se entrega a una brutal (a veces hasta burda) oda al maligno a su legado y a cómo este satiriza la palabra de Cristo. Momentos como el flashback con las brujas (deudor del Mario Bava de La Máscara del Demonio) el del sacerdote en la iglesia, la música del disco de vinilo que suena a cántico pagano arcaico o momentos como en el que Heidi entra por primera vez en el apartamento Nº 5 con esa cruz de neón de color rojo que la hipnotiza destilan una pasión por la parafernalia demoníaca que el cineasta no se preocupa en disimular. Pero no hablamos de un satanismo cobarde como el de El Exorcista de William Friedkin o The Devil Rides Out de Terence Fisher (ojo, dos de mis films de terror favoritos de todos los tiempos, no tengo nada en contra de ellos) que tiraban la "piedra diabólica" y escondían la "mano cristiana", sino de una obra que apela por el triunfo del mal como concepto y entidad corporea disfrutando con dicha idea.




Al final esa ascensión con impía figura religiosa marca un nuevo punto en el futuro de la humanidad con su reciente descendencia. Porque si en La Semilla del Diablo Polanski nos hablaba de que la maternidad es un sentimiento tan poderoso que aceptaría la maldad con tal de cuidar de su vástago, The Lords of Salem nos cuenta que el mal es una entidad tan inmensa que puede pervertir el instinto maternal sea de la naturaleza que sea. Unos recibirán esa escena entre carcajadass o vergüenza ajena y otros (un servidor entre ellos) lo hace con una sonrisa cómplice y una sensación de haber disfrutado con este viaje psicotrópico y desquiciado al lado más enfermizo del mal en un estado mórbido, pero paradójicamente puro. Esa pureza que se contrapone con la muy distinta de ese último plano a modo de flashback que cierra por completo la obra.






The Lords of Salem es Rob Zombie en su máxima esencia, su película más personal, libre y sí, puede que por ello irregular y no del todo satisfactoria. Es el precio a pagar porque te permitan ser tú mismo dentro del mundo del cine actual, que cabe la posibilidad de que pases del ridículo a la excelencia en un sólo plano. Comprendo la disparidad de opiniones sobre lo que la película transmite como obra cinematográfica y que hayan espectadores que la detesten o se enamoren de ella. Un servidor ha salido satisfecho del visionado, aún siendo consciente de que pudo haber sido considerablemente más grande sin ciertos fallos que la hieren de alguna manera, pero me ha transmitido más sensaciones buenas que malas. Ahora sólo nos queda esperar el próximo proyecto del cineasta, esa eternamente pospuesta Tyrannosaurus Rex que tiene pinta de ser más cafre y desenfadada que la obra que nos ocupa y que si no está protagonizada por Danny Trejo perderá muchos puntos antes incluso de empezar su rodaje.




2 comentarios:

  1. Pues más miedo me da a mí esto que ha declarado, aunque ya se sabe que estos tíos cuando dicen "largo periodo de tiempo" luego es más bien poco:

    http://www.aullidos.com/leer_noticias.asp?id_noticia=18411

    Eperemos que no se cumpla y siga rodando y depurando su estilo.

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    1. Es que es muy listo, siempre estrena peli cuando saca disco, no sabe na el pelanas, todo a la vez para compensar las perdidas de una cosa con otra o forrarse con ambas.

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