viernes, 30 de octubre de 2009

Viernes 13, Bienvenidos a Crystal Lake



Título Original Friday The 13th (1980)
Director Sean S. Cunnighan
Guión Victor Miller
Actores Betsy Palmer, Adrienne King, Harry Crosby, Laurie Bartram, Kevin Bacon, Robbi Morgan, Mark Nelson, Tom Savini




El director Sean S. Cunningham y el guionista Victor Miller son gente inteligente. En el documental Regreso a Crystal Lake: La Realización de Viernes 13 incluido en la edición en dvd de la primera parte de la serie de películas de Viernes 13 afirman que se dejaron influenciar cláramante por la previa y muy superior obra maestra de John Carpenter La Noche de Halloween. El parecido es más que razonable aunque en la cinta protagonizada por Michael Myers el director de La Cosa o El Príncipe de las Tinieblas prefirió la inteligente idea de sugerir en vez de mostrar, algo que no acontece en la entrega primigenia de la saga que voy a comentar tras la revisión a la que la sometí hace unos días.




Friday the 13th es una película que ha envejecido de muy buena manera. Es sin lugar a dudas la mejor cinta de una franquicia que fue decayendo entrega tras entrega cada vez más truculenta y autoparódica. Llegando ya en sus últimas muestras con títulos horribles como Viernes 13. Parte VIII: Jason Vuelve... Para Siempre, Viernes 13. El Final: Jason Va al Infierno, la futurista Jason X o la paródica Freddy vs. Jason a incitar a la carcajada. Todas ellas eran más o menos entretenidas y agradables, pero adentrándose gradualmente en los terrenos de la insulsez más ramplante.




Pero volvamos a la película original, la dirigida con mucho oficio por Sean S. Cunningham. La obra es una cinta de bajo presupuesto, rodada en muy pocos días y con actores desconocidos. Kevin Bacon es uno de los protagonistas, pero en aquella época era todavía un desconocido para el gran público. Si bien es una producción influenciada, como ya hemos mencionado previamenre, por otras películas e incluso subgéneros, el giallo italiano de gente como Dario Argento o Mario Bava entre ellos, supo crear su propio microcosmos ficcional y enriquecerlo con cierta personalidad.




El film viene a ser, junto a la ya mencionada cinta de John Carpenter, una de las piezas seminales del slasher o bodycount ochentero. En ella aparecen por primera vez algunos de los tópicos posteriormente estereotipados de dicho tipo de producciones tan explotadas por Hollywood. Los chicos que toman drogas, beben alcohol o mantienen relaciones sexuales son los primeros en morir, reglas con las que se hacía mofa y befa en la simpática primera entrega de Scream, o la aparición del clásico personaje, normalmente un anciano borracho o demente, que advierte a los protagonistas de los peligros del lugar al que se dirigen, mientras ellos hacen oídos sordos a las advertencias de ese tipo de rol capitular, normalmente conocedor de mucho más de lo que aparenta.




Los asesinatos en Viernes 13 son artesanales y diseñados por la mano experta y firme del gran Tom Savini. Si bien hoy pueden verse algo anticuados estos merecen el mayor de los elogios por el buen trabajo plástico realizado con ellos. Mención especial para la secuencia del hacha o la de la cama con Kevin Bacon. Todos estos meritorios pasajes, como ya hemos afirmado con anterioridas, están fuertemente inspirados en el Dario Argento de films como El Gato de las Nueve Colas o El Pájaro de las Plumas de Cristal. Con buenos resultados y algún susto que a día de hoy mantiene toda su fuerza, impresionando a más de un espectador despistado.




Otra de las señas de indetidad inconfundibles de Viernes 13 (ojo, hablo de la primera entrega, muy diferente de sus interminables secuelas) es la banda sonora extraña y atmósférica creada por Harry Manfredini, con unos inconfundibles sonidos parecidos a susurros y una especie de respiración entrecortada. Este icónico score se convirtió en indivisible a la franquicia y con sólo escuchar sus primeros acordes los aficionados al género de terror saben dilucidar encontrarse frente a una de la muchas entregas de las sanguinarias correrías del brutal y deshumanizado Jason Voorhees.




Cuando el largometraje llega su final una vez más encontramos referencias a más obras pretéritas. Por ejemplo, cuando se descubre quien es el asesino podemos ver un homenaje invertido a Psicosis (Alfred Hitchcock, 1960) en dicho personaje secundario. También memorable en este sentido, es el último y excelente susto de la cinta, que por ejecución de la toma, estilo del tema musical sonando de fondo y resultado final de la secuencia nos retrotrae al clímax de Carrie (Brian de Palma, 1976) aquella obra maestra que adaptaba la novela homónima de Stephen King.




A día de hoy Viernes 13 es una película de culto. Una cinta llena de suspense, pequeña y modesta bien ejecutada con tantos fallos como virtudes, pero que se encuentra, por derecho propio, entre las mejores películas de terror de la década de los 80. Sus secuelas, la máscara de hockey y los huesos triturados de adolescentes imberbes a machetazo limpio por Jason son otra historia. Pero sería injusto no reconocer méritos a Sean S. Cunningham y Victor Miller por ofrecernos una de las primeras piedras sobre las que se construiría un subgénero que, sobre todo, a lo largo de aquellos años 80 llenó los videoclubs, y con ello nuestras infancias, de diversión demente, salvaje y, por supuesto, moralista.


jueves, 29 de octubre de 2009

La Naranja Mecánica, más allá de la ultraviolencia



Título Original: Clockwork Orange (1971)
Director: Stanley Kubrick
Guión: Stanley Kubrick basado en la novela de Anthony Burgess
Actores: Malcolm McDowell, Patrick Magee, Michael Bates, Adrienne Corry, Warren Clarke, John Clive, Aubrey Morris, Carl Duering, Paul Farrell, Clive Francis




Con motivo de su reestreno en salas cinematográficas españolas el pasado viernes y porque es sin lugar a dudas la película que más impacto ha causado en mi vida como cinéfilo, le dedico a continuación un medianamente extenso análisis a La Naranja Mecánica, la adaptación cinematográfica que el director americano Stanley Kubrick realizó de la novela del inglés Anthony Burgess publicada en 1962 y que armó un considerable revuelo en el mundo literario. Recomiendo la lectura de la siguiente entrada sólo a personas que hayan visto previamente el film, porque lo disecciono considerablemente en la medida de lo posible.




Si la novela fue controvertida, el film de Stanley Kubrick supuso posiblemente la obra cinematográfica que más ha dado que hablar y más ríos de tinta ha hecho correr en la historia del cine. Desde un punto de vista simplista (expresión totalmente incompatible con el film que nos ocupa) se puede decir que La Naranja Mecánica está localizada en un futuro indefinido y narra las aventuras de Alex DeLarge y sus amigos, unos jóvenes delincuentes que dedican el día a violar, golpear y asaltar a sus concidadanos. Por culpa de algunas rencillas con sus compañeros Alex es traicionado durante una de sus fechorías y posteriormente encarcelado. Ya entre rejas se someterá a un tratamiento que servirá para curar su maldad y resinsertarlo en la sociedad como una persona más, pero nada saldrá como estaba previsto.




La Naranja Mecánica es la complejidad hecha cine, la ambigüedad en celuloide. Cuando se estrenó su repercusión fue tal que no tardaron en salir a la luz jóvenes que tras ver el film se dedicaron a emular los actos delictivos de los protagonistas. A pesar de que la película fue bien acogida por crítica y público, recibiendo gran cantidad de premios y nominaciones, cuatro en los Oscars, película, director, guión y montaje, la presión que la Warner Bros y el mismo Kubrick sufrieron por parte de espectadores indignados fue tal que el director se vio en la obligación (demostración de cuánto poder tenía como autor de su obra cinematográfica) de retirar su cinta de los cines, una muestra de autocensura sin precedentes en la historia del cine impulsada por las amenazas de muerte que su propia familia había recibido.




Pero claro, los ataques contra el film no venían por su caleidoscópica mirada sobre la violencia de una sociedad corrupta, que engendra monstruos en todos los estratos sociales y políticos, sino porque por primera vez se mostraba esa violencia de manera más o menos explícita en pantalla. Algunos críticos y espectadores se quedaron en la superficie y sólo supieron ver la estilizada mirada que Kubrick mostraba con su realización de todo tipo de actos violentos. Sí, puede que el director de Atraco Perfecto retratara tales escenas con una delectación hasta cierto punto enfermiza, incluso en algunas situaciones cómica, pero en ningún momento su visión sobre las consecuencias de tales barbaridades era banal en manera alguna, nada más alejado de la realidad.




Polémicas a parte a día de hoy el film es tildado por muchos y de manera puerilmente equívoca como una obra anticuada, ya que la mayoría de estos individuos creen que el mensaje de un largometraje se muestra anquilosado si su estética queda hasta cierto punto demodé. Es indudable que la dirección artísitca, el diseño de producción e incluso el vestuario de La Naranja Mecánica a día de hoy se ve hortera, incluso risible (y más si somos conscientes de que Kubrick trataba de mostrar con ella un futuro no muy lejano), pero eso no tiene nada que ver con la esencia y el hondo calado de una obra que argumentalmente sigue a la orden del día, siempre para nuestra desgracia.




Los dilemas morales que plantea una película como La Naranja Mecánica son de todo menos vacuos o simplistas. Su trasfondo es tan complejo que el espectador despistado puede tildarlo tanto de conservador como de progresista, cuando no es ni lo uno ni lo otro, o puede que los dos a la vez, nada resulta baladí en un film como el que nos ocupa. Si bien durante los primeros noventa minutos de metraje Kubrick nos muestra una lectura social y moral (incluso moralista a veces) sobre una sociedad deshumanizada, donde la violencia la puede ejercer un jóven desalmado o una organización gubernamental con el respaldo de las altas instancias del partido que se sitúa en el poder, en la media hora final de la obra la carga política se acentúa vorazmente, mostrando las distintas caras lascivas y corruptas de una misma moneda, una moneda de cambio como veremos en los últimos compases de la obra..




Alex es un jóven inteligente, carismático, pero eligió el camino de la violencia, de infligir dolor ajeno al prójimo y de disfrutar aplicándolo y aquí entra la lectura teológica que poseen tanto el libro de Anthony Burgess como el film de Kubrick. El libre albedrío, la capacidad del ser humano de tomar sus propias decisiones, de elegir personalmente el camino que debe recorrer para realizarse como persona. Escritor y director coinciden en que anular la voluntad de un individuo, por muy asocial que sea, es un acto inhumano que lo convierte en poco más que un autómata reducido a la mínima expresión existencial, de ahí que muchas personas piensen que los autores del libro y el film estén del lado de su criminal protagonista, observación que se mueve con austera complejidad entre lo acertado y lo erroneo.




Por eso no es extraño que en la primera mitad del film sintamos un profundo odio hacia Alex, por su soberbia, sus actos, su falta de escrupulos y compasión, ni tampoco es alarmante que en la segunda mitad nos compadezcamos, de él, de su calvario, de como está, de alguna manera entre cómica y trágica, pagando todo lo que hizo durante su carrera delictiva. En este apartado puede que La Naranja Mecánica sí sea un relato moral (de hecho es una de las películas más utlizadas en institutos de todo el mundo en las clases de la asignaturas de Ética o Filosofía) pero como ya he mencionado previamente en su recta final su mensaje se vuelve tan alambicado que reducirlo a una sola expresión resulta una futilidad del todo inane.




Treinta años censurada en Inglaterra, nunca emitida en televisión en abierto, maldita como pocas, polémica, graciosa, dura, seca, inteligente, satírica, política, envenenada, en definitiva, una obra maestra adelantada a su época. Tardé diez años en verla tras lo traumatizado que quedé al ver el trailer de producción propia que Canal Plus le dedicó para su estreno allá por Febrero de 1995, si mal no recuerdo, pero cuando por fin la pude videar, no pude resistirme a la fuerza de sus imágenes, a lo desafiante de su planteamiento, a lo subversivo de su esencia. La Naranja Mecánica fue gestada para que su creador marcara una antes y un después en la historia del cine y le arrebatara de una tacada su inocencia, y a fe mía que Stanley Kubrick lo consiguió drugos míos, vaya que si lo consiguió.


La Piel Vendida, mercaderes del placer


Director: Vicente Pérez Herrero (2005)
Guión: Vicente Pérez Herrero




Nunca me ha gustado el porno como género cinematográfico, aunque algunas de ellas (pocas) como Confessions de Nic Andrews con la bellísima Kylie Ireland están realmente bien realizadas. Jamás he pagado por comprar o alquilar una cinta x, gracias antaño a los compañeros de clase con Canal Plus y hoy al bendito internet. En mi vida he visto una entera y sólo me llama la atención de ellas lo que a la mayoría, el sexo explícito, pero a pesar de que siempre preferiré una película erótica antes que una pornográfica (sugerir antes que mostrar, menos planos de testículos bamboleantes, culos peludos y penes enhiestos) respeto profundamente a todos los profesionales que se dedican a este género, el más rentable de la historia del cine.




El documental La Piel Vendida muestra la cara amable de los actores, directores y productores del cine para adultos en España. Gente como Nacho Vidal, la veterana y ya retirada María Bianco, la polifacética Bibian Norai o realizadores con renombre como Narcis Bosch o José María Ponce contando también con la inclusión de cameos de pesos pesados como Rocco Sifredi o el genial Ron Jeremy, haciendo el director especial hincapié en la menuda y entrañable Anastasia Mayo. Actriz catalana que me resulta más erótica hablando, que recibiendo hondonadas de leche condensada casera en su rostro, que nos presenta a su familia (su padre la lleva a los rodajes) y a su pareja, mostrándose como una chica que disfruta con su trabajo y que vive realmente feliz haciendo cine porno.




La mayoría de los actores que salen en el documental no tienen cultura alguna, pero son inusualmente lúcidos a la hora de hablar de su trabajo e incluso pudorosos al comentar detalles de su vida privada, novios, novias, padres, hijos. Se muestran bestialmente sinceros, como el caso de Nacho Vidal, que realmente se luce cuando habla de qué es lo que quiere ofrecer él como profesional del porno a los que son sus espectadores, momentos de evasión onanista y sexual, no crear depravados.




Un trabajo sincero, respetuoso e incluso elogioso hacia estos miembros y miembras que tan buenos momentos nos han hecho pasar a la mayoría de nosotros. El documental lo pueden ver incluso pudorosos mariquitas, porque no hay escenas de sexo real ni nada de eso que enfada a la conferencia episcopal. En otro momento hablaré de Inside Deep Throat, que eso si es ya un monumental retrato no sólo de la más célebre cinta pornográfica jamás rodada, sino también de una época muy destacada de la historia de los Estados Unidos, pero esa es otra historia.


El Diario de los Muertos, el hombre es un lobo para el hombre



Título Original: Diary of the Dead (2007)
Director: George A.Romero
Guión: George A. Romero
Actores: George Buza, Joshua Cole, Joe Dinicol, Shawn Roberts, Tatiana Maslany




Quinta incursión del maestro Romero dentro del género al que él mismo dio forma con el clásico La Noche de los Muertos Vivientes. Esta vez el director de Brusier da un nuevo toque a su visión sobre el mundo de los zombies narrando su film desde el punto de vista de un cámara que quiere dejar constancia en imágenes de la masacre llevada a cabo por los muertos que vuelven a la vida por culpa de una infección vírica de origen desconocido.




Romero es consciente de que se ha vuelto monotemático dentro del género de terror, que sólo sabe hablar de zombies. Por eso mismo se le agradece su intención de no repetirse demasiado, de ahí que en esta El Diario de los Muertos su puesta en escena sea atípica para este tipo de cine y ojo, su narración, utlizando cámaras de cine, caseras, de vigilancia, móviles, internet, es más parecida a Redacted de Brian de Palma que a [REC·] de Jaume Balagueró y Paco Plaza con la que en verdad tiene poco que ver.




En su fondo el film contiene todos los clichés del cine de zombies. Personajes acartonados, acciones ridículas por parte de los protagonistas, escenas gore más o menos conseguidas, tragedias personales y mucha influencia tanto de Resident Evil (ojo el videojuego, no la nefasta saga cinematográfica) como de la excelente coleccíon de cómics Los Muertos Vivientes escrita por Robert Kirkman e ilustrada por Tony Moore y Charles Adlard, sin olvidar las autorreferencias a las obras anteriores del mismo Romero.




El mayor fallo de la cinta es sin lugar a dudas la innecesaria y vacua voz en off que sólo relata obviedades y gilipolleces que el espectador puede ver en pantalla con suficiente claridad sin la necesidad de un narrador torpe que esté subrayando cada idea o planteamiento, encima la misma quiere mostrarse profunda y dramática cuando lo que hace es incitar a la carcajada por sus conclusiones del todo pueriles.




Otra correcta cinta de Romero, una muestra más de que está en forma, puede que no avance, que se haya anquilosado como director, pero a sus fans no nos decepciona. El Diario de los Muertos una vez más es una cinta sobre zombies, entretenida, violenta, bien rodada y como viene siendo marca de la casa en su interior late un mensaje contestatario en contra de la manipulación de los medios y el mal uso de las altas tecnologías, así como una mirada descreida y misántropa a cerca de la naturaleza animal y depravada del ser humano.


lunes, 26 de octubre de 2009

Wonderland, coitus interruptus


Director: James Cox (2003)
Guión: James Scott, D. Loriston Scott, Todd Samovitz y Captain Mauzner
Actores: Val Kilmer, Lisa Kudrow, Kate Bosworth, Christina Applegate, Josh Lucas, Dylan McDermott, Carrie Fisher, Tim Blake Nelson, Natasha Gregson Wagner, Janeane Garofalo





Wonderland (Sueños Rotos) es un biopic sobre el actor de cine porno más grande de la historia, John Holmes. El director James Cox tira por la vía facíl y convierte este film que retrata la época en la que el intérprete del pene de 35 centimetros se vio implicado en dos asesinatos múltiples relacionados con drogas en un simple film policiaco del montón rodado con un tono efectista excesivo e injustificado.




James Cox no tiene personalidad y el guión que pusieron en sus manos (escrito por 4 personas) es del todo caótico, de modo que el director se apoya en un look visual que trata de impactar y lo único que hace es saturar al espectador. Este estilo de realización basado en la superposición de la forma sobre el fondo está (mal)influenciado por miles de directores reconocidos. El trabajo de Cox detrás de la cámara en el apartado técnico es una mezcla de Guy Ritchie, Oliver Stone, Martin Scorsese, el Darren Aronofsky de Requiem Por Un Sueño, Quentin Tarantino... todos mal asimilados por el director, pero este último peor que ninguno ya que Cox trata de realizar narración fragmentada o mostrar los mismos sucesos desde distintos puntos de vista pero con resultado desastroso por su parte y por la de los guionistas.




De los actores (el film tiene un gran reparto del todo desperdiciado) Val Kilmer se esfuerza lo que puede como Holmes, Dylan McDermott está curioso con sus pintas de motero, Josh Lucas sobreactuado hasta el asco y en contraposición a este Jeanene Garofalo y Christina Appelgate no dicen ni tres frases en todo el film. Nota a parte para Kate Bosworth que tras esta cinta que nos ocupa y Superman Returns se ha confirmado como una de mis actrices a evitar.




Wonderland es un desatre, mal escrito (no se profundiza en la personalidad ni las motivaciones de los protagonistas) peor dirigido, que no sabe retratar el ambiente de autodestrucción en el que se mueven los personajes, el exceso de ingestión de distintas drogas en el film da risa, con continuos chutes de caballo por parte de casi todos los roles y hasta se ve a John Holmes meterse cuatro tiros de farla seguidos sin inmutarse, no es que se haga en el film un retrato trivial del consumo de droga, es que el mismo es tan exagerado que no es creible en ningun momento.




Este film es indigno de Joh Holmes y su vida, tanto personal como profesional. Si alguien quiere ver un homenaje muy digno sobre este hombre que murió de SIDA en el mes de Marzo del año 1988 que le eche un vistazo a esa maravilla llamada Boogie Nights de Paul Thomas Anderson que no utiliza los nombres reales de Holmes y su personas cercanas, pero que abarca desde su origen modesto, su ascenso a la cumbre del cine para adultos, hasta su época de decadencia por culpa de la droga y la prostitución, pero con honor, respeto y profesionalidad, la que a James Cox le falta y al director de Magnolia le sobra.


Wild Bill, doble pareja de ases y ochos, la mano del muerto



Director: Walter Hill (1995)
Guión: Walter Hill
Actores: Jeff Bridges, Ellen Barkin, John Hurt, Diane Lane, David Arquette, James Remar, Bruce Dern, Christina Applegate





Walter Hill conoce como la palma de su mano el género del Western, Wild Bill contrariamente a lo que yo pensaba no es una desmitificación de James Butler Hickock, es una obra que lo encumbra e idolatra, el director ama a su personaje y le rinde tributo humanizándlo pero sin parodiarlo.




Si bien el western crepuscular nunca volverá a las cotas de esa obra maestra llamada Sin Perdón, Wild Bill es una digna representante de este subgénero. Me parece genial mostrar a Hickock como un pistolero de vuelta de todo, cansado de su propia fama que padece glaucoma y que por ello está perdiendo su vista a pasos agigantados.




Todo esto no llegaría de todas formas a buen puerto si no fuera por la inconmensurable caracterización del nunca suficientemente laureado Jeff Bridges. Su personaje tiene tal carisma que se desborda de la pantalla, su acento cerrado, sus comentarios inintencionadamente machistas (apoteósica su conversación precoital con Ellen Barkin) y su mal humor hacen grande no sólo al personaje sino al film en su conjunto.




Los demás actores cumplen su cometido. John Hurt, Ellen Barkin, Diane Lane, Bruce Dern, Christina Applegate pero como sus papeles son breves se lucen poco, además cuando comparten plano con Bridges son devorados por él. Mención a parte para David Arquette que como el 99,9% de las veces que actúa hace de gilipollas insoportable al que dan ganas de hostiar desde que pone la cara delante de la cámara.




Hill rueda con certeza, pero como siempre se fija tanto en el aspecto visual (color para la realidad o el presente, blanco y negro para los sueños y los flashbacks todo perfecto) que el guión se le va de las manos y no tiene contundencia ni una estructura sólida. Wild Bill es una buena película que entretiene y posee un aire épico a la par que cercano y terrenal además cumple como actualización más o menos mestiza del western a mayor gloria de Jeff Bridges, con todo este film es lo mejor que ha hecho Walter Hill en años, bienvenido sea.


domingo, 25 de octubre de 2009

Il Divo, veni, vidi, vici



Director: Paolo Sorrentino (2008)
Guion: Paolo Sorrentino
Actores: Toni Servillo, Anna Bonaiuto, Piera Degli Esposti, Paolo Graziosi, Giulio Bosetti, Flavio Bucci, Carlo Buccirosso, Giorgio Colangeli, Alberto Cracco, Lorenzo Gioielli






Giulio Andreotti fue presidente del consejo de ministros italiano durante tres legislaturas no consecutivas, desde 1972 hasta 1992. Durante su mandato mantuvo supuestamente trato y negocios con la mafia de su país, gracias a ellos pudo deshacerse de sus rivales y subir escalafones en la política italiana desde sus inicios en el partido democrata cristiano, hasta su juicio por corrupción en 1999 y su absolución de todos los cargos en 2003.




El director napolitano Paolo Sorrentino lleva a imágenes la vida política de Andreotti y consigue un triunfo total en fondo y forma. Como todo buen biopic Il Divo posee un guión complejo, bien estructurado, sólido, que muestra las tramas oscuras y las vergonzosas corruptelas políticas de su protagonista, pero lo mejor no es esto (aunque sí lo más importante) lo que más llama la atención es la puesta en escena del realizador y su trabajo como director de orquesta.




Il Divo
está rodada con una garra, una potenica visual y un uso técnico de la cámara virtuoso, es decir, Sorrentino enriquece su libreto con una dirección magistral, rompedora, poseedora de momentos de puro genio, tomas inolvidables. La steadycam no permanece quieta un sólo instante, pero el espectador nunca percibe que tal uso de la narración visual sea innecesario o impostado, todo tiene su razón de ser, no hay un sólo plano secuencia, contrapicado, ralentí o travelling (el que cierra la película me ha hecho aplaudir efusivamente) que no esté plenamente justificado para dar entereza al conjunto del producto.




La dirección de actores acentúa el toque ácido y granguiñolesco que Sorrentino insufla al film con su realización y el guión. Todos se mueven entre lo exagerado y lo debidamente histriónico, pero la contención y serenidad de Toni Servillo destaca sobre la labor del resto de intérpretes. El actor calca, mimetiza a Andreotti, con su sempiterna cara de babuino depresivo, expulsando por la boca lapidarias frases que producen tanta risa como temor. Somos conscientes de que el presidente italiano durante todo el film está metido en la mierda hasta el cuello, que es complice e instigador de muertes y chanchullos de toda índole, pero el hombre ni se inmuta, vive en el lujo, pero no parece disfrutar con su existencia llena de satisfacciones, como si todo le importara una puta mierda, sin levantar la voz, ni mostrarse nervioso en momento alguno.




La cuarta película de Paolo Sorrentino es sin lugar a dudas una de las producciones italianas más logradas de los últimos años y llega mucho más lejos que la superficial y anquilosada adaptación que Matteo Garrone hizo de Gomorra el bestseller de Roberto Sabiano. Vanguardia y clasicismo, Scorsese en la superficie y Coppola en el interior, el autor de L'Amico di Famiglia con Il Divo muestra la gran cantidad de basura e inmundicia que hay en la política europea, lanza una enorme pulla no sólo contra Andreotti, al que no lo neguemos, hasta cierto punto admira si vemos la delectación con la que narra sus fechorías, sino también a el amigo Silvio Berlusconi y toda su administración, que ha llevado la corrupción, el escándalo y la política casposa hasta límites insospechados en la Italia contemporanea.


Che, el Argentino, el hombre tras el revolucionario


Director:
Steven Soderbergh (2008)
Guión: Peter Buchman basado en la autobiografía de Ernesto Guevara
Actores: Benicio del Toro, Demián Bichir, Elvira Mínguez, Jorge Perugorría, Catalina Sandino Moreno, Vladimir Cruz, Unax Ugalde, Rodrigo Santoro, Óscar Isaac, Yul Vazquez





El proyecto de realizar un mastodóntico biopic sobre la figura del revolucionario argentino Ernesto Che Guevara se llevaba gestando infructuosamente desde hace décadas y pasó por las manos de numerosos directores como Robert Redford o el gran Terrence Malick, pero la producción nunca llegaba a buen puerto. Finalmente a mediados de está decada el americano Steven Soderbergh se interesó por esta obra y se implicó personalmente para sacarla adelante, el resultado son dos films de los cuales que yo he visto el primero.




Che, el Argentino
narra dos momentos importantes en la vida de Ernesto Guevara. Cuando tomó junto a Fidel Castro y sus hombres Sierra Maestra para derrocar el gobierno cubano de Batista y por otro lado su célebre discurso en las naciones unidas el 11 de Diciembre de 1964. Las dos tramas están bien ensambladas pero no avanzan nada, sobre todo la que se situa en el campo de batalla, que está enquistada desde que empieza hasta que acaba y no muestra desarrollo argumental alguno. La del discurso tiene algo más de material y es muy acertada pero tampoco está del todo conseguida.




El retrato que Soderbergh hace del Che, es humanista, desmitifica el icono y lo muestra como un hombre comprometido, con sus luces y sombras (aunque estas últimas están difuminadas) pero es frío, distante, demasiado analítico, aunque era de esperar si uno conoce la filmografía del director de El Halcón Inglés o Underneath que transmite de todo menos sentimientos. Ni siquiera Benicio del Toro que pone toda la carne en el asador consigue con su excelente trabajo interpretativo transmitir algo de esa pasión que debería mostrar un proyecto de esta envergadura.




Como biopic es correcto, pero no del todo acertado, algunos errores de casting son alarmantes, la narración renqueante y en lo que a la personalidad de Ernesto Guevara se refiere no indaga todo lo que debiera, ni en sus virtudes, ni en su fallos. Ahora toca ver Che, Guerrilla y así poder valorar en conjunto lo que por ahora me parece una meritoria, pero no del todo acertada hagiografia, Soderbergh peca de ingenuo, porque las clases de historia hay que ofrecerlas de manera amena o el personal se duerme.




Una sola cosa me queda clara, Oliver Stone coge este proyecto y nos hace un entretenidísimo, profundo, apasionado y partidista, planfleto comunista que seguro que hubiera sido muy superior a esta cinta que nos ocupa, aunque también más ridiculo. Por ahora y hasta que no vea el producto en su totalidad lo mejor será esperar hasta evaluar debidamente el conjunto y ya poder hablar con verdadero uso de razón sobre este obra, que no ha cumplido las expectativas que yo al menos, tenía depositadas en ella.