jueves, 26 de agosto de 2010

El Escritor, chasing ghosts



Título Original: The Ghost Writer (2010)
Director: Roman Polanski
Guión: Robert Harris & Roman Polanski, basado en el libro de Robert Harris
Actores: Ewan McGregor, Pierce Brosnan, Olivia Williams, Kim Cattrall, Tom Wilkinson, Timothy Hutton, James Belushi, Eli Wallach, Robert Pugh





Tras la soberbia El Pianista y su excelente revisión del Oliver Twist de Charles Dickens, Roman Polanski dirige este ajustado y correcto thriller que si bien funciona con la eficacia de un reloj suizo como cinta de género, también se queda a mitad de camino si es evaluada como una obra de su autor. Una de las voces más interesantes y versátiles que ha dado el cine europeo en toda su historia. Un genio polaco que ha tocado todos los palos (desde la comedia vampírica hasta el terror psicológico de corte satánico pasando por el subgénero de Piratas) y que ha ofrecido un retrato misántropo de la raza humana y dado una visión única entre lasciva y mórbida del mal en estado puro.




The Ghost Writer es un thriller político ejemplar, con una pátina de esteticismo europeizado (en ocasiones recordando a Costa Gavras) y un acabado formal fuera de toda duda. Tiene todos los alicientes para ser un producto efectivo bien ejecutado y con una resolución artística y técnica llevada a cabo por unos profesionales comprometidos con su trabajo. Eso estaría bien para otra producción típica del Hollywood actual dirigida por los John Amiel, John Avnet o Philip Noyce de turno, pero no para una obra de alguien con el talento de Roman Polanski.




A pesar de que la película no escatima en cuanto a dejar en evidencia la política internacional inglesa (ya que por mucho que intenten escurrir el bulto los autores de la obra, hablan indudablemente del matriomonio formado por el ex primer ministro británico Tony Blair y su esposa Cherie a pesar de que la resolución de la trama se encamine por derroteros ficcionados que esperemos no se lleven a cabo, ya que eso sería del todo rocambolesco), y de que en ocasiones bordea la sátira, al film le falta el mordiente, ese toque satírico y cruel al que Polanski nos tiene acostumbrados hasta cuando teje tramas adheridas al género humorísitico.




A Polanski se le acusó de manera más o menos injusta de academicista en sus dos anteriores obras, que eran de época. Pero es en esta El Escritor donde, yo al menos, sí lo veo encorsetado en una innecesaria rigidez formal que diluye en parte su discurso autoral. Un trabajo tan efectivo como despersonalizado que me hace preguntarme qué fue lo que vieron en él los componentes del jurado del pasado festival de Berlín para darle ese oso de plata a la mejor dirección al creador de Repulsión que se me antoja del todo exagerado.




A pesar del medido ritmo del metraje, de que haya rescatado para papeles cortos, dentro de un reparto muy resuelto, a gente tan olvidada como James Belushi o Eli Wallach y a otros que estaban sumergidos en series B de medio pelo (Timothy Hutton), de que hay cierta mirada ácida e incluso acusadora hacia la política europea y su continua bajada de pantalones para con Estados Unidos, esto para un servidor no es Polanski. Es lo más parecido a la cinta de un director menor dentro del panorama cinematográfico actual o peor, un proyecto alimenticio e impersonal dentro de la carrera de un autor que es capaz de mucho más.



miércoles, 25 de agosto de 2010

El Placer de los Extraños, muerte en Venecia



Título Original: The Comfort of Strangers (1990)
Director: Paul Schrader
Guión: Harold Pinter basado en la novela de Iam McEwan
Actores: Christopher Walken, Rupert Everett, Natasha Richardson, Helen Mirren





Un cadencioso y etéreo travelling, envuelto en la elegante partitura del gran Angelo Badalamenti nos invita en los primeros minutos de El Placer de los Extraños a conocer las estancias del (en apariencia) cálido y acogedor hogar del matrimonio formado por Robert y Caroline. Personajes que en esos primeros compases cinematográficos aún no conocemos. La voz de Cristopher Walken ayuda a que su rol empiece a relatar una historia sobre la rígida y estricta educación que recibió por parte de su padre cuando era niño. Estamos a punto de realizar un viaje al lado más oscuro del ser humano de la mano de tres genios. El guionista y director Paul Schrader, el escritor británico ganador del premio Nobel de literatura Harold Pinter y el novelista Ian McEwan cuyo libro sirve como base para el relato.




The Comfort of Strangers supone uno de los trabajos más sólidos y menos reconocidos del guionista de Toro Salvaje, Taxi Driver o La Última Tentación de Cristo ejerciendo como director. Labor detrás de las cámaras en la que ha realizado trabajos memorables como Hardcore, Aflicción, Posibilidad de Escape u obras más intrascendentes como Forever Mine (salvada por esa belleza llamada Gretchen Mol) o Touch. Con la ayuda de Harold Pinter adaptando la novela de Ian McEwan el director de Autofocus consigue un excelente drama de tintes eróticos lleno de una atípica y malsana morbidez.




Curiosamente uno de los aciertos más grandes de una obra como El Placer de los Extraños es nunca exponer esa sordidez humana de manera explícita en pantalla. Schrader en un afán milimétrico y analítico que le honra, se las ingenia para que todo el poso de enfermiza psicología quede fuera de plano, sea puesto en escena por medio de los diálogos (memorable el primer monólogo de Walken a Everett y Richardson) o en ínfimas y muy acertadas escenas de violencia física, como la del golpe en el estómago que descoloca totalmente a un espectador que empieza a ver en ese mismo instante hacia donde se encarrilará la trama y cuales son las intenciones de los extraños anfitriones de la pareja de enamorados.




En la octava película de Schrader podemos contemplar una narración sustentada en mostrar como la rutina y la apatía puede hacer mella en un matrimonio y como la irrupción de uno o más desconocidos dinamita dicha relación en más de un sentido, aunque en principio parezca que dicha presencia inyecta vitalidad a la misma. Antes de Schrader lo hicieron gente como Andrjez Zulawski con La Posesión desde un punto de vista más abstracto claro está y más tarde lo volverían a hacer Roman Polanski en Lunas de Hiel, David Cronenberg en Crash o Lars Von Trier en Anticristo, pero siempre con un elemento en común. Una visión del sexo desprovista de todo tipo de prejuicio (aunque arraigada paradójicamente en la represión) y parafilias de corte sadomasoquista que suelen desembocar en muerte o mutilación física y mental.




Todo este fresco está expuesto en la dirección con una exquisitez Viscontiniana (esas panorámicas de una Venecia entre arrebatadora y sombría) irresistible por parte del guionista de Al Límite, que realiza unos de sus mejores trabajos con encuadres magistrales, un uso excelente del tempo en la narración y los contemplativos travellings que insuflan un tono de extrañeza a la atmósfera del film. Pinter aporta la adaptación en guión del libro de McEwan, escribiendo pasajes excelentes y regalando momentos memorables a un reparto en estado de gracia que va desde la magnética presencia de un Christopher Walken en una de sus mejores composiciones, la mirada ambigua de una Helen Mirren que esta mejor hoy que en la época la que protagonizo esta cinta, un Rupert Everett de corte atlético y porte irónico y la tristemente desaparecida Natasha Richardson que aporta una belleza luminosa e incluso candorosa al conjunto.




Tristemente olvidada, pero normalmente rescatada por los especialistas del medio como uno de los mejores trabajos de su director, El Placer de los Extraños se puede contemplar hoy como un producto elegante y perturbador. Una obra que lo tenía todo para convertirse en un film de un acabado excelente pero que no recibió el reconocimiento que debía, es decir, la historia de siempre. Yo ahora mismo me quedo con una de las mejores pasajes dirigidos por Schrader. La escena de la cuchilla de afeitar. Una toma ejecutada con maestría, haciendo un uso soberbio del travelling con grúa, de la unión de música e imagen y una vez más, gracias a su realizador, apelando por el fuera de campo mostrando de nuevo que no hace falta ver directamente la violencia para comprobar los estragos que puede llegar a producir.


lunes, 23 de agosto de 2010

Truco o Trato, this is Halloween, pumpkins scream in the dead of night



Título Original: Trick'r Treat (2008)
Director: Michael Dougherty
Guión: Michael Dougherty
Actores: Quinn Lord, Brian Cox, Dylan Baker, Leslie Bibb, Rochele Aytes, Anna Paquin, Moneca Delain, Tahmoh Penikett, Lauren Lee Smith


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Estrenada, de manera lamentable, directamente en formato doméstico en nuestro país, llega una de las más agradables, originales y e inesperadas películas de terror surgidas en mucho tiempo. Una producción independiente de origen canadiense con un reparto de actores semidesconocidos y alguna cara destacada (Anna Paquin, Brian Cox, Dylan Baker) que ofrece una visión distinta de la festividad de Halloween, pero bebiendo de todos los tópicos y ritos relacionados con dicha celebración de origen celta.




Trick'r Treat relata cuatro historias interconectadas entre sí sobre personas que viven de distinta manera la fiesta de Halloween. El film tiene una estrcutura que a primera vista recuerda a Pulp Fiction de Quentin Tarantino, pero su verdadera esencia viene de los cómics de la colección Creepy (recientemente reeditada en España por Planeta De Agostini) de la editorial EC que tan bien homenajearon George A. Romero y Stephen King en la entrañable Creepshow. Esas viñetas en los ya memorables títulos de crédito así lo afirman.




A pesar de que Michael Dougherty da un tono parecido a todas las historias, acomete las mismas con matices distintos a cada una de ellas. La de los críos tiene un aire de cuento para niños tipo Pesadillas de Robert L. Stine (con alguna referencia a la segunda entrega de la saga de Freddy Krueger), la otra, la de Anna Paquin, es un émulo de En Compañía de Lobos de Neil Jordan y su subtexto sobre la iniciación sexual, que aquí gracias al guión da un giro inesperado y enriquecedor.




La tercera, la del vecino asesino (grande Dylan Baker), hace un retrato ácido sobre el americano medio, contiene un humor muy negro con niños y lo del hijo vistiendo de la misma manera que Chucky, el protagonista de Muñeco Diábolico (Child's Play) es descojonante. La cuarta, la más clásica sirve como colofón y tiene un muy buen trabajo del irlandés Brian Cox. Aunque esta historia puede que sea la más lograda, la que dosifica más y mejor la tensión y la crueldad, también es la única que contiene un fallo destacable, pero no muy grave. El desenmascaramiento del niño, que le quita de una tacada a su presencia todo el tono metafórico y elegíaco sobre la festividad que representaba su omnipresente y abstracta imagen.




Sí, es una festividad que al llegar nuestros hogares, cruzando el charco, sirve como otra muestra fehaciente más de lo americanizados que estamos en Europa y de como la globalización una vez más nos coge fuerte de los huevos. Pero es comprensible que a un grupo de críos les guste más salir a al calle a buscar caramelos vestidos de zombies, superhéroes y fantasmas, que quedarse en casa comiendo nueces viendo el Don Juan Tenorio del mítico y memorable Estudio 1 en el ente público.




A mí esa noche me gusta ponerme cine de teror y como tradición revisiono obras como La Noche de Halloween (o su remake), Pesadilla Antes de Navidad o Sleepy Hollow. A estas últimas ya se puede sumar con todas las de la ley esta Truco o Trato que no tardará en ser recordada como una obra de culto, la cinta más puramente Halloween que se ha rodado nunca. A ver lo que tarda Hollywood en corromper a Michael Dougherty y convertirlo en uno más de sus engranajes sin personalidad alguna como autor.


jueves, 19 de agosto de 2010

La Semilla del Mal, the evil twin



Título Original: The Unborn (2009)
Director: David S. Goyer
Guión: David S. Goyer
Actores: Gary Oldman, Odette Yustman, Cam Gigandet, Meagan Good, Jane Alexander, Idris Elba, Rhys Coiro, Carla Gugino, James Remar, Erik A. Williams

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David S. Goyer, ese hombre que gracias a sus colaboraciones como guionista ha auspiciado el éxito de sagas como la de Blade o la resurrección de la de Batman en un mano a mano con Christopher Nolan, a veces se pone tonto y como un crío caprichoso decide ponerse detrás de las cámaras y dirigir y el resultado suele ser mediocre. Aquella horrible Blade Trinity fue la primer muestra de ello (que yo haya visto al menos) y esta La Semilla del Mal sirve como confirmación de tal hecho. Este tipo hace un cine malo de cojones cuando ejerce como realizador.




The Unborn es un nuevo refrito multireferencial a todo tipo de cintas de terror clásico y contemporaneo. El Exorcista, La Semilla del Diablo, La Escalera de Jacob, La Mitad Oscura, La Profecía, pero todo pasado por un filtro que recuerda en mucho al cine del español Jaume Balagueró (hospitales neogóticos, ancionaos, enfermos mentales). Un pastiche plano que el espectador puede ir desgranando conforme lo va visionado, ya que su guión es de una simplicidad sonrojante y sus diálogos de vergüenza ajena.




Los personajes son estereotipos maniqueos y el casting de niños y niñas guapas ayuda una mierda a dar veracidad al reparto actoral. Odette Yustman, la protagonista, que parece un mezcla suavizada entre Angelina Jolie y Megan Fox, parece que está completamente convencida de no estar rodando una película sino posando en un desfile de Dolce & Gabanna. Se pasa toda la película sacando morros e intentado forzar el dramatismo sin éxito. Pero peor es lo de un grande como Gary Oldman, haciendo de un ravino agilipollado o Idris Elva, que después de interpretar al mítico Russel "Stringer" Bell en la indispensable The Wire apenas de una a derechas en su carrera cinematográfica y aquí está para darle un sartenada de hostias.




En la dirección Goyer apela por el efectismo, la planificación tan torpe como vacua y lo mil veces visto. Decididamente su lugar no está detrás de la cámara. Lo único que puedo decir en su favor es que sabe dar ritmo al producto y que en algunas escenas como las relacionadas con las apariciones del crío, las posesiones y los distrofias musculares varias (tanto animales como humanas) consigue transmitir algo de inquietud y hasta cierta atmósfera malsana que recuerda a El Anticiristo, pero el del italiano Alberto De Martino, no el de Lars Von Trier.




Usar y tirar son las únicas palabras que me vienen a la cabeza con La Semilla del Mal. Pedantería folklórica y teológia farragosa, dirección que busca el impacto gratuito, actores desganados y un climax caótico y mal planteado que finalmente inicta a la carcajada no cómplice para con el espectador. Esperemos que este hombre siga abriéndose la cabeza para realizar una buena trama para el tercer Batman de Nolan y se deje de chorradas sobre gemelos malvados no natos que vienen del otro mundo a dar por culo (no literalmente) a canguros buenorras que dicen "oh my god, oh my god " a sus amigas por la web cam, ellas no lo merecen.



miércoles, 18 de agosto de 2010

Batman, Under the Red Hood, Jason Todd is rising



Título Original: Batman, Under the Red Hood (2010)
Director: Brandon Vietti
Guión: Judd Winick


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Allá por 2005 el guionista americano Judd Winick con la ayuda del dibujante Doug Mahnke realizó la serie Bajo la Capucha Roja en la colección Batman, abarcando 15 números (del 635 al 650) y un Annual, el nº 25. La historia narraba la improbable y algo rebuscada resurrección de Jason Todd, el segundo Robin asesinado a manos del Joker en la saga Una Muerte en la Familia, defunción llevada a cabo por petición de los mismos lectores que en una encuesta auspiciada por la editorial DC, pidieron que se eliminara de manera fulminante al personaje.




La colección no era nada del otro mundo, pero resultaba harto entretenida, poseía bastante potencial y un nuevo villano que en un futuro si se desarrollaba con inteligencia (como sucedió con Thomas Elliot Silencio gracias a Paul Dini) podría ser una buena antítesis del mismo Batman. Aunque claro, no fueron pocos los lectores que detestaron la trama por utilizar un personaje cuya historia según ellos estaba bien zanjada y no necesitaba ser nuevamente puesta en la palestra.




Con la película Under the Red Hood sucede algo como con La Máscara del Fantasma, pero no de manera tan radical. De aquel trabajo ochentero llamado Batman, Año Dos salió la que es para un servidor una de las historias más insulsas y deficientes de la historia de Batman, pero la misma les sirvió de base a Dini, Timm y compañía par crear un obra maestra de la animación como es The Mask of the Phantasm. El caso de Under the Red Hood tiene similitudes, ya que de una historia en viñetas bastante aceptable, sin nada que destacar, ha salido la mejor aproximación animada que se ha hecho de Batman desde los tiempos de la intocable The Animated Series.




Under the Red Hood es un producto con una calidad excelente, una animación sobresaliente, un tono muy adulto y un guión por parte de Winick que depura las virtudes del cómic y solapa los defectos. El autor quita morralla, así como apariciones estelares (Green Arrow, Superman) y perfila mejor los personajes centrales, que son del todo reconocibles para el lector habitual del universo de Batman, puede que sólo chirríe un poco Black Mask, que a parte de darle de hostias a sus hombres hace poco más. Pero donde se luce particularmente es a la hora de dar forma a la personalidad del Joker.




La némesis de Batman está genial en la película, tiene momentos brillantes (el inicio con Jason, el interrogatorio con Black Mask, lo del comentario de hacerse la foto con la palanca en el momento menos adecuado durante el clímax final) tiene salidas memorables y es retratado como mejor se le recuerda, como un demente sin remordimiento alguno y sin interés por su propia integridad física, virtud que explotaron de manera soberbia los hermanos Nolan en El Caballero Oscuro.




El doblaje original es otro punto fuerte de Under the Red Hood. La ausencia de voces como las de Kevin Conroy (posiblemente más vinculado a Batman que Michael Keaton, Adam West o Christian Bale juntos) o Mark Hammil se nota. Pero el doblaje de actores como Bruce Greewood, John Dimaggio (el Bender de Futurama que hace un trabajo sensacional con el Joker) o Jensen Ackles, el protagonista de Supernatural, cumplen su cometido perfectamente. Aunque el que me ha sorprendido mucho para bien es Neil Patrick Harris dando vida a Nightwing/Dick Grayson, es el que mejor sabor de boca me ha dejado ofreciendo su voz a uno de los personajes.




Batman, Under the Red Hood es un producto imprescindible para todo aquel que se considere seguidor del personaje creado por Bob Kane y Bill Finger. Una demostración más del alto nivel que tienen los productos animados que la editorial DC crea para la televisión y el cine y sobre todo una cinta que retrata con fidelidad los personajes y el universo de un superhéroe que a día de hoy cuenta con una salud de hierro, tanto en cómics (unas 19 colecciones de Batman habrá en circulación para el próximo 2011) como en pantalla grande, ya la tercera de Nolan se espera con muchas ganas vistos los resultados de las dos anteriores, y ahora también en la animación. Buenos tiempos para el Caballero Oscuro.



martes, 17 de agosto de 2010

Knockin' on a Heaven's Door, somewhere, beyond the sea



Título Original: Knockin' on a Heave'ns Door (1997)
Director: Thomas Jahn
Guión: Til Schweiger & Thomas Jahn
Actores: Til Schweiger, Jan Josef Liefers, Thierry van Werveke, Moritz Bleibtreu, Huub Stapel, Leonard Lansink, Ralph Herforth, Cornelia Froboess, Rutger Hauer, Corinna Harfouch


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Entre los años 1994 y 1997 (más o menos) una extraña enfermedad recorrío casi en su totalidad el cine de acción desde Estados Unidos a Europa. Dicha afección se llamaba Tarantinitis Aguda y por desgracia dio como resultado muchísima mierda. Productos de directores impersonales que tras el éxito de Pulp Ficiton decidieron emular, homenajear o directamente plagiar al realizador de Knoxville, introduciendo en sus tramas tipos vestidos de negro que decían polleces, mucha violencia y mafiosos que cogían la pistola de lado. Moda que se supone llegó con la ya mencionada segunda película de Tarantino, producto en el que paradójicamente ninguno de los personajes cogía su arma en esta posición




De entre esos films destacó y recibió en nuestro país cierta atención una cinta alemana dirigida por un tal Thomas Jahn y protagonizada por el aquel entonces en ascenso Til Schweiger y el no tan conocido Jan Josef Liefers. El film, que responde al dylaniano título de Knockin' on a Heaven's Door exhala indudablemente el estilo del director de Reservoir Dogs, pero también mezcla en su fondo un tono de comedia casi infantil, apuntes muy acertados de drama, una violencia que no era tal ya que se disparan cientos de balas durante todo el metraje, pero ninguna impacta en personaje alguno, y mucho buen rollo para con el espectador.




La trama es sencilla y directa. Dos desconocidos, enfermos terminales de cáncer se conocen en un hospital, deciden huir y hacer todo aquello que no han podido en sus vidas. Thomas Jahn se sirve de esta premisa y el McGuffin del robo de un coche propiedad de la mafia para dar forma a un divertida road movie, fresca y desenfadada que se mueve con facilidad entre la comedia (blanca y negra) y el drama que implica la enfermedad en fase final que padecen los dos protagonistas y que al personaje de Schweiger le produce inesperados ataques debidos a un tumor cerebral en avanzado estado.




Otro de los puntos fuertes de la película es su dúo protagonista, que a pesar de estar formado por un par de intérpretes sin mucho talento los mismos destilan carisma a espuertas. Ambos actores consiguen empatizar con el espectador por el carácter decididamente infantil de sus roles. Los dos parecen más unos niños que quieren divertirse de la manera más alocada posible que dos enfermos terminales cumpliendo sus últimas voluntades. Til Schweiger (que también es co guionista junto al director) y su eterna cara de ladrillo cumplen, pero ahora descubro por qué Tarantino lo hizo hablar más bien poco en Malditos Bastardos, su voz es horrible y no se adecúa para nada con su corpulencia. Jan Josef Liefer está algo mejor, el lleva más el peso psicológico, pero como ya he dicho antes ambos realizan unos trabajos memorables.




Knockin' on a Heave'ns Door es un producto entrañable y a redescubrir. Una cinta deliciosa, descarada y gamberra pero también emotiva y llena de vida. Thomas Jahn no ha vuelto a hacer nada destacable detrás de las cámaras, pero su ópera prima es un film que dejó muy buen sabor de boca a la mayoría de aquellos que lo pudieron ver en su momento o que como yo lo han descubierto años después. Sólo por disfrutar de su desenfado, su vitalidad, el buen cine contenido en su metraje y el excelente desenlace deudor del Kurosawa de ¡Vivir! o el Kitano de Hana-Bi, con una excelente versión del tema que da título a la película por parte de la banda alemana Selig sonando de fondo, ya merece la pena este viaje en pos de la infinidad oceánica.



lunes, 16 de agosto de 2010

La Cuarta Fase, the owls are not what they seem



Título Original: The Fourth Kind (2009)
Director: Olatunde Osunsanmi
Guión: Olatunde Osunsanmi
Actores: Milla Jovovich, Elias Koteas, Will Patton, Hakeem Kae-Kazim, Corey Johnson, Enzo Cilenti, Daphne Alexander, Alisha Seaton, Tyne Rafaeli


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Siempre es de agradecer cuando algún director decide ofrecer un planteamiento atípico en uno de sus films sobre todo si están adheridos al muy baqueteado género del cine de terror. El tal Olatunde Osunsanmi pone en práctica la encomiable idea de mostrar una cinta sobre abudcciones extraterrestres con una idea hasta cierto punto original. Por un lado podemos ver el "supuesto hecho real" (grabado en vídeos caseros de todo tipo o entrevistas), acontecido en un pueblo de Alaska y por otro lo que vendría a ser la dramatización de aquellos sucesos, es decir, la película en sí, con su equipo artístico y técnico.




La puesta en escena es meritoria al poner el director en pantalla en numerosas ocasiones las dos historias para que podamos verlas interactuar juntas y las similitudes que hay entre ellas. El problema viene cuando decide venderse al más chabacano de los sensacionalismos ya desde el primer plano. Esa Milla jovovich rompiendo la cuarta pared hablando al espectador de que ella interpreta a la Doctora Tayler envuelta en un fondo monocromático azulado (color del que abusarán durante todo el metraje con la fotografía) ya se muestra desde el principio como uno de los muchos anuncios sobre maquillaje que protagoniza la modelo y actriz rusa.




Por otro lado tenemos una alarmante dirección de actores. Es en cierto modo para echarse las manos en la cabeza que la parte de "ficción" tenga un trabajo actoral tan deficiente, cuando Osunsanmi cuenta en su casting con actores tan competentes como Elias Koteas o Will Patton, pero poco saca en provecho de ellos. En cambio lo de Milla Jovovich ya es nota aparte. La chica tiene expresividad y presencia, pero es penosa como actriz, no sabe enfatizar las emociones, sólo sabe poner cara de pena o de no enterarse de una mierda, está última la lució durante todo el holgado metraje de aquella masacre fílmica que respondía al nombre de Juana de Arco, perpetrada por su ex pareja, el francés Luc Besson.




Pero en lo que a interpretación se refiere peor aún es la parte de "no ficción". La manera de rodar esta sección del film por parte de Osunsanmi es más naturalista (lógico, la historia lo pide a gritos) gracias el verismo que normalmente suele transmitir rodar como si se tratase de un vídeo casero. Pero los actores elegidos para dar vida a los supuestas personas reales implicadas con los hechos paranormales son nefastos y quitan de una sola tacada todo el posible matiz de realidad que pudiera transmitir esta trama de la obra.




Ahora, después de haber cubierto de mierda gran parte de la cinta voy a hablar de sus virtudes, que aunque con mi comentario haya dado a entender lo contrario, también las tiene. Para empezar, la historia tiene cierto punto de originalidad, el guión, aunque peca por querer impactar al espectador de la manera que sea, está bien construido y la dirección tiene algunos momentos muy conseguidos como las sesiones de hipnotismo que en más de una ocasión consiguen inquietar notablemente al espectador. Tómese como ejemplo la última de ellas, que contiene un par de momentos destacables.




Sin ser nada del otro mundo (qué gracejo tengo, cojones) The Fourth Kind ofrece un buen rato de cine de género con un tono atípico que se agradece, pero que podía haber sido una cinta referencial sobre el tema de los avistamientos de ovnis y abducciones extraterrestres si su director hubiera afrontado el tema de otra manera menos sensacionalista, porque algo debe fallar con el producto cuando al verlo no paro de pensar en las dramatizaciones filmadas con las que Íker Jiménez nos deleita los Domingos en su nave del misterio. Ese entrañable Cuarto Milenio repleto de testimonios sobrecogedores ¿no es cierto, Carmen?



Katyn, la voz dormida


Título Original:
Katyn (2007)
Director: Andrzej Wajda
Guión: Andrzej Mularczyk & Andrzej Wajda
Actores: Andrzej Chyra, Magdalena Cielecka, Artur Zmijewski, Danuta Stenka, Maja Komorowska, Wladyslaw Kowalski, Pawel Malaszynski, Stanislawa Celinska, Marek Kondrat, Krzysztof Kolberger





En 1940 el ejército soviético de Stalin asesinó a 15.000 prisioneros de guerra polacos en el bosque del pueblo ruso de Katyn. La Unión Soviética siempre culpó de tal hecho a la Alemania nazi que en el año 1939 invadió Polonia y ocultó su implicación directa con la masacre. No fue hasta 1990 con Mijail Gorbachiv como presidente de Rusia que el gobierno del país admitió la autoría de tan atroz matanza. Andrzej Wajda, uno de los más célebres directores polacos de la historia del cine (siempre después de autores como Roman Polanski, Krzysztof Kieslowski o Jean Epstein) realizó en 2007 la recreación cinematográfica de estos hechos destacados de la historia de su país.




Es encomiable que un director de considerable veteranía y extensa filmografía como Wajda siga en tan buena forma en pleno siglo XXI. Katyn es un excelente film, cargado de un exquisito dramatismo. Una obra que auna denuncia con calidad y gran cine con apelación por la memoria histórica. El director de El Hombre de Marmol inteligentemente esquiva el revanchismo visceral y muestra los hechos de la manera más rigurosa posible, sin ahorrar crudeza, pero siempre con una elegancia fuera de toda duda.




Desde el primer momento sabemos de que lado está el realizador (su padre fue asesinado en aquellos bosques, no es difícil imaginárselo) y que la visión que da de los rusos es desoladora, mostrando a la mayoría de ellos como a carniceros sin remordimiento alguno. Pero no elude mostrar también la barbarie nazi e incluso meterse en un terreno más peligroso, el de retratar el silencio de gran parte de la iglesia, que una vez más optó por callar ante un conflicto de carácter bélico y sobre todo, narrar que hubo un gran número de sus compatriotas que colaboraron con los asesinos y posteriormente negaron la implicación de los mismos con los crímenes.




Katyn tiene, paradójicamente, una estructura que en ocasiones recuerda a Novecento de Bernardo Bertolucci, pero su estilo y acabado tiene mucho que ver con El Pianista de Roman Polanski. Debido a que ambas obras, rayando lo soberbio, parecen haber sido realizadas dentro de un academicismo que diluye (minimamente) el discurso autoral previo de sus autores, que ambos realizadores sufrieron la pérdida de una figura paternal por culpa de la invasión de su país durante la Segunda Guerra Mundial y porque a pesar de las terribles imágenes a las que dan forma, ambos films apelan a la esperanza y el perdón, pero no al olvido.




Wajda acierta de pleno e incluso en ese clímax donde podemos ver por fin imágenes de aquellos terribles hechos no se muestra partidario de sensacionalismo alguno, aunque falla con detalles como ese Padre Nuestro encadenado (que sí lo hubiera entonado un solo soldado hubiera quedado más creíble y menos maniqueo), la inclusión innecesaria de extractos de la partitura que compusiera Wendy Carlos para El Resplandor de Stanley Kubrick o ese último plano que por mucho que simbolice algo importante dentro de la trama, hace perder en parte la entereza moral que tenía el producto durante todo su metraje.




Una obra imprescindible dentro del cine europeo reciente. La muestra de que la barbarie, el totalitarismo y la intolerancia son execrables y condenables sin importar de que ideología provengan. Katyn es cine elegante, lúcido, ejemplar y sobre todo necesario. Andrzej Wajda con sus 84 años sigue siendo un autor con todas las letras, comprometido, incisivo, puede que no siempre acertado, pero rara vez su obra ofrece desinterés.